Como parte del II Encuentro Latinoamericano de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores, alumnos y maestros del PAP Hilando Generaciones y Moda, así como adultos mayores de dos centros comunitarios del DIF realizan un Fashion Show en el que exhiben piezas de boutique y de diseñadores
Mirada al frente con garbo. Un caminar lento, pero con distinción, Cruz Ernesto García avanza por la pasarela enfundado en un conjunto completo –camisa, saco y pantalón–de Honorato México, pero en realidad, no es él quien está ahí parado enfrente de un público que le aplaude. Lo sabe bien, pues otras veces ha asumido una identidad ajena a la propia.
“Cuando me subo a un foro, no soy yo, sino es algo que representas. Esta camisa no es mía, es parte de una institución que me dio todo para poder mostrarla”, el hombre habla con soltura y conocimiento de causa.
Como él, otros 36 compañeras y compañeros desfilaron a su lado en el auditorio del Centro de Desarrollo Comunitario del DIF y como parte del Fashion Show, Hilando Generaciones y Moda, cierre de trabajos de este Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) del ITESO en el que participaron alumnos de las licenciaturas de Diseño, Diseño de Indumentaria y Moda, Comunicación y Artes Audiovisuales, Publicidad, Ciencias de la Comunicación y Gestión Cultural, aunque las verdaderas estrellas fueron este grupo de modelos otoñales que se adueñaron de las luces.
Este PAP se vinculó a adultos mayores del Centro Tapatío de Atención para el Adulto Mayor (Cetam) y del Centro Metropolitano del Adulto Mayor (Cemam), ambas entidades del DIF para, a través de la moda y la indumentaria como herramienta de expresión y representación de sus emociones, hacer frente al envejecimiento pasivo, generar solidaridad, cuidado y apoyo entre generaciones, e incidir en la calidad de vida y la inclusión social de las personas de la tercera edad.
“Analizamos sus estilos, tuvimos varias actividades a lo largo del semestre como elaboración de moodboards (tablero de inspiración) con recortes, para que ellos se pudieran identificar con algún estilo en particular. Al final armamos siete estilos, y de ahí empezaron a encaminarse a cada uno de ellos, con este trabajo los ayudábamos a potencializar ese estilo y que se sintieran más a gusto con ellos mismos”, explicó Jesús Iván Villalobos uno de los integrantes del PAP y de la organización del evento.
Fueron 37 las y los modelos, con sus respectivos outfits –representando a las marcas y boutiques Honorato, Amor Apache, MG Mendoza y Bohemica–, quienes pasaron a escena mostrando sus aptitudes de modelaje, ya fuera mandando besos a las cámaras, improvisando pasos de baile, presumiendo con el brazo extendido sus vestidos de noche o echando ojos seductores al frente.
“Me encanta volver a renacer como persona, yo estaba con mucha depresión, y este lugar se convirtió en mi segunda casa, ha sido para mí lo máximo, he estado muy integrada y he salido adelante. Me quedo con la alegría de compartir con todas mis compañeras este hermoso evento, es una cosa magnífica, excelente, lo disfruté y es maravilloso”, dice Beatriz Peña Márquez, una jubilada de 66 años, quien es asidua participante de las actividades del CEMAM, donde participa en talleres como bordado y pintura al óleo, pero también tiene atención psicológica y médica.
Cuando Cruz Ernesto llega al filo del escenario, cierta chispa se adivina en su semblante, uno no sabría decir si es un rostro asombrado o desafiante, quizás está a medio camino entre ambos. Pone las dos manos sobre la hebilla del cinturón como para acentuar la gallardía, podría apostarse que en algún momento pasan por su cabeza los años juveniles en los que se entregaba al arte de la actuación y de la lírica.
“Fíjese que ya me había tocado estar en algún foro, de hecho, a mí me gusta mucho la poesía, hago algunas declamaciones. De jovencito me hubiera gustado ser modelo, no había tenido nunca la oportunidad y ahora a estas alturas se me dio. Me gusta pintar al óleo y acrílico, de alguna manera me gustan las actividades plásticas y artísticas, he participado en algunas obras, ya tenía alguna experiencia, estuve en una obra del maestro Guillermo Smichdhuber de la Mora, ‘Cuarteto para Llorar una Ausencia’, fue muy interesante”, recuerda Cruz Ernesto, nacido en Ciudad de la México, pero adoptado tapatío desde hace 45 años.
En el CETAM participa en talleres de alebrijes y de lectura, pero también en ejercicio y baile, “¡tengo apenas 79 años, ja, ja, ja!”, menciona con ironía este hombre jubilado cuando se le hace énfasis en su apretada agenda de actividades.
Los alumnos del PAP van y vienen entre bastidores, acomodan a las y los modelos que irán saliendo de uno en uno. Saben que cada acción puede ser una diferencia en la vida de estas personas, por lo que su ánimo oscila entre el estrés y el nerviosismo porque todo salga bien, y la necesaria actitud afable y servicial para con sus artistas y protegidos.
“Con este tipo de eventos les regresas la seguridad, porque ellos dicen, ‘yo no me pondría eso, a esta edad’, y nosotros les decimos, ‘¿por qué no?, es ahora o nunca’. Es muy padre regresarles esa idea. Muchos nos decían, ‘yo no sé cómo modelar’, y pues ahora lo están haciendo”, explica Arantxa Pérez, otra de las chicas que forma parte del PAP.
Al término del evento todo es risas y fotos. Se ha cumplido con el cometido y se ha dominado la pasarela, importan poco las vicisitudes del cuerpo y de la edad, porque estas son almas cuyo recorrido les ha dado la valentía de manejar retos y aportar algo que contribuya a los demás: “se trata de dejar todo dentro del escenario, tomar el papel que nos toca y dejar algo patente en la gente que nos ve”, apunta Cruz Ernesto, antes de comenzar a desabotonarse la camisa estilizada que le han asignado, tal vez para de una vez por todas salir de personaje.
FOTOS: Zyan André