Un proceso de discernimiento llevó a Ángela Godoy a jubilarse anticipadamente a 38 años de ser docente en el ITESO
Las partículas de luz de luz pueden estar conectadas entre ellas, aunque estén lejos una de otra, es un fenómeno que estudia la mecánica cuántica, así que no es descabellado pensar que las partículas de una persona pueden permanecer en contacto con los espacios que habitó y las personas que tocó.
Después de 38 años en el ITESO, Ángela María Godoy Fajardo deja de estar presente en las aulas y jardines del campus, para, en sus palabras, “atender un llamado de servicio en gratuidad” ahora que tomó la decisión de jubilarse.
“Ya no soy parte del ITESO en los términos en los que podría serlo. Puedo ser parte de unas memorias, de unas partículas que andan por ahí flotando todavía, en algunos árboles que planté, en los recuerdos que tengan algunos alumnos que pasaron por ahí”, dice la profesora en la sala de su casa una tarde de marzo.
Ahí, Ángela echa un vistazo a su vocación docente que lleva en su ADN (moléculas que transportan información genética de un organismo). Su mamá, quien vive en Colombia y a quien Ángela define como una señorona, fue profesora de primaria durante 40 años. “Yo me creía muy autónoma en mi elección y lo traía en los genes.”
Sus primeros pasos hacia la docencia los hizo en Bogotá cuando estudiaba Ciencias de la Comunicación en la Pontificia Universidad Javeriana. El decano de la facultad Joaquín Emilio Sánchez García, SJ, mejor conocido como “Joaco”, puso ante ella la opción de ser asistente de tres profesores: uno de investigación, una de sociología y una de teoría de la comunicación.
“Ya sabes qué elegí” ríe y recuerda que “trabajar con Mariluz (Restrepo) fue una experiencia extraordinaria. Era una profesora muy exigente, egresada también de ahí con un posgrado en Inglaterra. Revisaba bien los trabajos de los alumnos y me enseñó algunas cosas claves. ‘Mira, tienes que aprender a pensar cómo hacer las preguntas’, ‘tienes que leer de esa manera.’”
Ángela habitó la Javeriana de tiempo completo ya que también colaboraba con “Joaco” quien era presidente de Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación (Felafacs), lo que en México era el Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación (Coneicc), cuya representante era Cristina Romo; ella fue quien le abrió la puerta del ITESO.
“Entonces, empezó a convertirse esto en un proceso de muchas dimensiones mi condición de estudiante, mi condición de asistente, mi condición de pares con los otros monitores, el trabajo con ‘Joaco’, pues fue una súper escuela en ese contexto. Y el enamoramiento del ejercicio reflexivo sobre la comunicación, porque era un enamoramiento, yo casi ni dormía de estudiar, de leer, de escribir. Yo era feliz, sí.”
Así se encontró con lo que quería hacer toda su vida: profesora.
“Para mí ser maestra se convirtió en una claridad muy sencilla: si uno quiere ser profesor debe tener una enorme disposición a aprender. Si uno como profesor no tiene esa apertura pues es poco fecundo. No he dejado de aprender ni pienso dejar de aprender. Creo que esa posibilidad que es una disposición al asombro permanente tal vez es algo que se integró en mí desde que, con el tiempo, fui madurando como ser humano y entendí muchas cosas.”
Ángela Godoy llegó al ITESO en 1987 con lo mejor de la Javeriana e integrando recursos, ideas y conceptos del ITESO. Aquí encontró una institución flexible que le permitió reinventarse a la mitad del camino.
“Un día dije ya estuvo bien de teoría (de la Comunicación) ya se expandió esta conversación sobre lo teórico, ya estamos discutiendo desde una perspectiva sociocultural, estamos leyendo las cosas de una manera diferente y no es que no me guste, pero yo tengo un pendiente: una aproximación comunicativa a las artes. Me puse a trabajar y a estudiar una especialidad y la segunda mitad del tiempo di clases alrededor de las artes, coordinando profesores sobre eso.”
Y asegura que nada de lo que hizo en esta universidad lo hizo en soledad, “lo he hecho en un tejido de relaciones, a veces más plácidas, más dialógicas, más chidas, a veces menos, a veces tensas, a veces un poco complicadas.”
“El ITESO no es solamente, la abstracción institucional que se reconoce socialmente por su carácter, no, el ITESO es un tejido de personas pedaleándole a un proyecto y a veces le pedaleamos mejor y otras menos, pero en el fondo hay algo que se recupera después de casi cualquier crisis, algo pasa que dices esto tiene sentido, esto hay que seguirlo cuidando.”
