Alejandra Xanic, Premio Pulitzer 2013 y egresada de esta universidad, inauguró la Primera Jornada de Periodismo y Comunicación Pública del ITESO.
Alejandra Xanic, con el Premio Pulitzer en su escritorio, se sigue preguntando todos los días si debería estar vendiendo panes de miel para ganarse la vida en lugar de ser reportera. Gana poco, duerme menos, sacrifica su vida personal y admite que es terrible con las finanzas.
Antes de publicar los reportajes en The New York Times –en colaboración con su colega estadounidense David Barstow– que le valieron el premio y ser reconocida mundialmente, obtenía trabajos de ciclo corto para financiar económicamente sus proyectos de largo alcance. Asegura que tiene muchos textos de los cuales no se siente orgullosa.
Robaba horas de sueño durante los 18 meses que se dedicó a revisar papeles en dependencias gubernamentales y planes de construcción de supermercados Walmart en el Estado de México, algunos en las inmediaciones de Teotihuacán.
“No tiene nada de sexy”, se interrumpía a sí misma Xanic al dar su explicación sobre cómo encontró las pistas que develaron los sobornos con los que la transnacional Walmart abrió decenas de tiendas en México entre 2003 y 2005.
Cuando habla, la egresada de Ciencias de la Comunicación, continuamente se detiene para hacer una observación humilde sobre las implicaciones de su trabajo; paréntesis lingüísticos que además de provocar empatía —y risas— entre los asistentes, abrieron una ventana a la intimidad del quehacer periodístico, durante la charla que inauguró la Primera Jornada de Periodismo y Comunicación Pública del ITESO, el viernes 28 de marzo.
Accidentes que valen la pena
En la experiencia de esta periodista que hizo sus pininos en el desaparecido periódico Siglo 21 de Guadalajara, este es un oficio lleno de accidentes, como aquellos que sufría en su infancia junto a su padre cada vez que su destartalado coche se descomponía.
A pesar de sus dudas al ser freelance, Xanic recuerda que su razón para seguir en este negocio es que el periodismo satisface su curiosidad y le permite hacer visibles los temas que realmente le importan.
En la conversación sobre periodismo de investigación que sostuvo con Iván González, periodista de El Informador y profesor del ITESO, ni su primer trabajo ni su emblemática contribución a los reportajes sobre las explosiones del 22 de abril de 1992 estuvieron exentos de accidentes.
“Fue un premio nacional con falla ortográfica”, rememoró, ya que en alguna parte de aquel texto omitió la letra h en “hexano”.
Los alumnos de la Licenciatura en Periodismo y Comunicación Pública y demás invitados empezaron a levantar sus manos para lanzarle preguntas, y una de ellas fue: ¿Cómo había cambiado el Pulitzer su trayectoria como periodista?
“Me puso a la vista un paisaje de periodistas haciendo cosas muy interesantes de las que quiero aprender”, respondió Xanic, quien enumeró varios ejemplos: un periodista de los Balcanes que tiene un grupo de blogueros que sigue el dinero de las Islas Caimán en busca de fraudes; universidades que generan contenidos en conjunto con periodistas y alumnos, como la jesuita Universidad Rafael Landívar y su portal Plaza Pública; La Silla Vacía, sitio colombiano con medio millón de lectores y solo nueve personas trabajando; El Faro en El Salvador; CIPER en Chile, o Animal Político en México.
Publicar en el periódico estadounidense más respetado del mundo no la hace perder de vista que los retos para hacer periodismo en México y en Guadalajara son muy estimulantes.
“El problema es que estamos haciendo mal periodismo y hay que hacerlo mejor”, aseveró, “estamos dejándole a la audiencia más dudas de las que resolvemos”.
¿El periodismo de investigación resuelve esto? Xanic admitió que no siempre. Ella se introdujo en este género en un principio no tanto porque lo encontrara mejor que la nota diaria, sino porque se consideraba muy lenta para escribir, y al no tener agenda por cubrir de la fuente federal, desarrolló un ímpetu de buscar historias… eso, tras superar el nudo en la garganta con el que despertaba cada que se levantaba por las mañanas sin saber qué haría ese día.
