Anna Lindstedt, embajadora de Suecia para el cambio climático, dijo en el ITESO que aún es optimista respecto a las opciones destinadas a frenar las consecuencias de la actividad humana durante los últimos dos siglos.
El cambio climático es real, tan real como los miles de muertos que dejaron en México los fenómenos naturales “Ingrid” y “Manuel”. El calentamiento global, propiciado según estudios científicos plenamente contrastados, es responsabilidad directa de la actividad humana, que en los últimos siglos, desde que arrancó la Revolución Industrial, ha modificado drásticamente, con sus residuos y deshechos, el aire, el agua y la tierra.
Uno de los países más comprometidos con la mitigación y el control del cambio climático es Suecia, y su embajadora de estos temas, Anna Lindstedt, la diplomática que negocia al más alto nivel en nombre de la corona sueca en los principales foros mundiales, estuvo en el ITESO –se mostró ampliamente sorprendida por lo verde del campus– para subrayar que, a pesar de todo, ella sigue siendo optimista al pensar que la cooperación internacional dará frutos.
“Estamos enfrentando uno de los mayores retos de la historia. Se nos está acabando el tiempo para limitar el aumento de la temperatura global a dos grados centígrados, comparando con la era preindustrial, que es la meta que se ha fijado a nivel grupal”, aseguró en el Auditorio A la exembajadora de Suecia en México, refiriéndose a los datos ofrecidos en el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), celebrado hace algunas semanas en Estocolmo.
Acompañada por Ricardo Ontiveros, coordinador de Ingeniería Ambiental en el ITESO, Jaime Severino, de la Comisión Nacional Forestal, y Bromio García, director general del área Forestal y Sustentabilidad en Gobierno del Estado de Jalisco, Lindstedt apeló al trabajo en conjunto, de países ricos y pobres, de cada gobierno municipal y estatal, de todos los actores en su conjunto.
“Cada quien tiene que contribuir según sus capacidades. Los países desarrollados tienen que seguir ejerciendo un liderazgo, pero todos los países, y sobre todo las economías emergentes, necesitan contribuir. México es un ejemplo a seguir, está tomando medidas importantes”.
Entre estas medidas, algunas de ellas citadas por García y Severino, están la Ley sobre el Cambio Climático, la Estrategia Nacional de Cambio Climático o el colectivo REDD+.
Recientemente, México participó en la República Dominicana con otros países –Suecia incluida–, en la elaboración de una lista de iniciativas que serán presentadas durante la próxima COP19 (Cumbre del Cambio Climático) que se llevará a cabo en Varsovia, en noviembre.
Las acciones destinadas a disminuir la emisión de gases invernadero, el uso de combustibles fósiles y el alto a la deforestación masiva e irracional, no deben ser consideradas como gastos, sino como inversiones redituables a corto y, sobre todo, a largo plazo, insistió Lindstedt.
“En Suecia hemos comprobado que una ambiciosa política climática no necesariamente significa una baja en el crecimiento económico. La economía de mi país ha crecido en un 60% desde 1990 y, al mismo tiempo, han bajado en un 20% las emisiones de gases de efecto invernadero”.
Entre las medidas que enumeró, está el precio a las industrias que emitan gases tóxicos, la filosofía de que “el que contamina paga”, y el importantísimo impuesto sobre el CO2, dióxido de carbono, que en su momento no fue para nada aplaudido por los suecos, pero que eventualmente aceptaron al ver sus beneficios.
Lindstedt también citó el Informe Stern, elaborado por el economista británico Nicholas Stern, el cual señala que los gastos de no actuar en este sentido, ascenderían a un 20% del Producto Interno Bruto del planeta, mientras el costo de sí actuar rondaría el 1%.
En el rubro de la reforestación, una de las principales causas del aumento de los gases de efecto invernadero, Severino apuntó que el hecho de que el 96% de los incendios forestales en México son causados por el ser humano, y que 63 millones de hectáreas en el país son propiedad de ejidos y comunidades rurales (indígenas incluidos), el trato y las negociaciones con estos grupos con el objetivo de integrarlos a las políticas nacionales e internacionales, debe ser estudiado y ejecutado de manera especial, un punto en el que también estuvo de acuerdo la diplomática de Suecia.
“[Debemos] tomar en cuenta los intereses tanto de los ecosistemas como de los que viven en ellos y en los bosques, antes que nada los de los más vulnerables”, comentó Lindstedt. Texto Enrique González Foto Roberto Ornelas