La ruta trazada por ambos movimientos busca acrecentar las redes de solidaridad y reivindicar la memoria de la vida, la lucha por la verdad y la justicia; en el contexto actual es fundamental sumarnos a la lucha de las mujeres buscadoras y generar un debate de soluciones con quienes buscarán puestos de elección popular

Por Luis Orlando Pérez Jiménez, S.J., jesuita y abogado de derechos humanos. Estudiante de doctorado del University College de Londres (UCL)

Cada vez que consumes un bien o un servicio pagas impuestos. Si los impuestos son la fuente de financiamiento de los sueldos de quienes gobiernan, la ciudadanía tiene derecho a exigir a los funcionarios públicos que hagan bien su trabajo. El no hacerlo sería renunciar a tu poder de ser ciudadano, es decir, “al derecho a tener derechos” (Arendt, 1949). Por ejemplo, el derecho a exigir el poder circular por las calles sin miedo a ser desaparecido. Tu derecho a vivir sin violencia. Tu derecho a no ser extorsionado y a ser protegido por las instituciones encargadas de proveer seguridad y justicia. En definitiva, pienso que no tiene sentido renunciar al derecho a vivir en una ciudad donde puedas respirar en paz.

La suma de todos tus derechos y obligaciones forma parte de eso que llamamos democracia. En efecto, generaciones anteriores lucharon por un sistema político donde los ciudadanos podamos elegir a nuestros servidores públicos. Mucha sangre e inteligencia se han entregado para que tú y yo podamos votar para elegir a los mejores para gobernar la ciudad. Renunciar a elegir podría significar una falta a la memoria de los cientos de mexicanos y mexicanas que han donado sus vidas por una sociedad cada vez más incluyente y menos desigual.

Sin embargo, asumo que un sector amplio de la sociedad ya no cree en los políticos, ni quiere salir a votar. La baja participación en las votaciones del Estado de México y Coahuila son una muestra de ello. Sus razones tendrán. Por otro lado, hay un sector de la sociedad que está sufriendo la violencia directamente. Y, por las víctimas de la violencia, tiene sentido intentar una segunda reflexión sobre la importancia de la participación política por medio de la exigencia de derechos. Si ya no hay confianza en los políticos, sí hay fe en Dios. Por ello, intentaré hacerlo desde el lugar de la fe de ojos abiertos.      

La pregunta que quiero proponerte es la siguiente: ¿Qué aporta el movimiento iniciado por Jesús de Nazaret y sus seguidores a la lucha por la exigencia de derechos hoy? Mi argumento central es que Jesús de Nazaret inició un movimiento de transformación social que hoy en día sigue inspirando colectivos y organizaciones sociales que dialogan con una agenda democrática que se ha construido desde diversos procesos ciudadanos. Uno de ellos es movimiento de lucha contra la desaparición de personas. Sostengo que el movimiento de Jesús (Richard, 1998) provee de sentido al deseo de desear una sociedad democrática, justa y en paz. Asimismo, fortalece el deseo de no vivir aislados sino organizados, donde las víctimas de la violencia estén al centro de nuestras preocupaciones.

El objetivo de este ensayo es actualizar el pensamiento del movimiento de Jesús que en particular ha girado en torno a la pregunta sobre la cuestión social, es decir, y entre otros temas, a la lucha contra la explotación y aniquilación del humano por el ser humano. Para ello, en primer lugar, señalo algunas características del movimiento de Jesús de Nazaret. Luego, presento el movimiento de las mujeres que buscan a sus familiares desaparecidos donde el movimiento de Jesús tiene resonancias actuales. Finalmente, sugiero que la agenda de las mujeres que buscan tendría que estar al centro de la contienda electoral.

El movimiento de Jesús

Siguiendo a Pablo Richard (1998) las características del movimiento de Jesús son las siguientes. Primera, después del asesinato de Jesús de Nazaret alrededor del año 30, sus seguidores se organizaron en comunidades que se reunían en las casas de amigos y familiares. Segunda, estos pequeños grupos tienen comunicación entre sí. A partir de esta relación conformaron la estructura del movimiento. Tercero, estas comunidades deciden generar otras comunidades, es decir, la estrategia fue generar una gran comunidad de comunidades.