«La nota diaria es la madre», declaró, «lo que tenemos que hacer al aprender el diarismo, ahí está la escuela y lo que te da es lo que vuelve al reportero lo que es: agudiza los sentidos para saber qué le importa a los demás y qué le debería importar. Te entrena en advertir lo que es importante, lo que es nuevo, lo que es noticioso».
Xanic consideró que en el diarismo la clave está en la rapidez y la capacidad de sostener los hechos, y destacó que, por ejemplo, ahí radica la diferencia entre un tuitero y un periodista.
«Periodista es el único que corrobora. El que tuitea no verifica, lo que está haciendo esto es regresarnos al reportero básico que va y verifica, que sigue siendo así de elemental», señaló.
Entre logros y hubieras
Tener un Premio Pulitzer no exime a nadie del arrepentimiento. Una pregunta de un asistente sobre ello derivó en que, durante el resto de su conversatorio, Xanic reparara en todas las cosas que pudo haber hecho antes, muchas de las que realiza ahora, y otras que tuvo que dejar pasar.
Admitió que debió haberse hecho freelance mucho más tarde en la vida, porque considera que las redacciones son importantes en la formación al dotar de instinto, velocidad y número de fuentes. «Siempre trabajé en medios pobres porque ahí pudimos inventarnos cosas. Yo supe de viáticos hasta 12 años después de ejercer; me habría gustado tener un periodo de trabajo en un medio con medios, para foguearme más», contó.
Además dijo que le hubiera gustado subirse antes a los nuevos espacios tecnológicos; aunque utilice las redes sociales para investigar, ha escrito un solo tuit en su cuenta. Quiere aprender taquigrafía porque su letra cada vez es peor y si no redacta horas después de escribir sus notas a mano, no puede descifrarlas posteriormente. También le interesa adquirir mejores métodos para archivar y poder utilizar su base de datos para artículos posteriores, porque ya le sucedió el haber perdido grandes oportunidades de publicar por haber extraviado notas de años atrás.
«Hay que hacerse de método de guardar en computadora y papel», dijo. «Busquen, provoquen a la universidad, roben ratos a académicos para saber cómo guardan ellos, háganse de un método porque saber guardar te permite encontrar».
Satisfacción por el periodismo de impacto «microscópico»
Fue en 2012 que Xanic y Barstow publicaron en The New York Times los artículos «Wal-Mart Hushed Up a Vast Mexican Bribery Case», el 21 de abril, y «How Wal-Mart Used Payoffs to Get Its Way in Mexico», el 17 de diciembre. Un alumno en el conversatorio le preguntó si se siente satisfecha con los cambios generados a partir de su publicación.
«Crecí como periodista siendo consciente de que en muchos niveles no pasa nada (después de que se publica una nota)», dijo. Pero explicó que hay niveles microscópicos; niveles como el de uno de los ancianos que protestaron en Teotihuacán muchos años atrás, el cual detonó una bomba casera dentro de uno de estos supermercados y está en la cárcel, dejando a un hijo que piensa que su padre es un loco.
Entregarle años después una copia de los reportajes a ese chico de ahora catorce años, en el cual se verifica que su padre tenía razón en protestar, es un nivel minúsculo de impacto que a Xanic le hizo entender que su trabajo sí importa.
Esto la anima a seguir en este oficio y no volcarse a una vida más pacífica o mejor pagada.
Compartió que al llegar a la redacción de The New York Times y ver cabezas canosas reafirmó que la suya es una profesión que puede durar muchos años más haciéndola feliz, levantándola por las mañanas o robándole veinte minutos, una hora o dos a una historia que le deja una satisfacción profesional, mientras se mantiene con otras que se obliga a sí misma a gustarle.
Y mientras las busca, se provoca accidentes en la vida diaria; cambia de rutas y costumbres, se pierde y se detiene, porque como su padre decía, cuando uno se accidenta es cuando puede darse cuenta de las cosas.
«Lo que hago como reportera es procurar accidentes. Cambio mis rutinas para estar expuesta a lo nuevo, para generar propuestas de investigación».
Foto Roberto Ornelas