El cese de actividades presenciales para irnos a casa, bajó sensiblemente el tráfico y con ello la contaminación en la ciudad. El cielo que dejó de ser azul hace varias décadas, ya se deja ver otra vez en algunos puntos de la ciudad. ¿Podremos mantener esta calidad de aire una vez que termine la pandemia?

POR YERIEL SALCEDO

 

Nuestra cotidianidad ha cambiado, una pandemia ha provocado que muchas cosas que hacemos, las dejemos de hacer. Y una de ellas es desplazarnos. Todos los días nos trasladamos de nuestras casas hacia la escuela y el trabajo, usando transporte público, coches, caminando o en la bicicleta. De esos medios de transporte, el uso excesivo del coche ha traído diversos problemas, entre ellos, el más importantes es la contaminación del aire (que a diario todos respiramos), congestionamientos en las calles (que todos los días perdemos tiempo en ellos) y siniestros viales; ello a pesar de que en Guadalajara menos de la mitad de las personas que vivimos en ella, usan este medio de transporte. 

La forma de cómo nos movemos al ITESO le abona a la problemática, ya que de acuerdo con el Estudio origen-destino elaborado por el PAP de Movilidad Urbana Sustentable en el año 2018, el 68.1% de los viajes de quienes formamos la comunidad universitaria son en coche. 

En estos días hemos conocido de casos como el de China o Italia en donde han bajado notablemente los niveles de contaminación del aire. El Área Metropolitana de Guadalajara no es la excepción. El periódico Mural informaba que desde el 16 de marzo que empezaron las acciones de quedarnos en casa, al 26 de marzo, los IMECAS disminuyeron de 125 PM10 (partículas suspendidas en el aire, que son altamente perjudiciales para nuestra salud) a 104, casi un 20% menos.

“Los congestionamientos, las formaciones en doble o triple fila no se están dando y eso ayuda a que tengamos menos emisiones de contaminantes al medio ambiente”, comentó Hermes Ulises Ramírez, especialista de la Universidad de Guadalajara.

El 29 de marzo el periódico El Occidental publicó que dos semanas después del inicio de la cuarentena en la red de monitoreo de la ciudad informaba que “hasta 73% menos óxidos de nitrógeno en Miravalle, 72% de CO y 67% de PM10 en la estación de monitoreo Vallarta, 50% menos NOX y 20% menos de CO en Las Pintas y 42% de NOX menos en Oblatos.  

Para el 1 de abril UDGTV publicaba que de acuerdo con el Sistema de Monitoreo Atmosférico de Jalisco, las precontingencias por contaminación del aire han bajado casi por mitad respecto al año pasado”. 

En este último medio de comunicación, hicieron referencia a que una de las causas de esto fue que: “se dejaron de realizar viajes a las escuelas y que, además, estimaciones del gobierno federal indican que mueren hasta 6 mil personas al año por enfermedades relacionadas con la contaminación que provocan los automóviles”.   

Y según un estudio de la Universidad de Harvard divulgado por el New York Times4, la presencia de estas enfermedades relacionadas con la contaminación, como asma, problemas cardiovasculares y pulmonares, agrava las afectaciones del Covid-19. Sin excluir por supuesto a la obesidad5, que causa problemas de hipertensión y diabetes, y que también aumenta la gravedad del Covid19. Estos factores son altamente comunes entre la población mexicana. 

Pero no todo lo que ha provocado la pandemia es malo. Algo positivo que nos ha traído el quedarnos en casa y bajar nuestras actividades, es ver el cielo más azul, y puede ser que ya no te ardan tanto los ojos y puedas respirar aire más limpio.  

Para muchos jóvenes esta contaminación o cielos grises era algo normal, porque así les toco vivir la ciudad desde sus primeras salidas a la calle. Para otras generaciones ver la ciudad como la llegamos a ver hace varias décadas, es fabuloso. Una ciudad menos contaminada, menos insegura, donde se solía salir a pasear, jugar en la calle y a platicar.  

Nuestra cotidianidad ha cambiado, y es momento ideal para analizar cómo nos movemos y las afectaciones al medio ambiente de nuestros hábitos de movilidad, y cómo esto se vincula con la calidad de vida que tenemos las personas que vivimos en la ciudad. Es hora de reflexionar si podemos cambiar para tener un entorno más seguro y que nos ayude a hacer frente a estas situaciones en lugar de exponernos más a los riesgos 

Es importante usar más el transporte público y si es necesario usar el coche, vamos compartiéndolo y dando aventones, para tener menos coches contaminando en las calles, disminuyendo los congestionamientos y mejorando la seguridad vial. Usemos más la bicicleta, que es un coche menos en las vialidades y que además nos ayuda a mejorar nuestra salud al hacer ejercicio y tener un cuerpo más sano.  

Caminar más en los trayectos cortos, lo que llamamos movilidad activa, se da muy poco en nuestra comunidad. De los viajes al ITESO solo el 4.4% se hacen caminando, 3.5% en bicicleta, 17.1% en transporte público y 4 % en transporte universitario6. Esto tiene que aumentar si queremos aportar a un cambio por el bien de nuestra ciudad, nuestra familia y el mundo. 

Para esto es necesario cambiar hábitos, usar menos el coche, movernos de forma activa y exigir a los gobiernos e instituciones que inviertan más en el transporte público o masivo, en infraestructura para el uso de la bicicleta y mejorar las condiciones para que las personas caminen de forma segura y accesible. Esto nos ayudara a prepararnos por si llega de nuevo otra pandemia similar y hacerle frente de mejor manera. 

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