La atención psiquiátrica es insuficiente en México. Los datos son fríos y claros
POR MARÍA JOSÉ FRÍAS

En  México  unos  dos  millones  de personas padecen trastorno bipolar y más de un millón de esquizofrenia, aunque sólo se destina 2 por ciento del presupuesto de salud para la atención psiquiátrica, según el informe de la Secretaría de Salud.

El mismo reporte indica que en 2017 se destinaron 2,586 millones de pesos a la salud mental, de los cuales 80 por ciento estuvo destinado a la manutención de los hospitales psiquiátricos. Para prevenir, diagnosticar y rehabilitar al 17 por ciento de mexicanos que viven con estas condiciones de salud se destina el 20 por ciento restante.

El diagnóstico de estas enfermedades suele ser lento y en ocasiones erróneo, ya que se hace exclusivamente a partir de la valoración médica que toma como base el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM). El tiempo promedio varía según la enfermedad; en el trastorno bipolar oscila entre los ocho y los doce años, y es uno de los más difíciles en psiquiatría, según Ingrid Vargas, de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Estefanía ha vivido más de treinta años con esta enfermedad. Su diagnóstico llegó cinco meses después de presentar un episodio maníaco, precedido por periodos de depresión.

A pesar de ser la sexta causa de discapacidad mundial, de acuerdo con la OMS, y provocar la pérdida de unos catorce años de vida productiva en quienes lo padecen, no se conoce con exactitud cuáles son las causas de la enfermedad ni se ha encontrado una cura.

El Hospital Civil de Guadalajara Fray Antonio Alcalde reportó 305 diagnósticos de Trastorno Bipolar entre 2009 y 2018, mientras que el Hospital Civil Dr. Juan I. Menchaca reportó 8,660 casos en el mismo periodo.

El ISSSTE considera la esquizofrenia como la cuarta causa de discapacidad en sus derechohabientes; es más común en hombres que en mujeres y suele manifestarse entre los 15 y 30 años de edad. Para Gerardo Machuca, esto comenzó a los seis.

La aparición de la enfermedad llegó en forma de voces que le daban órdenes o repetían lo que él decía; se le diagnosticó depresión, una enfermedad frecuentemente asociada a la esquizofrenia. Quince años después, tras un brote psicótico y un intento de suicidio, el diagnóstico fue esquizofrenia paranoide.

Consuelo, al igual que Gerardo, recibió su diagnóstico derivado de un brote psicótico, con la diferencia de que, tras algunos años, el diagnóstico ha ido cambiando y se ha desdibujado ante la contradicción de las opiniones médicas: “Mi diagnóstico ni yo me lo sé, me dicen que tengo una cosa y después que no. Hace cinco años me dijeron que tenía paranoia”.

Algunos estudios indican que, en los dos años posteriores al primer episodio psicótico, en 20 por ciento de los pacientes se modifica el diagnóstico de esquizofrenia por el de otro trastorno, a consecuencia de la falta de pruebas más objetivas que confirmen el padecimiento, como ocurre con otras enfermedades que pueden ser diagnosticadas con rayos x o análisis de laboratorio. A la complejidad del diagnóstico se añade la carencia y la mala calidad de los servicios psiquiátricos en el sistema de salud pública del país, ya que de los 39 hospitales psiquiátricos públicos en el 79.48 por ciento hay insuficiencia de personal adscrito. Ante esta situación Jesús Ramírez Bermúdez, jefe de psiquiatría del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, dice que no se cuenta con suficientes especialistas y tampoco hay ninguna tentativa de inversión en ese rubro por parte del gobierno.

Alejandro Nenclares, gerente médico del Sistema Nervioso Central de Pfizer, coincidió con esta noción de carencia. En el Encuentro de Neurociencias 2018 dijo que “en México debería haber 12 mil psiquiatras y ahora, ejerciendo de manera formal, calculamos que hay cuatro mil; estamos muy cortos; la OMS señala que debería haber un psiquiatra por cada 10 mil habitantes”.

Para el periodo de residencias médicas que comenzó en marzo de este año se ofrecieron solamente 164 plazas para doctores mexicanos interesados en comenzar estudios en psiquiatría.

Esta insuficiencia del sistema público ocasiona que solo uno de cada cinco mexicanos con trastornos mentales reciba la atención médica requerida y se agrava si se toma en cuenta que el acceso a los servicios de salud particulares es muy limitado, pues 46.2 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza y 10.4 por ciento en pobreza extrema. Este escenario empeora si se considera que las aseguradoras no cubren los gastos que se derivan de la atención a estos padecimientos.

Según el programa de acción específico en salud mental 2013–2018 de la Secretaría de Salud, en las familias de ingresos bajos y medios, entre 76 y 85 por ciento de las personas con trastornos mentales graves no reciben tratamiento.

María José Frías González es estudiante de la Licenciatura en Periodismo y Comunicación Pública en el ITESO. Este artículo es un extracto de la investigación “Vivir con una enfermedad invisible. Diagnóstico y tratamiento en el AMG” que realizó con Andrea Lisette Ríos Corral (q.e.p.d.), quien fuera estudiante de la misma carrera para el PAP Mirar la ciudad con otros ojos. Memorias e identidades, en el periodo de Verano de 2019.

 Lee más sobre estos padecimientos y apoyos desde el ITESO en
https://cruce.iteso.mx/cruce/cuando-predomina-la-tristeza/