La Cátedra Sartori arrancó con una discusión acerca de las implicaciones de tener a la primera mujer presidenta en la historia del país, la participación de mujeres en la política y la agenda de paridad de género
Avances, pero también cuentas pendientes en la agenda de paridad de género se tienen este 2024, año en que, por primera vez en la historia, una mujer asumió como presidenta de México: una mujer que, según ha dicho, llegó acompañada de todas las mujeres del país.
La reciente asunción de Claudia Sheinbaum trajo consigo reflexiones sobre la representatividad de las mujeres en la administración pública, pero también acerca de la imperiosa necesidad de seguir impulsando una agenda de derechos en la que ha habido algunos progresos en los últimos años.
Lo anterior fue motivo de debate dentro de la Cátedra Sartori, “Elecciones en México 2024: escenarios y perspectivas”, en el panel “Participación y configuración política”, evento organizado por el Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos del ITESO (Desoj), y que fue moderado por Azul Aguiar, académica de este departamento, y contó con la participación de las investigadoras Lorena Vázquez, del Instituto Belisario Domínguez, y Elizabeth Pardo, también del Desoj, así como el investigador Oniel Díaz, de la Universidad de Guanajuato.
“Claudia Sheinbaum tendrá que demostrarnos a las mujeres, y a las mujeres feministas, que realmente llegamos todas. A mí no me termina de quedar claro; soy crítica. En la ‘mañanera’ anunció que enviará al Senado un paquete de iniciativas para que se modifiquen seis artículos constitucionales que otorgarán a las mujeres mayor seguridad, una vida libre de violencia y procuración de justicia y trabajo; me parece que envía un mensaje muy poderoso, pero también habría que trabajar no sólo en la aprobación de reformas —que, por cierto, es casi un mero trámite—, sino en crear las condiciones para que se puedan ejercer esos derechos”, señaló Pardo.
Internacionalista con Maestría en Estudios Diplomáticos por el Instituto Matías Romero, la académica explicó que, hasta ahora, el Poder Legislativo ha servido de laboratorio para el análisis de la participación de las mujeres en la política, que está fundada en el derecho a ejercer una ciudadanía plena.
“Sin la presencia de las mujeres que tenemos actualmente en la política mexicana, esta agenda no hubiera avanzado, ni a nivel nacional ni a nivel estatal […] Pero [el hecho de que haya] más mujeres en los cargos no siempre significa impulsar agendas orientadas a sus derechos, a la autonomía y la igualdad: existen otros factores que impulsan lo que estas legisladoras defienden. No necesariamente el sexo va a determinar la acción política […] Lo que no ha cambiado son las lógicas y dinámicas del sistema político mexicano, que sigue siendo predominantemente patriarcal, con la disciplina partidista y la votación en bancadas, que dan poco margen a la representación de las mujeres”, advirtió.
Vázquez, quien cuenta con una maestría en Estudios Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana y es especialista en temas de género y representación política, explicó que el incremento en la representación de las mujeres en los espacios de decisión es sistemático y sostenido, incluso más allá de la elección de Sheinbaum, pues entre 2021 y 2024 trece mujeres resultaron electas como gobernadoras, lo que representa 40.6 por ciento de las entidades, además de que la agenda de las mujeres ha sido uno de los asuntos más legislados en el Congreso de la Unión, así como en varios congresos locales.
“México es un país que está a la vanguardia en los mecanismos formales para garantizar la inclusión de mujeres en todos los espacios de decisión”, apuntó.
Entre los asuntos que se han legislado se encuentra la propia paridad de género en la elección de cargos de representación popular (2019), algo que ha llegado incluso a los reglamentos de los partidos políticos, así como agendas específicas como la seguridad social para trabajadoras del hogar, guarderías para padres trabajadores, la Ley Olimpia contra la violencia vicaria y la violencia ácida, la eliminación del IVA a productos de gestión menstrual, la contemplación de hijas de ejidatarios como herederas de tierras, la adopción del lenguaje incluyente y la creación del Registro Nacional de Obligaciones Alimentarias —esto es, la identificación de deudores alimentarios.
