En Luis Arriaga Valenzuela, SJ, se conjuntan el profesor, el colaborador, el abogado defensor y el jesuita. Estas dimensiones han marcado el rumbo que imprime su liderazgo en la Universidad Jesuita de Guadalajara.
POR JUDITH MORÁN Y JOSÉ ISRAEL CARRANZA

Luis  Arriaga  Valenzuela,  SJ,  se  formó  como  licenciado  en  Derecho  en  la  Universidad Iberoamericana y trabajó en Tijuana, su tierra natal, en una de las firmas más importantes de abogados. Sin embargo, llegó un momento en el que se cuestionó qué dirección seguiría su vida. “Tengo muy presente el momento en el que estaba en  un  escritorio  del  despacho  de  una  de  las  firmas  más grandes de Tijuana y me hice muy en serio esa pregunta. No me quedó ninguna duda: a partir de los perfiles que había visto gracias a un tío jesuita que trabajó muchos años en las comunidades de base de Polanco,  supe  que  en  la  Compañía  de  Jesús  podía  haber cabida para mí”.

Un año después, en 1995, se incorporó al Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Prodh) para trabajar con jóvenes y personas marginadas en Ciudad de México. Más tarde, en Guadalajara, mientras estuvo en el Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal), entre 1997 y 2000, vinculó el trabajo de las asociaciones de la sociedad civil con la universidad y coordinó el Diplomado en Derechos Humanos. En Bachajón, Chiapas, la labor de Luis Arriaga, SJ, consistió en coordinar el Área de Derechos Humanos del Centro de Derechos Indígenas (2001-2002). También en el ámbito de los derechos humanos, el jesuita ha desarrollado su trayectoria como docente. En el ITESO impartió la asignatura de Derecho Laboral y Derechos Humanos, y en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México enseñó Deontología Jurídica y Derechos Humanos. En la Universidad de Santa Clara, en California, también fue profesor y acompañó a estudiantes en la preparación de casos ante organismos como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Durante el tiempo que estuvo al frente del aula, buscó ser mediador de conocimientos y contagiar en sus estudiantes el compromiso social que ejercen quienes estudian en las universidades encomendadas a la Compañía de Jesús: “Nuestra misión como educadores es liberar del miedo a los estudiantes para que se formen libres y competentes y con un alto sentido de compromiso social”.

“Creo que tenemos que ser portadores de esperanza. Lo que nos tiene aquí es que no deseamos que haya más dolor en el mundo, queremos ser cada vez más parte de la marcha de la humanidad». Luis Arriaga, SJ

Excelencia académica e incidencia social

Al hacer el balance de su primer año al frente del ITESO, el Rector Luis Arriaga, SJ, destaca la excelencia académica como un logro y un desafío al mismo tiempo. “Siempre va a ser un reto permanente, y creo que hay que tomarnos muy en serio esta prioridad y tener planes de acción claros en cuanto a la construcción de indicadores, por ejemplo. Es muy importante también incrementar la presencia pública de nuestros programas y proyectos”.

Destacó que se ha avanzado en abrir programas como la Maestría en Ciencia de Datos y la Especialidad en Integridad Pública y Estrategias Anticorrupción, que pretenden no solamente formar personas con un alto nivel académico, sino también atender problemáticas sociales importantes en México. El ITESO es la universidad privada de Jalisco con más planes en el Programa Nacional de Posgrados de Calidad del Cona-cyt, y la única que tiene un programa de competencia internacional, que es la Maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura. “Hemos incrementado en muy poco tiempo el número de investigadores integrados al Sistema Nacional de Investigadores, hasta llegar a un máximo histórico de 52, que nos hace líderes entre las universidades privadas de Jalisco, con 105 proyectos de investigación”.

Para Luis Arriaga, SJ, la excelencia académica de la universidad es un continuo construido en comunidad y reconocido socialmente.

“La excelencia académica siempre va a ser un reto permanente, y creo que hay que tomarnos muy en serio esta prioridad y tener planes de acción claros en cuanto a la construcción de indicadores, por ejemplo. Es muy importante también incrementar la presencia pública de nuestros programas y proyectos.”

