En el marco del Día Internacional de las Mujeres Indígenas, nuestra compañera Socorro López Candelario nos da un panorama general sobre los trabajos femeninos en comunidades wixaritari para acceder a la justicia y la igualdad

Como es sabido, acceder a la justicia y derecho del Estado en la sociedad mexicana ha sido una prueba difícil para las mujeres. A través del tiempo, la lucha y la voz de la mujer ha ido ganando terreno en algunos espacios, pero aún queda mucho camino por recorrer, ya que el machismo y la discriminación siguen persistiendo en nuestra sociedad y nuestros pueblos. 

En una comunidad de un pueblo originario wixárika, la situación de una mujer es un poco complicada, ya que existe una enorme diferencia entre ser mujer u hombre, dado que el peso privilegiado de cultura e ideologías de género en la que hemos crecido justifican el papel subordinado de las mujeres ante los designios masculinos.  Cada una y uno tiene que cumplir con el papel que supuestamente le corresponde; la mujer, desde mi punto de vista, se ve obligada a realizar ciertas actividades, a gozar o no de ciertos privilegios, derechos, etcétera. Muchas viven en sumisión, siguiendo las órdenes del hombre, a veces sufriendo violencia física y psicológica; no todas, cabe aclarar. A la mujer se le considera débil en diversos aspectos, se le brindan pocas oportunidades para sobresalir y superarse en lo profesional, laboral y económico, lo que dificulta mucho que pueda ser libre e independiente para tomar sus propias decisiones.  

Durante mucho tiempo la mujer ha estado bajo las condiciones arriba descritas, es difícil poder erradicar o tomar conciencia, ya que desde los hogares hemos sido formados con esos estándares, y en la sociedad se practica y se tiene la idea de que es lo correcto. Algunas cuestiones vienen desde lo cultural, desde la cosmovisión wixárika y son aspectos que no se pueden cuestionar porque son sagrados. 

A través de los años se ha mantenido una lucha constante para que la mujer pueda lograr una igualdad social a nivel nacional e internacional, logrando hazañas como el derecho al voto, elección para espacios de gobiernos, etcétera.  Eso tiene impacto también en las comunidades de los pueblos originarios. Poco a poco se ha ido reconociendo el valor y las capacidades que tenemos las mujeres, integrándonos y contribuyendo en espacios públicos gubernamentales y comunitarios. Las mujeres wixaritari, al ser consideradas como comuneras, tenían las mismas obligaciones que los hombres, pero no los mismos derechos. Poco a poco se han conseguido algunas cosas como el tener su propio terreno, consideración para que se le cobre el 50% en algunas cuotas, voz y voto en las asambleas comunales. Eso les permite presencia en cargos de autoridades agrarias y tradicionales: tesoreras, secretarias, agentes locales, etcétera; estar más de cerca y tener voz en la toma de decisiones importantes; ocupar algunas direcciones en algunos espacios de gobierno, municipal, estatal y federal. 

Por otra parte, cada vez se cuenta con más profesionistas en diversos ámbitos como la medicina, educación, y derecho, por ejemplo; otras están en proceso de formación estudiando el nivel medio superior o la universidad. Algunas de ellas apoyan a la comunidad ocupando algunos cargos en donde pueda contribuir con los conocimientos adquiridos durante su formación académica, apoyando en las asambleas comunales. Las que no tuvieron la oportunidad del acceso a la educación he visto que buscan la manera de sobresalir por ellas mismas, trabajando en lo que les sea posible como la artesanía o el bordado, para así tener su propio recurso y no depender tanto de la otra persona.  

Aún falta muchísimo por hacer, ya que no hay una igualdad comparada con el hombre, en primer lugar, falta mucho el empoderamiento hacia las mujeres, necesitamos creer que tenemos la capacidad de lograr lo que nos propongamos; se necesita sembrar la semilla de la sensibilidad y concientización que puedan generar un cambio en las personas, sobre todo en las y los jóvenes para reivindicar la presencia y contribución de estas mujeres a la sociedad. La mujer no es un objeto, es un ser humano que tiene sentimientos y los mismos derechos que el resto de la sociedad, no hay roles para cada género, ya que ambos tenemos las capacidades para realizar cualquier actividad.  Así podemos formar una sociedad más inclusiva, igualitaria y de respeto hacia los derechos. 

Sukulima- Socorro López Candelario es miembro de la Comunidad Tuapurie- Santa Catarina, en Mezquitic, Jalisco. Egresada de la  Licenciatura en Educación para nivel Primaria Indígena en la Universidad Pedagógica Nacional y estudiante de la  Maestría en Educación y Convivencia en el  ITESO; también es docente de primaria.