No obstante, aún hay agendas pendientes, como la interrupción legal del embarazo, el Sistema Nacional de Cuidados, la defensa de derechos sexuales y reproductivos, así como la objeción de conciencia, la gestación subrogada o las vacunas para el VPH. Además, falta trabajar más en las leyes de antidiscriminación y de compensación, en la disuasión de la violencia, en los presupuestos con perspectiva de género, y también institucionalizar esta agenda a través de comisiones, institutos o unidades de género.
“No basta solamente con aprobar leyes: hay que ver que realmente se esté modificando la vida de las mujeres, buscar que esas políticas públicas atiendan y solucionen los problemas y mejoren la realidad de ellas. El objetivo es la igualdad sustantiva, no aumentar la representación sustantiva de las mujeres en los congresos”, mencionó.
La victoria de Morena y sus implicaciones
Díaz, quien es doctor en Ciencia Política y Estudios Internacionales por la Universidad de Birmingham, realizó un análisis del último triunfo de Morena y sus implicaciones político-electorales.
Tras presentar varias gráficas con encuestas de distintos medios sobre el comportamiento del electorado en este 2024, el académico concluyó que Sheinbaum no solamente replicó, sino que logró ampliar la coalición ya de por sí muy grande de votantes que llevó a Andrés Manuel López Obrador al poder en 2018.
“Esto no es un dato menor, porque a diferencia de AMLO, que enfrentó una oposición muy dividida —hay que recordar que el PAN y el PRI iban por su lado—, aquí se derrotó a una oposición que iba unificada”, observó.
Según su interpretación, el primer elemento que favoreció el triunfo de Morena fue la debilidad de la oposición y el declive de las bases de apoyo de los partidos tradicionales que, si bien ya eran muy limitadas, este año entraron en un proceso de mayor desgaste, pues ambos partidos tienen el rechazo de buena parte del electorado, en particular aquel apartidista o independiente que representa alrededor de la mitad del padrón. Además, el partido guinda logró hacerse con la base de apoyo que en sexenios anteriores pertenecía al PRI.
Otro dato interesante que compartió fue que la ahora presidenta logró incrementar el apoyo hacia la 4T entre el electorado de derecha, pues prácticamente duplicó el apoyo que tuvo López Obrador.
Todo esto se explica en gran parte debido a la mayor flexibilidad programática de Morena, que le permitió llevar a cabo ciertas políticas públicas y programas sociales de acceso universal, como el apoyo a los adultos mayores, o incrementar el salario mínimo. Algo que el PRI y el PAN no lograron en su momento, porque se volvieron entidades rígidas, que era muy difícil que salieran del esquema neoliberal.
“Creo que es tan neoliberal Morena como los antecesores, pero dentro de ese marco de una economía de mercado, abierta e interconectada con la economía norteamericana, fue capaz de establecer ciertos programas que lo diferenciaron de los partidos tradicionales y tener logros como la reducción de la pobreza, que le permitió ampliar su base”, explicó.
Para el especialista es claro que éste ya no es el sistema de partido hegemónico del PRI ni el sistema multipartidista moderado que rigió de 1997 a 2017, y que en 2018 se inauguró un tercer sistema de partido predominante, donde lo que preocupa es que pueda ser autoritario como lo fue el PRI. Este retorno a un gobierno de partido es evidente, pues los anteriores estaban limitados por organismos autónomos o por un Poder Judicial que ponía freno, mientras que ahora se votó a un partido que tuviera la capacidad de hacer cambios en todas las áreas relevantes de política pública.
“Sheinbaum va a ser la presidenta más poderosa que encabece por primera vez un gobierno de partido. Soy escéptico en que vamos a ver una erosión de la democracia, comparto que existe ese riesgo, pero creo que lo que estamos viviendo es el paso de un gobierno de democracia consensual, con instituciones que dispersan el poder político, hacia un modelo de democracia mayoritaria, con instituciones que la concentran”, añadió.
FOTO: Zyan André