Más que combatir la obesidad, el nuevo paradigma de la actividad física debe estar enfocado en mejorar las capacidades físicas de la persona
La idea de que la actividad física es clave para tener una buena salud está sólidamente arraigada en el imaginario colectivo. Sin embargo, en últimos años esta concepción ha evolucionado para considerarse, además, una línea estratégica a consolidar y promover para explotar sus beneficios en otros escenarios.
Evidencia de ello son los acuerdos que se discuten en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para considerar a la cultura y al deporte como componentes integrales del desarrollo, reconocidos por su impacto en la construcción de identidad, cohesión social, y, por supuesto por su contribución a la salud y al bienestar.
Así lo señaló Óscar Adrián Ontiveros Aréchiga Carrillo, responsable del programa de Salud Integral en la Universidad Iberoamericana León, durante la conferencia “Aptitud física para corazones, cuerpos y mentes”, organizada por la Especialidad en Deporte para el Bienestar y Desarrollo.
Durante la ponencia, el conferencista compartió que la Organización Mundial de la Salud (OMS) propuso reducir al menos en 15 por ciento la prevalencia del sedentarismo en adultos y adolescentes en todo el mundo para 2030, a través del Plan de Acción Mundial sobre Actividad Física. Ello, ya que desde principios de siglo se definió a la inactividad física como el cuarto factor de riesgo de mortalidad, por encima incluso de la obesidad. Para 2012, la inactividad física ya se había posicionado como el segundo factor de riesgo más importante.
«La pandemia del sedentarismo se volvió crítica”, afirmó Ontiveros Aréchiga Carrillo, a la vez que señaló cada vez está más documentada la relación entre la inactividad física y el riesgo de sufrir enfermedades metabólicas, cardiovasculares, psicológicas y de otras índoles.
Asimismo, advirtió que existe una controversia respecto a las posibles relaciones entre obesidad, delgadez y estar en buena o baja forma física. “Estar delgado no es suficiente. Existen factores de protección como fuerza, capacidad aeróbica, velocidad y agilidad. Es paradigma fat but fit”, mencionó.
“Pareciera que la lucha contra la obesidad es la batalla equivocada. El nuevo paradigma tuviera que ir para mejorar la capacidades físicas condicionales”, afirmó. Entre los efectos positivos de la actividad física, se ha descubierto que hay un mayor potencial cerebral de rendimiento académico, además de que los efectos físicos trascienden las etapas de vida para proporcionar una mejor calidad en la vejez.
En ese contexto, señaló que “hoy más que nunca resulta importante invertir en la formación de los profesionales del deporte con enfoque de salud, bienestar y desarrollo”.
Coincidió con él María del Pilar Rodríguez Martínez, coordinadora de la especialidad, quien afirmó que, como profesionales del deporte, existe la responsabilidad de transmitir todos los beneficios que llevar estilos de vida saludables tiene en las diferentes poblaciones, además del bienestar personal y comunitario.
En esta línea, el posgrado del ITESO se posiciona como un camino para brindar herramientas para utilizar la actividad física como vehículo de formación para la convivencia, el bienestar social y la cultura de paz.
Para más información sobre este posgrado, escribe a posgrados@iteso.mx o comunícate al (33) 3669 3434 extensión 3372.
FOTO: Zyan André