En cuanto a la necesidad de incrementar la incidencia social, para el Rector está claro que el trabajo con las instancias gubernamentales también debe construirse sobre la base de la colaboración: “Nuestra postura es mantenernos en una posición de diálogo constante con el Estado. Uno de los mejores aportes que podemos brindar como universidad es señalar las deficiencias y las oportunidades de mejora que puede tener el gobierno, y también saber reconocer los avances. Recordemos que lo hacemos para bien de todos”. Este diálogo, sin embargo, implica también guardar una distancia crítica: “No se trata de plegarnos, sino más bien de colaborar junto con las autoridades y reconocer que somos una universidad con una seria responsabilidad social y nos interesa mucho que se mejoren las condiciones de vida de los sectores excluidos de la sociedad”.

Por una sociedad incluyente

Por su trayectoria profesional y su formación dentro de la Compañía de Jesús, el Rector Luis Arriaga, SJ, tiene un interés particular en la defensa de los derechos humanos. Es integrante del Consejo Consultivo de la University Network for Human Rights, lo que ha llevado al ITESO a participar y liderar esta red en América Latina.

Desde su llegada al ITESO, hace un año, el Rector Luis Arriaga, SJ, anticipó la creación del ahora Centro Universitario por la Dignidad y la Justicia Francisco Suárez, SJ, presentado el pasado 28 de agosto con el que la universidad abordará cuatro problemáticas principales de derechos humanos en el estado y en el país: desaparición forzada, tortura y ejecuciones extrajudiciales; seguridad ciudadana; violencia de género; y acceso al derecho humano al agua y al territorio. “Para ello hemos contado con asesoría de actores internacionales, como académicos de la Universidad de Stanford, así como de las propias comunidades que dan servicio aquí en Jalisco, las organizaciones de la sociedad civil”.

La Universidad aspira a ser un modelo para la sociedad, por lo que Luis Arriaga Valenzuela, SJ, considera que inicia configurándose desde casa: “Hay que seguir fortaleciendo los procesos de participación ciudadana al exterior, pero también dentro del ITESO. Yo quiero consolidar las instancias de administración de justicia en el ITESO, como la figura del Procurador de Derechos Universitarios, o la Comisión de Género, que ha tenido un rol muy importante en los últimos meses, así como la Comisión Disciplinaria y el Tribunal Universitario”. La trascendencia de estos cuerpos colegiados tiene que ver también con su función formativa: “Somos muy pocas las universidades en México con instancias de este tipo, y queremos ser un ejemplo de que aquí se empieza a construir la democracia: en la universidad es donde se sientan las bases para formar ciudadanos. Nosotros formamos ciudadanos conscientes, comprometidos, compasivos y colaborativos”.

Vanguardia e internacionalización

El Rector está atento también a la importancia de que la Universidad siga a la vanguardia en el terreno del emprendimiento y la vinculación con empresas: “Creo que un acierto del ITESO fue la creación del Centro para la Gestión de la Innovación y la Tecnología (Cegint), que en el último año desarrolló 12 proyectos de transferencia de tecnología, así como modelos de utilidad y registro de publicaciones. Hemos tenido mucha vinculación con empresas y tenemos que seguir en esta línea.

A lo largo de su primer año de gestión, Luis Arriaga ha puesto especial énfasis en la necesidad de internacionalización. Por ello, resulta significativo que recientemente haya sido distinguido como uno de los integrantes de la Junta Directiva de la Universidad de Santa Clara, institución educativa jesuita enclavada en el Valle del Silicio, en California.

El sueño de Dios

El año transcurrido ha llevado a Luis Arriaga Valenzuela, SJ, a reflexionar acerca del sentido que tiene trabajar en el ITESO: “Creo que tenemos que ser portadores de esperanza. Lo que nos tiene aquí es que no deseamos que haya más dolor en el mundo, queremos ser cada vez más parte de la marcha de la humanidad. Y el servicio que me toca dar a mí —pues no es una posición de poder, es un servicio—, tiene que ver con mi perspectiva como creyente, porque creo en un proyecto de liberación de Dios: creo que Dios quiere que superemos la pobreza, que no exista más injusticia en el mundo, que no exista más violencia, que no existan estos sectores excluidos. Por eso estoy aquí. Y Dios irrumpe en la historia a través de seres humanos, a través de proyectos y personas que se unen a Él. Ése es el sueño de Dios”.

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