Francisco Morones, coordinador del Servicio Médico del ITESO, advierte sobre los riesgos de inhalar el aerosol que desprenden los cigarrillos eléctricos, que se convirtieron en moda entre los jóvenes de 10 años a la fecha
Conocidos como «vapeadores», “e-cigs”, “e-hookahs”, “mods”, “plumas de vapor”, “sistemas de tanque” o “sistemas de suministro de nicotina”, entre otros nombres, los cigarrillos electrónicos se convirtieron en un boom entre adolescentes y jóvenes de todo el mundo desde hace una década. La principal creencia que colocó a este dispositivo entre las preferencias de los consumidores es que funcionaba como una alternativa saludable al uso del tabaco. Nada más falso.
Fue a principios de siglo, en 2003, cuando se patentó la primera marca de cigarrillos electrónicos. Casi 20 años pasaron y hoy, después de varias investigaciones, es bien sabido que el “vapeo” está muy lejos de ser un hábito inocuo para quienes lo consumen de forma directa, pero también para los “vapeadores” pasivos.
De acuerdo con Francisco Javier Morones Bretón, coordinador del Servicio Médico del ITESO, en general los efectos negativos de “vapear” no son muy distintos de los que provoca fumar tabaco. Sin embargo, inhalar lo que sale de estos aparatos representa un peligro extra: “Sabemos que fumar tabaco provocará un daño, pero de forma lenta y a muy largo plazo. Al ser un dispositivo electrónico, el ‘vapeador’ puede sobrecalentarse con solo dos o tres fumadas y producir lesiones pulmonares agudas graves. También puede fallar y explotar en la cara del usuario, y llevarlo a terapia intensiva, como ya ha sucedido”.
Cuando se habla de “vapear”, las personas se imaginan que aspiran vapor de agua que no tendría por qué causar algún padecimiento. Sin embargo, lo que estos aparatos producen al calentar el líquido que se les coloca no es vapor, sino aerosol: “Los aerosoles son partículas más pequeñas que alcanzan fácilmente las estructuras pulmonares llamadas alveolos, que es donde se intercambia el oxígeno en la sangre y eso, a la larga, es peligroso. Está demostrado que esta sustancia tiene contenidos tóxicos. Se han identificado hasta 31 componentes en estos aerosoles, entre las que están el cadmio, el níquel y el plomo”.
El estudio “Factores asociados a la frecuencia de uso de los cigarrillos electrónicos en estudiantes de secundaria”, realizado en 2020 por el Instituto Nacional de Salud Pública, destaca que 10 por ciento de los consumidores de los dispositivos se acercaron a éstos alrededor de los 12 años de edad.
“El ‘vapeo’ es algo relativamente nuevo en comparación con la historia del tabaco. Había muchos huecos científicos. Todavía hace unos 10 años se podía decir que no se sabía mucho, pero ahora, de 2020 a la fecha, se ha documentado que sí causa daños a la salud. Y no nada más causa daño a la salud de quien lo usa, sino también a las personas que lo rodean”, asegura Morones.
En el “vapeo” pasivo —para quienes están alrededor de un “vapeador”—, los aerosoles que se desprenden de los cigarrillos electrónicos, además de dañar a través de la respiración, desprenden sustancias consideradas como cancerígenas, que se quedan en las superficies.
Un reporte de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, de 2019, habla de que aproximadamente 2 mil 500 pacientes estuvieron hospitalizados por el uso de cigarrillos electrónicos, la mayoría adultos jóvenes y adolescentes: “Es muy popular el uso de vapers en los adolescentes porque es llamativo; socialmente es aceptado porque no huele feo como el tabaco. Visualmente es muy agradable, porque tiene colorcitos y es un aparatito muy bonito. A diferencia del tabaco, al que le hacen fuchi por el olor y porque es mal visto por los no fumadores, el vaper es muy bien aceptado. Incluso, hasta te puede dar cierto estatus porque es un aparato muy llamativo. Las fragancias que usan también son agradables”.
También en 2019, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) detectó que el acetato de vitamina E, contenido en los líquidos que se usan en los “vapeadores” para formar el aerosol que desprende el líquido al ser calentado, también provoca la formación de trombos y coágulos en la sangre, así como lesiones pulmonares agudas y quemaduras de las vías respiratorias.
“En muchas ocasiones no se sabe qué tienen esos líquidos porque no viene una ficha técnica, como sí aparece en la caja de los cigarros de tabaco. Las sustancias que contengan los líquidos dependen del proveedor. Hay muchos que tienen nicotina, pero no dice en el empaque. No se sabe bien qué tienen”, señala Morones.
En general, los daños que ocasiona a la salud el uso del cigarrillo electrónico se centran en el aparato respiratorio, tales como irritación de las mucosas, aumento de las secreciones respiratorias, insuficiencia respiratoria aguda, inflamación de los pulmones, hemorragia pulmonar, fibrosis pulmonar y cáncer: “El cáncer está más relacionado con el tabaco, pero es posible que con el vaper también se genere esta enfermedad”.
Además, en el aparato cardiovascular puede provocar inflamación de los vasos sanguíneos, aumentar la frecuencia cardiaca y favorecer la formación de coágulos, que, posteriormente, se hacen trombos en las piernas o en el corazón.
“Se ha demostrado que puede disminuir el volumen de los testículos, o puede haber un aumento de las enzimas naturales y alteraciones en las sustancias del sistema testicular que puede afectar la fertilidad”, detalla el facultativo.
“En el embarazo causa malformaciones y retraso de la implantación del embrión en el útero. En la cavidad oral puede alterar la microbiota, la flora normal de la cavidad oral. Puede causar enfermedades periodontales. En personas que tienen inmunodepresión puede haber crecimiento de hongos oportunistas y tumores en la piel, en el intestino y en la vejiga”.
En febrero, el presidente Andrés Manuel López Obrador decretó la prohibición para la comercialización y venta de “vapeadores: y cigarros electrónicos. En junio, la Secretaría de Economía modificó el decreto para permitir la importación y venta de dispositivos de calentamiento de cartuchos o unidades desmontables con tabaco.
A la fecha, el uso y consumo de “vapeadores” no está regulado en el país: “Como médico”, advierte Morones, “mi recomendación es que no usen estos dispositivos. Sin embargo, atendiendo a este tema de la libertad individual, si los van a usar, hay que hacerlo en espacios abiertos y de preferencia alejados de otras personas”.
Para el galeno, es muy importante que la comunidad en general tenga a la mano la información necesaria para que esté consciente de las consecuencias que puede tener el usar los “vapeadores” y así cada quien pueda decidir, desde el conocimiento.
FOTO: Luis Ponciano
Que triste que una universidad publique semejante texto lleno de ignorancia e irresponsabilidad. Tengo 15 años vapeando y sé de lo que hablo.
De acuerdo con tu comentario.
Me gustaría conocer las fuentes e investigaciones que comenta Francisco Morones en sus respuestas porque yo «vapeo» y el acceso que he tenido a fuentes e investigaciones que considero serías contrastan con lo publicado, dejo una como ejemplo https://yorkshirecancerresearch.org.uk/news/the-truth-about-vaping – (al final del articulo vienen varias fuentes mas al respecto) -.
Considero que debemos informar con seriedad, objetividad y datos duros respecto a cualquier tema.
Saludos cordiales.