El coordinador académico del Observatorio para la Democracia en América Latina de Ausjal señala que la crisis postelectoral que vive Venezuela luego de las elecciones del 28 de julio es “la punta del iceberg del riesgo severo que vive la democracia en América Latina”
Desde el pasado 28 de julio, Venezuela no ha parado de aparecer en las noticias. Ese día, porque tuvo lugar una jornada electoral en la que, después de mucho tiempo, una candidatura de oposición, encabezada por Edmundo González, daba visos de poder derrocar al régimen de Nicolás Maduro; después de ese día, porque el oficialismo y la oposición se declararon ganadores, dando pie a una serie de manifestaciones violentamente reprimidas que tienen sumido al país sudamericano en una crisis postelectoral que es descrita por Ángel Álvarez como “una situación tensa, una situación política que no avanza y en la que no hay pláticas o negociaciones, al menos no que se sepa, para resolverla”.
Ángel Álvarez es el coordinador académico del Observatorio para la Democracia en América Latina de la Asociación de Universidades Jesuitas Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (Ausjal). Al hacer un recuento de lo que ha venido ocurriendo a raíz de la pasada jornada electoral, explica que uno de los principales problemas es que no hay información confiable.
“No hay un resultado oficial que tenga respaldo en actas. El gobierno dice tener el 100 por ciento de las actas, pero no las presenta; la oposición dice tener el 89 por ciento de las actas y sí las presenta, y en ellas tiene un 60 por ciento [de las preferencias electorales] contra el 39 del candidato oficial y el 1 de las otras candidaturas. El sitio web del Consejo Nacional Electoral está caído, el gobierno dice que está hackeado, pero no presenta otra fuente de información”, dice Álvarez y añade que todo esto ha derivado en una represión contra activistas políticos que suma ya 24 muertos y mil 152 personas de las que en su mayoría se desconoce su paradero, pues sólo se tiene registro de 80 detenidos. “Se están realizando operativos nocturnos para detener a las personas en sus casas sin órdenes de captura, realizados por personas sin uniforme; la oposición protesta por la situación, pero poco; es una situación tensa”.
El pasado 29 de julio, el Observatorio para la Democracia en América Latina hizo público un comunicado en el que da cuenta de cómo el proceso electoral fue inequitativo. De entrada, la oposición tuvo que enfrentar la prohibición de parte de la autoridad electoral para permitir la participación de María Corina Machado como candidata de la oposición, cuyo lugar fue finalmente ocupado por Edmundo González. Luego, la campaña se distinguió por la serie de obstáculos que la oposición tuvo que enfrentar para recorrer el país.
Aun cuando el Consejo Nacional Electoral de Venezuela anunció como ganador a Nicolás Maduro, el resultado ha quedado en entredicho dentro y fuera de aquel país. “Hay una situación de incertidumbre y de expectativa”, dice Ángel Álvarez. Menciona que Maduro “sólo ha sido reconocido como ganador por países con baja democracia, mientras que todos los países gobernados por la derecha no han reconocido su victoria, excepto Chile, que tiene un gobierno de izquierda y tampoco ha reconocido el resultado”. En ese sentido, agrega, es necesario que la comunidad internacional, específicamente los países vecinos como Colombia, Brasil y Chile, pero también otros como Estados Unidos y México, “hagan un llamado que propicie una mediación que dé pie a una salida no violenta”.
La situación no es sencilla. Álvarez ve dos escenarios: el primero, el más probable, es la estabilización del país por la vía de la represión, que vendría a consolidar la configuración de una dictadura en forma pues por primera vez el partido oficial mantendría el poder sin el respaldo electoral. El segundo escenario implica que la comunidad internacional propicie diálogos y negociaciones para que el oficialismo reconozca su derrota y dé lugar a la transición, o bien, repita la elección garantizando una competencia equitativa entre quienes contiendan.
Cualquiera de los escenarios resulta complicado para Venezuela, debido al deterioro de las instituciones en un país que, desde tiempos de Hugo Chávez, el antecesor de Maduro, se han venido debilitando al tiempo que se fortalece la presencia de las Fuerzas Armadas en el ámbito civil. Sin embargo, el coordinador académico del Observatorio para la Democracia afirma que “no es fácil, pero no sería la primera vez en América Latina que se logra revertir un alto nivel de desinstitucionalización”. Pone como casos de éxito a Chile y a Uruguay y dice que “es un proceso lento que implica la reinstitucionalización del Estado, la separación de las Fuerzas Armadas de la vida civil y la recuperación del aparato productivo, tanto público como privado. Ese es el reto”.
Para concluir, Ángel Álvarez señala que “el caso venezolano no es aislado, ni en la región ni en el mundo. Venezuela es la punta del iceberg, pero es evidencia del riesgo severo en que se encuentran las democracias en América Latina”, lo que hace todavía más necesario “comprender las razones por las que está retrocediendo la democracia en la región”.
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