Ahora bien, ¿en qué consistían las reuniones del movimiento? Principalmente en conspirar, es decir, respirar el mismo espíritu de esperanza de que la vida puede ser mejor. Para ellos, la fuente principal era hacer memoria de la vida y obra de Jesús. Hacer memoria consistía principalmente en dialogar, en compartir la palabra como principal dinámica del encuentro. Asimismo, en estas reuniones se compartía la comida al tiempo que se reflexionaba sobre la vida cotidiana. Se intercambiaba aquello que les preocupaba o los animaba. Luego, quienes se reunían eran personas que querían fomentar la unidad entre ellas mediante la escucha y la ayuda mutua. Y claro, celebrar la vida y consolarse en los tiempos difíciles.

En este movimiento participaron mujeres y hombres con diferentes trayectorias y posiciones dentro de la sociedad. Algunos de los nombres de estas mujeres son Lidia y Priscila. Asimismo, algunos de ellos eran obreros, como el esposo de Priscila, de nombre Aquila, quien fabricaba tiendas. También, había quienes ocupaban lugares de liderazgo como Crispo. Cuando Crispo se unió al movimiento de los primeros seguidores de Jesús puso a disposición dos casas para que se hicieran reuniones con distintos grupos. Estos ejemplos ilustran parte del perfil de sus integrantes.

Asimismo, la estrategia de reclutamiento fue muy simple: invitaciones a cenar, y en la cena, compartir la palabra, sus ilusiones y sus necesidades. De esta forma, poco a poco más y más personas se fueron uniendo. Adicionalmente, algunos de los integrantes de estas comunidades viajaron a nuevas ciudades para empezar ahí nuevos grupos. Estos nuevos grupos pertenecían a culturas distintas entre sí. Por esta razón, el movimiento adquirió formas distintas según la cultura local. De esta forma, la red de casas y grupos de reunión pronto se expandió. Sin embargo, estas reuniones generaron sospechas ante los políticos de su tiempo. Algunos de los integrantes de estas comunidades fueron puestos en prisión. Y posteriormente liberados. Ahora bien, ¿qué movimiento similar al de Jesús está hoy empujando una agenda de esperanza similar?

Si las mujeres luchan por la vida, estamos a tiempo de luchar junto con ellas.

El movimiento de mujeres buscadoras de vida

Desde hace 50 años, en México se desaparece a personas con total impunidad. Quienes han luchado contra esta grave violación a los derechos humanos desde los años 70 del siglo XX hasta el día de hoy son los familiares de las y los desaparecidos. La mayoría de ellas son mujeres. El gobierno federal actual, reconoce que existen más de cien mil personas que han sido desaparecidas y no localizadas. Sin embargo, desde los años 60 del siglo pasado en México ya se utilizaba la desaparición de personas como forma de represión social para callar las disidencias sociales. En la década de los 90, el número de mujeres que fueron desaparecidas y luego encontradas asesinadas corresponde a un perfil de mujeres que trabajaban en las maquiladoras en el norte del país.

Luego, a partir del 2007 en la zona norte del país comenzaron a desaparecer estudiantes, choferes, pequeños comerciantes, trabajadoras domésticas, trabajadores de seguridad privada, policías y tránsitos (Ansolabehere & Martos, 2021). Asimismo, en menor proporción, abogados, contadores, ingenieros, veterinarios, arquitectos, diseñadores, carpinteros, electricistas y pintores (ibid.). También en el norte del país, una tendencia que predomina es que son personas jóvenes de 30 años a quienes más desaparecen.

