La Maestría en Desarrollo Humano fue el primer programa de posgrado que ofreció el ITESO y en 2026 cumple 50 años. Laura Elena García, su nueva coordinadora, está lista para encabezar los festejos y seguir aumentando el alcance de esta oferta académica
Cuando era niña, Laura García era, como se dice, buena para las matemáticas. Y aunque los números se le facilitaban, su mamá siempre vio en ella habilidades “más de lo humano”: era observadora y reflexiva, tanto que su madre decía que iba a ser psicóloga. Influida por sus amigas cercanas y empujada por el deseo de tener sus propios ingresos, apostó por los números: estudió Contaduría. Pero, al final, su madre tuvo la razón: la vida la fue llevando hacia “lo humano” y hoy es la nueva coordinadora de la Maestría en Desarrollo Humano del ITESO, programa que en 2026 cumple 50 años desde su creación.
El currículum de Laura Elena García García (Ciudad de México, 1971) dice que es licenciada en Contaduría Pública por la Universidad de Guadalajara. Ejerció durante diez años —cinco en un lugar que fue “una excelente experiencia” y cinco en otro donde el ambiente “era complejo”— y hasta ahí llegaron los números: es académica del Departamento de Psicología, Educación y Salud (DPES) del ITESO desde 2007, tiene una maestría en Terapia Familiar Sistémica, un doctorado en Ciencias de la Educación y especialidades en Psicoterapia Humanista Existencial y Musicoterapia Humanista. Y, por supuesto, cursó la Maestría en Desarrollo Humano del ITESO. “Mi vida tiene un antes y un después de la maestría. Sí aplica la frase de ‘Me cambió la vida’, cambió mi modo de ser y de proceder en el mundo”, dice la académica con una emoción que se desborda en cada palabra.
La Maestría en Desarrollo Humano fue el primer programa de posgrado que ofreció el ITESO a mediados de los setenta. El próximo año llega al medio siglo y a Laura García le tocará encabezar las celebraciones. “Tenemos mucha alegría, estamos de manteles largos. Tenemos una comunidad muy fuerte, con egresados que quieren mucho a la maestría y con ellos estamos preparando una serie de actividades que tienen como objetivo principal compartir qué es lo que hace un maestro en Desarrollo Humano”, dice y adelanta que están preparando una serie de talleres dirigidos al ámbito organizacional, educativo, pastoral y de personas vulnerables, así como un gran festejo que tendrá lugar en mayo de 2026 y el auditorio Pedro Arrupe, SJ, como escenario.
Laura García dice que la creación de la Maestría en Desarrollo Humano era natural para una universidad como el ITESO porque “hay un paralelismo muy cercano con la inspiración ignaciana. Lo que nosotros promovemos es que la persona avance hacia su congruencia, que pueda comprender su pensar, su sentir, que haga un discernimiento para tener una forma de actuar más ética y cuidadosa, para sí y los demás. Eso pasa en los Ejercicios Espirituales. Por eso creo que la Maestría en Desarrollo Humano va muy de la mano con la inspiración jesuita”, dice la coordinadora.
El programa de esta maestría está dirigido a cualquier persona que quiera adquirir, desarrollar y poner en práctica habilidades para atender conflictos, para propiciar el diálogo, para ejercer un liderazgo humanista, sin importar su profesión o su área de conocimiento. Laura Elena dice que desde la maestría “promovemos el desarrollo de lo que hoy llaman las soft skills, es decir, la capacidad para desarrollarnos, para fomentar ambientes de confianza, crear sentido de pertenencia, buscar una resolución pacífica y armónica del conflicto, tener colaboraciones fructíferas. Cualquier profesional puede y necesita aprenderlo”.
Mi propósito es seguir llevando ese fuego que la maestría enciende en el corazón de las personas
Con esta convicción, menciona que uno de los principales retos es “hacernos más visibles, que las personas conozcan la maestría, entiendan la importancia de este posgrado y se interesen en él”. Otros retos son, también, posicionar el rol de las personas maestras en desarrollo humano y cómo se pueden vincular en cada uno de sus ámbitos profesionales, así como la vinculación que se puede hacer con otros programas académicos.
Cuando se le pregunta por cuáles son tres habilidades indispensables para el ejercicio profesional en el primer cuarto del siglo XXI y que se pueden adquirir en la Maestría en Desarrollo Humano, enlista: “Tener una presencia que acompañe; aprender a aceptar al otro y hacerle sentir que es valioso”. Y agrega una más: quienes cursan el programa adquieren “la capacidad de comprender profundamente un contexto para ofrecer una intervención que atienda sus problemáticas con pertinencia”.
Respecto de su nuevo encargo como coordinadora, Laura Elena García se ve a sí misma, dice, “como si me hubieran pasado la antorcha de los Juegos Olímpicos y ahorita mi propósito es seguir llevando ese fuego que la maestría enciende en el corazón de las personas”.
FOTO: Luis Ponciano