Dos profesores del ITESO cuentan cómo han vivido esta problemática, cómo se lidia con esto en distintas instituciones y las repercusiones para víctimas y agresores

Por Luis Alberto Hernández Lorena y Oscar Daniel Aguilar Frías

Durante mucho tiempo  el bullying ha sido uno de los mayores problemas que enfrentan las instituciones educativas de todos los niveles. Se ha analizado este fenómeno desde varias perspectivas que van desde la víctima hasta el victimario; en esta ocasión nos enfocarnos en el punto de vista de las y los profesores.

La maestra Claudia Alcocer y el maestro Casimiro Arce, del ITESO, nos cuentan cómo han vivido ellos estas situaciones y nos relatan historias sobre jóvenes que han sufrido bullying, cómo lidian con esto las instituciones y las repercusiones que sufren tanto las víctimas como los agresores.

Además de dar clases, Alcocer y Arce también son psicólogos que han realizado investigaciones sobre el bullying. La entrevista empezó con una pregunta clave.

—¿Han sido testigos de bullying?

—Claudia: Sí.

—Casimiro: Sí, varias veces.

—Claudia: Sí… y víctimas también, ja, ja.

Los dos concuerdan en que el bullying existe en todos los grados escolares, pero se manifiesta de diferentes formas. En la preparatoria, dicen, las agresiones que pueden llegar a considerarse bullying pasan un tanto inadvertidas debido a que los abusos se manifiestan de forma oculta. Por ejemplo, los comentarios hirientes que a veces no pueden diferenciarse de si es la manera en la que los chicos y las chicas se llevan o si realmente buscan herir a la persona. Claudia nos dijo: “Me parece que también es diferente el bullying que podemos ver en las aulas de secundaria a las que vemos en preparatoria. Quizá en preparatoria de formas a lo mejor más ocultas, más simbólicas, lejos de la mirada de los profes, y que requiere un trabajo más complejo de observación, de investigación, que lo que uno a simple vista pueda ver en un salón. Uno puede creer que solo se llevan pesado, pero lejos de la mirada del profe pasan muchas cosas”.

A diferencia de la preparatoria, en la secundaria los casos de bullying son más notorios. Las agresiones no consisten únicamente en palabras, sino que se llegan a dar situaciones en las que el abuso pasa a ser físico. Casimiro dice:En secundaria sí se da más como agresiones directas y abiertas, además de golpes, insultos, y eso es muy común, además de poner apodos por ciertas características físicas”.

Durante una investigación sobre el bullying Casimiro encontró que los agresores no tienen un patrón para seleccionar a la persona que quieren molestar; descubrió que solamente basta que la víctima tenga alguna característica notoria para agredirla. “No es que se moleste más a los chaparros que a los altos o más a los gordos que a los flacos, sino que buscan cualquier rasgo que sea más o menos distintivo”.

Claudia habla de un caso de bullying extremo en una escuela secundaria, en la que se maltrataba a un chico con discapacidad intelectual, al punto de que lo trataban como si fuera un animal. Dice: “Yo hace muchos años trabajé en una escuela pública, y ahí vi un caso muy grave de un chico que tenía cierta discapacidad intelectual y que el grupo lo trataba como un animal. Le tiraban comida al suelo y se la comía cuando los docentes no lo veían. Al chico lo trataban como un animal, pero él no percibía el daño, no lo sentía. Hacía muchas cosas para ‘pertenecer’. Y era interesante porque había otros chicos en ese salón que podrían tener características como para que fueran buleados. Como alguien en silla de ruedas o alguien con sobrepeso, y no. Tenía que ver con algo que el grupo había valorado que podían utilizar, alguien a quien podían someter. Planteamos cambiarlo de grupo a uno que tuviera actitudes mucho más favorables frente a la discapacidad, frente a la diferencia y el grupo no quería dejarlo ir. Decían ¡no! él es nuestro, y si alguien lo va a lastimar, si alguien lo van a maltratar, somos nosotros, porque lo van a maltratar peor. Y él tampoco quería cambiarse de grupo”.

Después de charlar sobre otros casos les preguntamos cuáles son los castigos a los agresores por esos actos. Claudia nos habló de otro caso de bullying: “En otra secundaria pública unos chicos graban un video con un arma, un rifle, y simulan que van a darle un tiro a un niño que es homosexual, entonces expulsan de inmediato al que aparece en el video y al que se presume que lo grabó, porque se escucha la voz. Los expulsan, aunque no hayan llevado a cabo la acción, pero sí hubo una amenaza muy grave. Para mí, fue un castigo ejemplar que tuvo buenos efectos y aseguró al menos la protección del menor en lo que compete en ese espacio educativo”.

Al finalizar la entrevista nos dimos cuenta de que las y los profesores, e incluso las instituciones educativas, están preocupadas por los casos de bullying y que deben enfrentar esas situaciones. Aunque parezca que lo que hacen las escuelas para tratar de erradicar el bullying de cierta manera funciona, este fenómeno no parece ceder, pues, como hemos visto en las noticias, cada vez hay más jóvenes que son víctimas de bullying.

Luis Alberto Hernández Lorena y Oscar Daniel Aguilar Frías son estudiantes de la licenciatura en Comunicación y artes audiovisuales en el ITESO. Este artículo forma parte de una investigación realizada para el PAP Mirar la ciudad con otros ojos. Memorias e identidades, Primavera 2023.