A través de genealogías feministas, metodologías colaborativas y la reivindicación del gozo político, los proyectos buscan descentralizar narrativas, visibilizar luchas y transformar la investigación en un proceso formativo y colectivo.
Académicos y académicas de los departamentos de Formación Humana (DFH) y Filosofía y Humanidades (DFyH), en colaboración con el Seminario de Género, presentaron avances de sus investigaciones bajo la premisa “Tejer la alegría del nosotras: la potencia de los encuentros feministas”, en el auditorio P 304 en la Biblioteca Dr. Jorge Villalobos Padilla, SJ, el viernes 21 de marzo.
En un primer momento, Carmen Díaz Alba, académica del DFH; Susana Larios Murillo, profesora del Departamento de Estudios Socioculturales (DESO); y Nátaly Nuño Silva, estudiante de la Licenciatura en Relaciones Internacionales; presentaron la investigación “Feminismos que transforman, feminismos en transformación: reconfiguraciones y alianzas frente a las desigualdades y para la sostenibilidad de la vida”.
Larios Murillo señaló que la investigación surgió a partir de la coincidencia con Díaz Alba de estudiar los movimientos sociales desde otro ángulo. En específico, mencionó necesario saber qué es lo que pasa con movimientos feministas alternos a la narrativa principal, por cierto, focalizada en la capital del país.
“Más allá de las marchas, más allá de la efervescencia de la cuarta ola de feminismo, ¿qué está pasando con los espacios más pequeños?”, compartió. A partir de esta primer pregunta, las investigadoras, apoyadas con un equipo de estudiantes de diversas licenciaturas e ingenierías, se plantearon la necesidad de hacer una genealogía del movimiento feminista en Jalisco y específicamente en Guadalajara, a fin de descentralizar la narrativa que limita al movimiento feminista a lo que sucede únicamente en la Ciudad de México.
En tanto, Carmen Díaz compartió que el equipo se entendió desde un principio como investigadoras feministas y, desde esa posición, se tomaron decisiones metodológicas que también se traducen como políticas.
“Procuramos metodologías colaborativas y horizontales que fuesen generando conocimiento junto con sujetos políticos organizados y que el propio proceso de investigación sea un espacio formativo para nuevas investigadoras”, mencionó.
Asimismo, señaló que la investigación se ha realizado en torno a la red feminista YoVoy8deMarzo, espacio desde donde se han hecho las convocatorias para las marchas feministas en Guadalajara en la última década.
“La cuarta ola del feminismo está marcada por la visibilidad que empieza a tener el movimiento y por el papel de las mujeres más jóvenes en él, pero también está este conflicto de plantear quienes somos estas mujeres que estamos frente a la disputa por el poder de nombrar y enunciar en el feminismo”, añadió Susana Larios.
Prioritario, el proceso formativo
En el proceso de la investigación, las académicas vieron una valiosa oportunidad para formar nuevos perfiles en el campo de la investigación.
Al respecto, Nataly Nuño compartió que se inició en 2022 la “escuelita de investigación”, entendida como un proyecto formativo de construcción de conocimiento colectivo. En este espacio se trabajan sesiones en torno a temas como las prácticas de cuidado durante la investigación, cómo llenar un diario de campo, análisis de bibliografía, trabajo de campo y demás inquietudes sobre los procesos de investigación.
Retomando la idea de la académica y feminista Silvia Federici de la militancia gozosa, desde la escuelita de investigación se plantean ejercer una academia gozosa, ocupando y transformando los espacios de forma positiva.
Recuperar la clave del gozo
En esta misma tónica, Pedro Reyes Linares, SJ, académico del Departamento de Filosofía y Humanidades (DFyH), presentó los avances de la investigación que trabaja en torno al gozo y la alegría como mecanismos de construcción de vida común.
Dicho proyecto surgió a partir de su colaboración en el Centro de Reflexión y Acción Laboral A.C. (CEREAL), donde estuvo en contacto con colectivos sindicalistas, laborales y de derechos humanos, e incluso pudo acompañar a las familias de los 65 mineros atrapados en la mina de Pasta de Conchos en 2006 en Coahuila.
A partir de estas interacciones, reflexionó respecto a la naturaleza de los colectivos y movimientos amenazados, así como las dificultades propias del tejido que complicaban la organización al interior de los mismos.
“Lo que encontraba que hacía pegamento en los movimientos era el trabajo de muchas compañeras. Yo trabajaba con petroleros, electricistas y mineros, donde las mujeres son una minoría desvalorizada, invisibilizada, pero que eran las que lograban crear espacios o modos de proceder que a veces no se comprendían como momentos específicos de la lucha, pero que ayudaban a que la lucha no se perdiera”, compartió el filósofo.
Estos espacios creados permitían una especie de alegría, que a fin de cuentas facilitaban la permanencia de los integrantes en el movimiento. Se topó entonces con autoras como Silvia Federici, quien apunta a armar una militancia que se distinga por su gozo; Lynne Segal, autora de Radical Hapiness, quien cuestiona qué papel que juega la alegría para radicalizar las formas de organización; o Adriana Cavarero, escritora italiana creadora de Surging Democracy, quien recupera la idea de la “alegría política” de Hannah Arendt, quien veía que en los movimientos feministas aspiran a una democracia distinta, donde habite esta expresión de alegría política que permite a un movimiento pervivir.
La tesis central de la investigación, señaló Reyes Linares, es que por debajo de una revoltura de emociones el gozo transita y circula. Y, si se le da la relevancia, ese gozo se puede convertir no solo en organización, sino también en saber.
Por ende, hablar del gozo es hablar de un afecto que está impulsando una capacidad de búsqueda, de invención y creatividad. “La alegría, en ese sentido, sugiere, esboza y prueba. Es decir, tiene la fuerza de sugerir, de ponerse por debajo y decirnos qué podría regir a esta organización”, finalizó.
FOTO: Zyan André