La complejidad de la pandemia nos reta a traspasar la perspectiva enfocada desde la especificidad de las disciplinas para empaparnos y abordar la realidad desde la multidisciplinariedad.
POR GREGORIO LEAL MARTÍNEZ, PROFESOR DEL CENTRO INTERDISCIPLINARIO PARA LA FORMACIÓN Y LA VINCULACIÓN SOCIAL DEL ITESO
El 31 de diciembre se dio a conocer la noticia de un brote de neumonía atípica en la ciudad de Wuhan, China; días después se confirmaría que fue ocasionado por un nuevo coronavirus, el SARS-CoV–2. La interconexión del mundo actual ayudó a que, seis meses después, este virus estuviera presente prácticamente en todo el globo, ocasionara más de 500 mil muertes e infectara a más de 10 millones de personas.
Si bien, la crisis actual tiene su origen en un problema de salud pública, enmarcarla únicamente bajo esta óptica implicaría un reduccionismo analítico grave. La rápida propagación del virus y en especial, las medidas de aislamiento físico tomadas por casi todos los gobiernos, han ocasionado una crisis económica no experimentada desde la gran depresión de 1929. ¿Es entonces un problema económico? De nuevo, mirarlo sólo desde una lógica económica, sigue siendo una visión sumamente limitada. La forma en que esta pandemia ha sido abordada por los diferentes gobiernos y organismos multilaterales, en algunos casos ha llevado a implementar medidas coercitivas y una vigilancia estricta de la población; en otros, a fuertes crisis de gobernabilidad, como el caso brasileño. ¿Es entonces un problema político?
La crisis actual, como muchos otros fenómenos a los que nos enfrentamos, se nos presenta como un problema complejo y, por tanto, su abordaje requiere una mirada de ese talante y no una atomización de saberes que analicen la realidad desde trincheras aisladas. Edgar Morin define lo complejo como “el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico. Así es que la complejidad se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, de lo inextricable, del desorden, la ambigüedad, la incertidumbre” (Morin, 2017, pág. 17).
Mirar al Covid-19 desde la complejidad significa dejar a un lado las miradas netamente disciplinares que, si bien producen un conocimiento valido y pertinente, pueden potenciar sus aportes al apostar por procesos multidisciplinares. Es decir, sumar los estudios parciales que buscan resolver problemas específicos, para avanzar hacia lo interdisciplinar, entendido como estudios integrados a sistemas complejos (Luengo, 2012).
Caminar desde lo complejo y lo interdisciplinar, implica también que las universidades dejemos de vernos como los únicos espacios que construyen conocimiento, comprendiendo la urgencia de entrar en diálogo con otros saberes, otras formas de ver el mundo y otras racionalidades, más allá del conocimiento científico. Esto es lo que Boaventura de Souza Santos ha definido como una ecología de saberes.
La coyuntura actual exige que construyamos verdaderas comunidades de aprendizaje cimentadas en tal ecología de saberes, donde universitarios y actores sociales busquemos y demos forma a alternativas que nos permitan, no sólo sobreponernos al momento que vivimos, sino comprometernos a la construcción de una sociedad más humana. Si bien, las universidades confiadas a la Compañía de Jesús tenemos una larga tradición de compromiso social y de construcción colectiva junto a otros y otras, la contingencia sanitaria actual nos obliga a dar pasos más firmes en este sentido.
Por último, pensar la realidad actual desde lo complejo, supone transformar la manera en que trabajamos normalmente en lógicas disciplinares/departamentales, a fin de construir articulaciones interdisciplinares. De forma que, al poner los problemas complejos en el centro, se planteen múltiples y muy distintas líneas de abordaje interconectadas entre sí. Este caminar desde la perspectiva del accionar colectivo es complejo en sí mismo, pues como señala Enrique Luego, no es un proceso que se puede imponer, requiere de convicción y colaboración.
Referencias
De Souza Santos, B. (2010). Deconolizar el saber, reinventar el poder. Montevideo: Ediciones Trilce.
Luengo, E. (2012). Complexus 2: Interdisciplina y transdisciplina: aportes desde la investigación y la intervención social universitaria. Guadalajara: ITESO.
Morin, E. (2017). Introducción al pensamiento complejo. Ciudad de México: GEDISA.