El temor a que “el futuro sea siempre como el pasado” sobrevuela las elecciones en el vecino del norte, que esta semana elige en medio de profundas divisiones al próximo residente de la Casa Blanca.

Mucho se ha especulado sobre lo que sucederá el martes 8 de noviembre en Estados Unidos, fecha de las elecciones presidenciales en el país que no solo cuenta con el ejército más poderoso del mundo, sino que también representa la economía más importante por su volumen y sus relaciones comerciales con el resto del planeta.

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¿Quién gana? El Brexit en Reino Unido y el “No” al referéndum de paz en Colombia, mostraron lo erráticas que pueden ser las encuestas y los sondeos

En la última semana, la contienda entre la candidata demócrata Hillary Clinton y su contraparte republicana Donald Trump, ha generado un ambiente de incertidumbre a nivel internacional, al grado tal que los mercados internacionales han mostrado una sensibilidad singular frente a los sondeos de opinión y los informes de las casas encuestadoras y los mercados financieros han mostrado cierta volatilidad frente a la posibilidad de que el republicano resulte triunfador.

Por todo esto y muchos factores más, parecería que en los hombros del electorado estadounidense recae una responsabilidad de magnitudes globales y ante la que las opciones que tienen no son las más alentadoras.

Y es que si bien es cierto que la opinión pública internacional teme más al proyecto del magnate inmobiliario, sostenido en un discurso xenófobo y demagogo aderezado con declaraciones misóginas, lo cierto es que al interior de Estados Unidos, la percepción sobre el proyecto de la exsecretaria de Estado no es muy distinta.

Ella representa la continuidad de un modelo económico que ha aumentado sustancialmente las desigualdades sociales en ese país, además de haber sido cuestionada por su desempeño al frente de la diplomacia estadounidense en el manejo de la crisis en Libia.

Además, estas elecciones se desarrollan a la sombra de dos procesos políticos que enturbian más las previsiones sobre sus resultados: el Brexit y el “No” en el Referéndum de Paz en Colombia.

Si bien un referéndum y unas elecciones no son lo mismo –especialmente por las peculiaridades del sistema electoral estadounidense– los casos colombiano y británico dejaron en evidencia la falta de precisión de los sondeos de opinión y el trabajo de las encuestadoras.

Votar por la continuidad de algo que no está funcionando o votar por algo que se considera que no funcionará, es poco alentador, pero lo que decidan los estadounidenses este martes tendrá implicaciones inmediatas en el devenir de las relaciones internacionales.

Sea Trump o sea Clinton, el modelo democrático-neoliberal que rige este mundo necesita ser repensado, dado que ha perdido su capacidad de autocrítica y ha eliminado las posibilidades políticas de transformación frente a los nuevos retos de la realidad contemporánea, condenándonos –usando las palabras del politólogo canadiense Robert Cox– a que “el futuro sea siempre como el pasado”. Foto Archivo