Ante la problemática descrita en el párrafo anterior, en Coahuila en el 2009 empezaron a organizarse familiares de personas desaparecidas (Sánchez Valdés et al., 2018). A este grupo le siguieron otros más en Nuevo León en el 2011 y después en Tamaulipas. Luego de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre del 2014, el número de colectivos organizados creció exponencialmente en país. Hoy, la Red de Enlaces Nacionales, está conformada por más de 192 colectivos con presencia en 27 estados de la República Mexicana (2022).

Una forma de explicar el crecimiento de este movimiento son las redes de autoayuda que han formado los colectivos. Por ejemplo, la Red Enlaces Nacionales es un ejemplo claro de esta forma de colaboración social. Esta articulación va desde lo local, regional hasta lo nacional. Otra red es el Movimiento Nacional por Nuestros Desaparecidos. Asimismo, los colectivos en general se movilizan con sus propios recursos económicos. Sin embargo, durante el proceso de búsqueda las familias invierten los recursos que tienen a su alcance. Por esta razón, se empobrecen y muchos enferman. A pesar de todo el sufrimiento que tienen que soportar, los colectivos son un ejemplo de organización política contra la desaparición forzada de personas.

Entre sus estrategias principales está la lucha por el reconocimiento de la problemática, la exigencia de creación de leyes e instituciones que atiendan sus demandas y la búsqueda de personas con sus propios medios. Esta forma de trabajo en red, ¿qué similitudes tiene con el movimiento de Jesús?

Similitudes entre ambos movimientos

La principal similitud es la construcción de redes locales y regionales. Asimismo, los dos movimientos reivindican la memoria de la vida, la lucha por la verdad y la justicia. En ambos movimientos las reuniones son en pequeños grupos y utilizan los medios que tienen a su alcance; estos grupos tienen comunicación entre sí y conforman la estructura del movimiento. Adicionalmente, en ambos movimientos, la fe en Dios es otro factor que explica cómo se sostienen su esperanza. En el caso de las mujeres que buscan, la fe da sentido en medio del dolor y la indiferencia de la mayoría de las y los mexicanos. Frente a este dinamismo de esperanza ¿podemos sumarnos a la lucha de los colectivos?

La contienda por ocupar los puestos de gobierno ha empezado. Limitarnos a dividir el país en buenos y malos, sin involucrarnos en la contienda electoral, podría perjudicar el movimiento de madres que buscan a sus familiares. Si las mujeres luchan por la vida, estamos a tiempo de luchar junto con ellas. Podemos generar espacios donde el ejercicio de escucharlas sea el punto de partida. Asimismo, se pueden abrir nuestras comunidades universitarias y de reflexión académica. También, se les puede apoyar económicamente o con herramientas para buscar. En este movimiento, la creatividad no tiene límites. Cada uno según sus estudios, profesión y habilidades puede aportar.

En un contexto donde cualquier persona puede ser desaparecida, es fundamental generar un debate de soluciones con quienes buscarán puestos de elección popular. Tenemos el derecho a exigir que las desapariciones paren en el país. La ruta trazada desde el movimiento de Jesús y el movimiento de las mujeres que buscan es acrecentar las redes de solidaridad. La esperanza se ha hecho red. Sigamos tejiendo justicia y verdad. 

Bibliografía

Ansolabehere, K., & Martos, A. (2021). Disappearances in Mexico: An Analysis Based on the Northeast Region. En Disappearances in the Post-Transition Era in Latin America (Karina Ansolabehere, Barbara A. Frey and, Leigh Payne). The British Academy by Oxford University Press.

Arendt, H. (1949). “The rights of man”: What are they? American Labour Conference on International Affairs.

Red Enlaces Nacionales. (2022). Informe VI: Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas.

Richard, P. (1998). El Movimiento de Jesús después de su Resurrección y antes de la Iglesia. Una interpretación liberadora de los Hechos de los Apóstoles. Sal Terrae.

Sánchez Valdés, V. M., Pérez Aguirre, M., & Verástegui González, J. (2018). Formación y Desarrollo de los Colectivos de Búsqueda de Personas Desaparecidas en Coahuila: Lecciones para el futuro. El Colegio de México.