Los más de 44 años de trayectoria del profesor investigador del ITESO fueron reconocidos por el Colegio de Profesionales de la Psicología del Estado de Jalisco, AC
Por Teresa Sánchez Vilches
Las causas difíciles y desesperadas fueron siempre atractivas para Everardo Camacho Gutiérrez, académico del ITESO. Desde muy joven descubrió su gusto por atender los problemas complejos de la gente e intentar resolverlos desde la dimensión de lo psicológico. En 1974, cuando la psicología aún no era considerada una profesión, ingresó a esta universidad para estudiar la carrera. Cuatro años después, en 1978, se graduó: ahí comenzó su camino como académico, en el que lleva 44 años, y contando.
En su andar ha sido profesor, lo mismo que investigador o psicólogo clínico. Gracias al trabajo arduo que ha realizado en los tres campos, el pasado 28 de mayo recibió el Premio de Psicología Jalisco 2021, como un reconocimiento a su trayectoria.
El galardón lo entrega el Colegio de Profesionales de la Psicología del Estado de Jalisco, AC, que es el más antiguo y el más numeroso del estado. Esta institución, en el marco de las celebraciones por el Día del Psicólogo, distingue cada año en cuatro categorías en el desempeño profesional: los más destacados en docencia, investigación, ejercicio profesional y trayectoria (que además debe incluir los tres anteriores).
El académico asegura que llegar hasta aquí no hubiera sido posible sin el cobijo institucional del ITESO, de donde se jubiló en 2021: «Mi trabajo en esta universidad me permitió hacer investigación y hacer docencia. En lo privado también tuve algo de actividad profesional. Los premios son reconocimientos del tipo individual, pero es evidente que el trabajo que yo he hecho no lo he hecho solo, lo he hecho con un grupo de académicos durante varios años. Y bueno, no es un trabajo personal, sino que es un trabajo de un equipo que está en el departamento de psicología de la universidad desde hace un rato».
«Formalmente me jubilé el año pasado, pero aún sigo colaborando. Haciendo investigación. Sigo siendo parte del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Es un privilegio el trabajo en esta universidad. Hay una consonancia con la apuesta educativa que tienen aquí, con la manera de entender lo que es una universidad en términos de universalidad de ideas y de poder discutir cualquier cosa», relata el excoordinador del Doctorado en Investigación Psicológica del ITESO.
Everardo tiene 65 años de edad, y en 44 de ellos como docente al menos 3 mil estudiantes han pasado por sus aulas. Enseñar a los jóvenes ha sido la tarea más gratificante que ha tenido, dice, no sólo por la posibilidad de transmitir sus conocimientos, sino también por los aprendizajes que ha obtenido.
Con nostalgia, recuerda cómo fue que, a finales de los años setenta, él y sus compañeros se «inventaban» como profesores: «En 1975, un año después de que yo entré a estudiar al ITESO, apenas se registró la psicología como profesión en el país. No había profesores suficientes y nos la pasábamos improvisando. Antes no era una profesión, no existíamos como profesión. No había muchos psicólogos en México y, por supuesto, como muchas cosas en un país centralista como el nuestro, algunos profesores venían de la Ciudad de México porque aquí no había gente suficientemente preparada. El crecimiento fue gradual y luego se volvió una explosión demográfica de demanda de estudiantes de psicología en todo el país. Nos fuimos formando a través de la misma práctica docente».
Desde chico, a Everardo le pareció muy atractiva la psicología: «Me gustaba acercarme y dialogar mucho con las personas, escucharlas, tratar de entender cómo vivían su vida, qué tipos de problemas tenían. Antes de empezar a estudiar ya tenía una inclinación, en términos de ir entendiendo y comprendiendo un poco el comportamiento humano, y cómo desde una disciplina se podía ayudar a resolver ciertas problemáticas que son categorizadas como psicológicas».
«En el servicio profesional, como psicoterapeuta de enfoque conductual, es muy grato ver cómo una persona va resolviendo sus problemas. En la investigación, los resultados que se obtienen después de los análisis y las hipótesis también dan mucha satisfacción», comparte.
A manera de reflexión después de cuatro decenios de trabajo, Everardo subraya que antes era fácil reconocer las grandes propuestas de los grandes psicólogos en lo individual. En cambio hoy, dice, lo que hay son grupos de investigación, y en ese sentido tendría que ir la apuesta: «Hay que desarrollar un aprendizaje colaborativo, con equipos de trabajo especializados y en ámbitos de conocimiento, inclusive no especializados, en conjunción, de forma multidisciplinar: es lo que está rifando en el mundo, ya no hay protagonismos. A uno lo educaron en el ámbito de lo disciplinar y en el ámbito de alguna profesión; ahora vemos que estas dos coordenadas, que eran muy claras y firmes, se han ido desdibujando, de tal modo que más bien hablamos de interdisciplinariedad».
Por estos días, Everardo prepara su documentación para su siguiente evaluación en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Hace memoria y cuenta que ha asistido a más de 130 congresos, tres por año. Ha publicado unos diez libros coordinados por él, más de 30 capítulos en libros que no ha coordinado, así como casi 40 artículos en revistas indexadas.
Es profesor investigador del Departamento de Psicología, Educación y Salud (DPES) del ITESO. Desde 2015 es miembro del SN, nivel I. Es coautor de Prevención del suicidio: un imperativo social, editado por el ITESO.
Fue docente de tiempo completo de 1978 a 1982 en la entonces Escuela de Psicología del ITESO. En 2002 regresó al ITESO para trabajar en el Centro de Formación Humana y posteriormente en el Departamento de Salud, Psicología y Comunidad (hoy DPES), donde ejerció la jefatura hasta 2009. Fue además coordinador del Doctorado en Investigación Psicológica.
FOTOS: Luis Ponciano y cortesía de Everardo Camacho