Tras una estancia de intercambio en la Universidad Técnica de Ostrava, República Checa, Óliver Rodea Aragón, estudiante de Ingeniería Electrónica, tomó conciencia de su rol y del impacto que tiene su trabajo en una sociedad globalizada
La experiencia de un intercambio internacional aporta una invaluable riqueza cultural y complementa la formación académica, generando un impacto que transforma vidas. Óliver Rodea Aragón, estudiante de Ingeniería Electrónica, lo comprobó al pasar un semestre en la Universidad Técnica de Ostrava, en República Checa. Esta oportunidad no sólo enriqueció su conocimiento técnico, sino que también le permitió verse a sí mismo como parte de una comunidad global.
Rodea Aragón es de esas personas que desde pequeñas definieron su camino profesional y, a partir de ello, tomaron acciones para alcanzarlo. Se empezó a interesar en las ingenierías gracias a su papá y sus hermanos, profesionales de estas áreas.
Luego de estudiar la secundaria técnica con especialidad en Electrónica, cursó la preparatoria técnica en el Centro de Enseñanza Técnica Industrial (CETI), plantel Colomos. “Durante la secundaria le agarré el gusto a la electrónica. Los cuatro años de preparatoria fueron más pesados, pero no me quitaron ese gusto, así que decidí seguir con Ingeniería Electrónica en el ITESO”, recuerda.
Ya acostumbrado a hablar el idioma de los ingenieros, el joven aprovechó sus primeros semestres para involucrarse en otros proyectos, como la reactivación de la rama estudiantil del Instituto de Ingenieros en Electricidad y Electrónica (IEEE, por sus siglas en inglés).
Fue su coordinador, José Luis Pizano, quien sembró en su mente la idea de un intercambio. El académico compartió con Óliver que, gracias al convenio que el ITESO tiene vigente con la Universidad Técnica de Ostrava, en República Checa, podía solicitar una beca para cursar un semestre en aquella institución europea.
El proceso comenzó en abril de 2023 y apenas una semana después, recibió la noticia de que había sido seleccionado para irse y ser, además, becado por el programa Erasmus+ de la Unión Europea.
Una aventura internacional
En Otoño 2023, República Checa lo recibió con una cultura completamente distinta a la suya: desde la comida hasta las costumbres y, por supuesto, el idioma. Como estudiante, encontró que en aquella parte del mundo se prioriza el autoaprendizaje en la formación universitaria, lo cual supuso un compromiso consigo mismo para poder aprovechar al máximo los recursos y los conocimientos a los que tuvo acceso.
Ya en Ostrava cursó las asignaturas de Procesamiento Digital de Imágenes Avanzado y Sistemas de Potencia y Seguridad en Electricidad, además de aprendizaje del checo para lograr una mayor inmersión en su país anfitrión.
Óliver formó parte de una importante comunidad de estudiantes de intercambio, por lo que también pudo conocer a personas de otros países que le aportaron mucho para entenderse como parte de una sociedad global. Más allá de las diferentes tradiciones e idiomas, la juventud fue el elemento que hermanó a los estudiantes internacionales ahí reunidos. “Logramos llevarnos muy bien. Somos conscientes de nuestras diferencias, pero nos enfocamos más en nuestras coincidencias”, resalta.
PÓliver Rodea recomienda a la comunidad estudiantil vivir una experiencia de internacionalización, ya sea en forma de intercambio o tomando asignaturas con estudiantes y profesores de otras culturas: “A mí definitivamente me ayudó a sentirme parte del mundo”.
Su paso por el ITESO
Inserto en la industria desde hace dos años en el área de diseño de hardware en la empresa Nacuri, dedicada al diseño electrónico para la industria de la alta tecnología, Rodea Aragón no descarta buscar complementar su formación con una maestría. Un futuro en la academia también lo ve posible.
“Más allá de sólo buscar un empleo, creo que haber estudiado en el ITESO y haber recibido esa formación con enfoque jesuita me ha dado el sentido de qué buscar y cómo ser en el trabajo. Me identifico mucho con la visión ignaciana desde ese querer trabajar con más personas y ser parte de algo mucho más grande”.
A quienes estén considerando estudiar Ingeniería Electrónica, los anima. “No se detengan porque crean que es una carrera difícil. Quizá sí lo sea, más que otras carreras, pero es algo que se sigue utilizando en la vida cotidiana. No es algo que pasa de moda, hay muchas áreas de aplicación y te da para expandirte más o para enfocarte en algo más específico. Es una muy buena carrera para estudiar”, comparte.
FOTO: Zyan André