Afirma que la libertad es algo que ganó al ser parte de esta comunidad, porque siempre tuvo la sensación de que todo se podía hacer y si no, había espacios para procesarlo.
“Al ITESO no puedo decir más que gracias hasta el infinito con todas sus complejidades, porque no hay manera que una institución humana no tenga fragilidades, no tenga fricciones, no tenga tensiones, no tenga envidias, no tenga egos, no tenga hambre, así estamos y con eso hay que trabajar, pero sí gratitud infinita totalmente.»
Teoría de la Comunicación, Comunicación Educativa, Taller de Proyectos de Integración, Ética de la Comunicación, colaboración en talleres de Cidea, la jefatura del Departamento, en la Comisión de Planes de Estudio y la Comisión de Género, son las materias y los proyectos en los que participó porque vio una oportunidad de contribuir a la vida universitaria.
La mayor parte de su tiempo en el ITESO lo pasó como docente con estudiantes y acompañando a otros profesores en procesos de diseño de cursos. El aula, dice, fue su espacio de publicación y estima que fue profesora de unos 2 mil 500 o 3 mil estudiantes, y que fue madrina de 16 o 17 generaciones, de quienes recuerda no sólo sus nombres, también quiénes fueron compañeros entre sí. Así que es irresistible preguntarle cómo es que recuerda a tantos.
“(Recuerdo) sus caritas, el salón, dónde se sentaban. Pues es que tienes que estar en el lugar la presencia plena es lo único que puede nutrir una memoria significativa porque lo demás son pequeños rasgos, pedacitos son como partículas, una situación en la que no estuviste al 100.”
– También pasaste muchas horas acompañando a estudiantes fuera del aula.
“Sí, era tan bonito. Disposición, ese era mi principio. Escuchar, escuchar, escuchar, yo creo que es un elemento muy importante en la riqueza de una relación. El micrófono se rola y la escucha también.”
La decisión de jubilarse anticipadamente pasó por un proceso de discernimiento de cuatro días en Puente Grande.
“Ahí está la juventud de los treinta y muchos en los cuarenta y pocos; ya está la generación de relevo. Mi pregunta era ¿de verdad hay algo que usted pueda hacer aquí los próximos 2 años que habilite conservar ese espacio que puede tomar otro joven valor para integrarse en la película? y mi respuesta fue no, no hay nada qué puedo hacer aquí más de lo que hice. (Así que) les toca, se los dije a todos ya les toca a ustedes o sea es su responsabilidad, el DESO está en sus manos.”
En este proceso, la persona que la acompañó le aconsejó “viajar al revés”, no desde que llegó al ITESO, sino del presente hacia atrás “ve recogiendo tus pasos, ve reconociendo las situaciones que emergen de este ejercicio meditativo de lo relevante por difícil o por agradable, por amoroso; míralos, visítalos, habítalos, agradécelos y suéltalos.”
Ángela se reconoce sensible a ciertas formas de vivir la espiritualidad, incluso llegó a pensar que podría ser religiosa “no le di seguimiento porque había otras cosas que me llamaban la atención, pero lo que no se fue de mi proceso desde niña fue la noción de vocación (…) el llamado a una acción en favor de otros voluntaria y gratuita.”
Atendiendo este llamado en mayo inicia su formación en el Centro San Camilo para acompañar a adultos mayores. “Me gustaría poder acompañar personas y aprender. A lo mejor es mi etapa de escuchar porque yo he hablado mucho.”
Señala que el voluntariado no es de tiempo completo y que un desafío para ella sería escribir un libro de aforismos. En sus planes, por supuesto, es ver a sus hijas (una de ellas vive en Bélgica y la otra en Suiza), a su mamá, leer y caminar.
Además del deseo de atender ese llamado de servicio en gratuidad, Ángela anhela “que no se me olvide lo que he aprendido para el tramo que sigue, lo cual no significa que ya me sé la película, pero lo que he aprendido lo he aprendido algunas veces con mucho gozo y a veces con dolor, pero es muy valioso para conducirme en el tiempo que me quede de vida.”
Ángela en frases
“Ser profesor es un privilegio y además también es una tremenda responsabilidad porque es un ejercicio de poder simbólico.”
“La emoción dominante cuando volteo a ver eso que fue mi vida tanto tiempo es el agradecimiento.”
“Lo mejor que a uno le puede pasar es recibir el cariño de sus exalumnos.”
FOTO: Luis Ponciano