Se llevó a cabo en la explanada de la Biblioteca Jorge Villalobos Padilla, SJ, un concierto de la Orquesta Filarmónica de Jalisco con piezas de Mozart y a beneficio de becarios del ITESO de pueblos originarios y comunidades afromexicanas

El sueño de la armonía burguesa que pregonaba Wolfang Amadeus Mozart –según apuntaba el pensador francés Jacques Attali– descendió por una noche sobre los jardines aledaños y la explanada de la Biblioteca Jorge Villalobos Padilla, SJ, con el concierto al aire libre que la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ) brindó a beneficio de las y los estudiantes procedentes de pueblos originarios y afromexicanos que estudian en el ITESO. 

Bajo el manto nocturno, dos obras del compositor y pianista austriaco fueron visitadas por el ensamble musical que reside normalmente en el Teatro Degollado y es dirigido por José Luis Castillo:  la “Sinfonía concertante para oboe, clarinete, corno, fagot y orquesta” y la “Sinfonía núm. 25”, esta última ya parte de la cultura popular, pues su primer movimiento –Allegro con brio– se utilizó en la secuencia inicial de la película Amadeus (1984) de Milos Forman. 

Ely Molletones en el oboe; Jeslán Fernández en el clarinete, Daniel Graterol en el corno; y Cristóbal Acosta en el fagot, fueron las participaciones especiales en una velada que tuvo a la música como expresión artística, pero también como eje social de interacción, pues reunió a la comunidad universitaria en torno a una causa común y ante un conjunto con más de 100 años de tradición sinfónica (la OFJ fue fundada en 1915). 

Previo al concierto, el Rector del ITESO, Alexander Zatyrka Pacheco, SJ, celebró la asistencia de la comunidad, lo que permitió incrementar los fondos para apoyar a estudiantes becados en el ITESO, que provienen de pueblos originarios y buscan concretar su formación para ser agentes de cambio en sus comunidades y la sociedad.  

Actualmente, seis de cada diez estudiantes del ITESO cuentan con algún tipo de apoyo financiero. Aparte, las personas que proceden de pueblos originarios y comunidades vulnerables cuentan con apoyos específicos para solventar los desafíos que enfrentan lejos de sus familias y lugares de origen, y poder solventar su estancia universitaria dedicándose a sus estudios. La universidad tiene matriculados a 27 estudiantes de licenciatura y dos de posgrado procedentes de comunidades wixárika, zapoteca, tsotsil, nahua, chichimeca, rarámuri, purépecha, na’yerite, mixteca, ch’ol maya y afromexicana. 

“Ser una institución incluyente, y brindar respaldo a quienes lo necesiten para acceder a una educación de calidad y excelencia, es una característica fundamental de nuestra universidad. San Ignacio de Loyola, reconoció que así está plasmado en nuestro estilo de educar y de estar en medio del mundo y también recordamos en nuestras Orientaciones Fundamentales que este año cumplen cinco décadas de inspirarnos y promover a vivir en el seno de la universidad, los valores del Evangelio, así como proyectarlos hacia la sociedad”, expresó. 

 

Los tres movimientos de la “Sinfonía concertante…”, Allegro, Adagio y Andantino con variazioni, una pieza creada por Mozart a los 22 años, para más de un solista y en específico para un cuarteto de alientos, establecieron una atmósfera envolvente que tuvo un elemento irruptor que habló por sí solo: en medio del andantino, el viento empezó a asociarse con la orquesta, soplando sobre las espigadas copas de los árboles alrededor de la explanada, meciendo de un lado a otro los troncos y haciendo sonar las hojas, como si tratará de acompañar los compases sonoros. 

Tras un breve intermedio, la OFJ continuó con la segunda parte del programa, con la “Sinfonía núm 25”, una obra en cuatro secciones, que pregonaba una sonoridad firme, energética y dramática en sus allegros, los que contrastaban de forma deleitable con las suaves variaciones de los otros movimientos. 

Como regalo de despedida se añadió “Gabriel’s Oboe” de Ennio Morricone, que fue utilizada como parte de la música original de la cinta La Misión (1986) –dirigida por Roland Joffé–, que cuenta el relato de las misiones jesuitas establecidas en territorio guaraní en Sudamérica.  

Además de los donantes que participaron en el concierto en la zona de sillas, el resto de la comunidad universitaria también pudo disfrutar de la música, muchos de ellos acostados o sentados en los jardines aledaños, otros más desde las terrazas de la propia biblioteca. 

Zatyrka Pacheco explicó también que, a lo largo de la historia de la Compañía de Jesús, la experiencia sonora ha permitido permite intensificar y dar profundidad a la vivencia espiritual, lo que con el tiempo se fue combinando con otros lenguajes estéticos, como la pintura, la arquitectura y la dramaturgia: “esta integración hico posible una comunicación que sobrepasaba las barreras culturales y lingüísticas al apelar a los sentidos y a la sensibilidad de los interlocutores. La música, nos dice nuestro actual Superior General de la Compañía, el padre Arturo Sosa, es un antídoto perfecto para la falta de armonía, el elemento diferencial y al mismo tiempo es un gran igualador, así como un catalizador en el proceso de transformación positiva de las personas y de su entorno”. 

Por su lado, Lourdes González, Secretaria de Cultura del Gobierno de Jalisco, recordó que hace más de 25 años era estudiante del ITESO, por lo que en esta ocasión cargaba una doble emoción: “volver siempre al ITESO es volver a mi casa” 

“Este concierto forma parte de una apuesta ambiciosa que desde 2022, ha llevado a la Orquesta Filarmónica de Jalisco por diferentes municipios y otros estados, espacios como iglesias, teatros y escuelas, puedo decir que el esfuerzo vale la pena, porque hemos logrado llegar a públicos más amplias, presentando su repertorio a una diversidad de escenarios, desde el Palacio de Bellas Artes, hasta el municipio de San Gabriel, desde el Festival Cervantino, hasta los auditorios del Centro de Reinserción Social aquí en Jalisco”, explicó. 

FOTOS: Luis Ponciano