Luis Felipe Gómez, académico del ITESO, invita a fomentar la lectura entre los niños en el inminente periodo vacacional de verano, un buen pretexto para incentivarles el gusto por los libros.
Ya sea impreso o en versión digital, un libro ayuda a desarrollar habilidades y la imaginación en los niños, por lo que las vacaciones son un buen momento para fomentar el hábito de la lectura.
Luis Felipe Gómez, coordinador del Doctorado Interinstitucional en Educación del ITESO, explica que es importante que la lectura sea adecuado a la edad y los intereses del niño.
“A un niño muy pequeñito, de entre dos y tres años, se le puede mostrar un libro de cuentos, de esos que tienen muchas imágenes y se les platica. El adulto le lee al niño, entonces, el niño ve las imágenes y posteriormente lee, pero no lee las palabras, no lee de manera convencional, lee las imágenes. Digo que es lectura porque el niño interpreta símbolos, no interpreta las grafías, como hacemos los adultos, interpreta las imágenes y puede reconstruir el texto y, a su vez, relatarlo”, comenta.
“Por eso la lectura se puede fomentar desde edades muy tempranas. Ahora, si hablamos de un proceso de lectura formal, en donde lo que interpretamos son símbolos convencionales, grafías, que las transformamos a fonemas y los leemos como palabras, eso es hasta que los niños saben leer, que es entre los 5 y 6 años, dependiendo del sistema escolar donde estén. Pero yo creo que no hay qué esperar hasta allá, cuando los papás le leen a los niños, los niños están involucrados en un proceso de lectura junto con sus papás, y ahí se está fomentando (el hábito). Hay investigaciones que señalan que cuando los niños empiezan a leer pequeños, suelen ser mejores lectores”.
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Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain, es una lectura ampliamente recomendada para que los niños comiencen a interesarse por la literatura
La lectura, agrega el experto, genera diversión y enriquecimiento personal. Por ello, es preferible que durante las vacaciones los niños lean algo que los atraiga, no textos escolares.
“Si a un niño le quieres poner a leer un texto donde no entiende el 30% de las palabras, lo frustras. Un nivel apropiado de lectura para un niño independiente es donde el niño conoce el 90 o 95% de las palabras, para que comprenda y no se frustre. En la escuela puede trabajar textos que no comprenda bien el niño, porque la maestra puede trabajar el vocabulario previamente. Pero si estamos hablando de la lectura como recreación, entonces tiene que ser donde el niño conozca un altísimo porcentaje del vocabulario y no dependa de otro para la comprensión”, dice.
“La lectura le permite aprender al niño palabras, le permite enriquecer su vocabulario, pero le enriquece también las estructuras sintácticas, le da información del tema que está leyendo, lo entretiene, lo divierte, lo hace imaginar. Hay una gran cantidad de ventajas que tiene la lectura. Una más es que el niño se puede concentrar por periodos amplios de tiempo, se automatiza la habilidad y, luego, esa habilidad la puede seguir utilizando para seguir aprendiendo”.
Gómez agrega que la lectura debe ir acompañada de otro tipo de actividades, para establecer un equilibrio en el desarrollo de los hijos.
“Los clásicos griegos decían que una buena vida es una vida equilibrada. A ellos les parecía que una vida armónica, donde hubiera tiempo para todas las cosas importantes de la vida, era la vida que valía la pena vivirse. Yo creo que la idea de la Grecia clásica sigue siendo vigente. ¿Por qué no van a ver un programa divertido en la televisión? ¿Por qué no van a buscar cosas interesantes en Internet? Pero junto con eso debe estar la lectura y la interacción física, no virtual, con otros niños y con adultos”.
Lo mismo sucede con las herramientas tecnológicas que están al alcance de todos, como las aplicaciones móviles o las tabletas, donde también se pueden leer libros o utilizar herramientas didácticas.
“Una tableta es otro recurso más para la lectura; nada más estamos hablando de un medio diferente”, concluye. Texto Laura Rodríguez Foto Luis Ponciano