Inauguran el mural “Ojos que no olvidan, corazones que sí sienten” en el jardín del Domo Deportivo, frente al Edificio Ñ, una iniciativa del colectivo de Participación Activa Estudiantil del ITESO
«Quisieron enterrarnos vivos, pero no sabían que éramos semillas”. La frase es de los familiares de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa y forma parte de una de las caras del mural Ojos que no olvidan, corazones que sí sienten, que el colectivo Participación Activa Estudiantil realizó en el jardín del Domo Deportivo del ITESO y que tuvo su inauguración en uno de los jardines contiguos.
El proyecto se presentó en medio de la música de la voz y la guitarra de Taro Caballero y Leonardo Uribe, quienes amenizaron la tarde, al tiempo que se compartió un texto alusivo, además de que se vendieron artesanías hechas por una de las madres de uno de los normalistas de Ayotzinapa.
“En este mural lo más importante es el proceso, es un intento imperfecto de visibilizar, sensibilizar y hacerle frente al olvido, y con ellos también al miedo, al dolor, la impotencia y muchas veces la parálisis que nos produce hablar de la profunda crisis situada en la normalidad en la que vivimos”, leyó Nataly Nuño Silva, una de las integrantes de este colectivo, en el que también participan Brenda Sarahi Rubio Chávez, Teresa Borrayo Arias, Mónica Ileim, Thaily Villafania Hernández, Itzam Na Merino Ruiz y Carolina Jiménez Ávalos.
Nacido hace tres años, aproximadamente, el colectivo tiene como objetivo combinar el arte con la reflexión sobre temas sociales, y han hecho intervenciones en distintos espacios del campus, tales como el edificio de Artes Audiovisuales o uno de los módulos centrales del ITESO. En este caso, el tema fueron las desapariciones, y además de rescatar frases alusivas, se instaló una ficha de desaparición de personas y en lugar de foto se puso un espejo, relativo a que todos podemos ser víctimas de ese delito en algún momento
Los hoy egresados Jonathan Nuño —hermano de Nataly—, Óliver Casillas y Rodrigo Azanza fueron algunos de los alumnos que formaron parte de este colectivo en sus inicios. Hoy, en su mayor parte está compuesto por estudiantes de distintas carreras.
“Después de la pandemia fue un proceso difícil, porque se graduaron la mayoría de los que conformaban el colectivo, pero dentro estaba mi hermano. Eso me permitió a mí y a otra compañera seguir el hilo del proyecto. Ahorita somos puras mujeres, pero está abierto a toda la comunidad. Ya se sumó otra chica de Audiovisuales y otra que estudia Diseño. Y así fuimos haciendo sinergia hasta que hicimos los diseños. Fue un proceso de un poco de miedo, de síndrome del impostor —porque yo estudio una carrera de Socio-Jurídicos, no soy artista— para ver cómo tratar este tema que es tan sensible sin que fuera de manera banal o sin apropiarnos, e incluso sin que fuera ofensivo”, explicó Nuño.
Para la también estudiante de Relaciones Internacionales del ITESO, ésta ha sido una labor de involucramiento desde el compromiso social, sobre todo desde que conoció a los padres de los normalistas desaparecidos durante las Jornadas por la Paz en la Ibero Puebla, hace un año: “Al final me acerqué con ellos y les pregunté qué podíamos hacer desde las universidades. Lo que nos pedían era que no dejáramos que esto se olvidara, que siguiéramos hablando del tema en nuestros espacios. A mí se me tatuó eso en la cabeza y se volvió una especie de responsabilidad”.
Para esta actividad realizaron un documento de justificación y un presupuesto, y luego del bocetaje fueron tres días de pinta con una convocatoria abierta a toda la comunidad estudiantil. Contaron además con el apoyo de la Coordinación de Participación Estudiantil del ITESO, que les ayudó a gestionar los materiales, además de hacerles algunas sugerencias como el hecho de incluir, además de la denuncia, algunos elementos que alimentaran la esperanza.
Más información en https://linktr.ee/colectivopae.
FOTOS: Roberto Ornelas