En las jornadas por el día de la mujer “Que vivan las mujeres”, que organizaron estudiantes del ITESO, se realizó la conferencia sobre la violencia de género en la universidad.
POR RAÚL FUENTES Y ERIKA TORRES
Organizado por integrantes de las carreras de Relaciones Internacionales, Gestión Pública y Políticas Globales y la mesa directiva de la Unión de Sociedades de Alumnos del ITESO (USAI), se presentó el pasado martes 5 de marzo el foro “Que vivan las mujeres. Jornadas por el día de la mujer”, que contó con la participación de Marisa Martínez, profesora investigadora del Centro de Estudios de Género de la UdeG, Lirba Cano, especialista en comunicación audiovisual y en intervención social y política, e Itzelin Mata, profesora del ITESO en temática de género.
En el primer bloque de participación, las ponentes hablaron sobre la violencia de género en el ambiente universitario. Marisa Mata explicó que en la universidad la violencia de género tiene características particulares porque se desarrolla en un contexto en el que se puede presentar violencia de carácter sexual, económica y hasta simbólica. “Ese es el principal problema de la violencia al interior de las universidades, que no somos capaces de reconocerla, y por lo mismo no somos capaces de denunciarla. Cuando esta no supone violencia física no la reconocemos como violencia”, afirmó.
La implicación de no advertir la violencia dentro de las relaciones al interior de las universidades fue abordada también por Lirba Cano. Ella explicó que la sutileza de la violencia de género en la educación superior puede observarse en la escasa representación que tienen las mujeres en el mundo de la ciencia, el arte y de la tecnología y, particularmente, en puestos de decisión y en gestión con perspectiva de género. “Las universidades no introducen, todavía, los estudios que tengan que ver con el pensamiento creado y construido a través de la mirada femenina y feminista. Si no somos valoradas en el mundo de la ciencia y del pensamiento, difícilmente vamos a ser valoradas en otro tipo de ámbitos”.
Para poner foco en la nublada y abstracta visión de la violencia de género, la especialista en comunicación audiovisual invitó a reflexionar sobre la materialización más básica. Explicó que la violencia de género la podemos encontrar como una violencia generada por la carga social que adquieren los cuerpos sexuados, el pene y la vulva poseen una carga social que determina patrones y roles sexuales.
Itzelin Mata expresó que el que exista la violencia de género dentro de la universidad significa que esta se permite y se puede discriminar, silenciar, ofender, violentar a las personas por el simple hecho de su situación, condición de género o identidad sexual. “Me parece que hace falta un diagnóstico de género para saber específicamente en qué situación estamos, es decir, hay un protocolo, pero no sabemos cómo estamos en materia de género al interior de la universidad”.
El segundo bloque trató sobre los retos y limitantes que enfrentan los protocolos de género al ponerlos en práctica. Marisa Martínez, del Centro de Estudios de Género de la UdG, aseguró que este tipo de instrumentos deben incorporar el conocimiento generado a partir de diagnósticos. “La violencia dirigida a las estudiantes está orientada a expulsarlas del espacio, mientras que la violencia que (…) reciben quienes son trabajadoras administrativas tiene que ver con desplazamiento de tareas, formas de humillación o burlas”. Explicó que un protocolo de cualquier institución tiene que formar parte de una estrategia amplia que aúne la sensibilización y la formación en torno al tema de violencia.
“Otro reto que enfrentan los protocolos es el anquilosamiento”, advirtió. “Se recomiendan estudios cada cinco años para ver las variantes de la violencia de género, así como el funcionamiento de las campañas de sensibilización”.
En el caso del protocolo del ITESO Lirba Cano señaló que tiene varias limitaciones. Dijo que no existe un espacio en el que se hable del tipo de sanciones (más allá de su expulsión) que se le aplicarían a los perpetradores. Estimó que el protocolo debería contar con una perspectiva feminista, con una redacción con un tono más transversal.
Itzelin Mata complementó con lo que para ella son otras omisiones con las que cuenta el protocolo, como una estrategia de difusión de lo que significa violencia de género, un trabajo a nivel sensibilización del tema o una capacitación integral.
El tercer y último bloque versó sobre cómo crear una cultura de equidad de género en la universidad.
Marisa Martínez dijo que se tiene que pensar a la institución en clave de género para prevenir la violencia, por ejemplo “las contrataciones de personal, desde los sueldos, las brechas salariales, la distribución de espacios, el acceso a los espacios”.
Cano recordó que el protocolo del ITESO nace del empuje del movimiento feminista que se gesta en las aulas, pasillos y otros espacios alternativos de generación de conocimiento, “pero donde la experiencia se empieza a verbalizar y esta experiencia verbalizada se empieza a desnaturalizar. Mientras no exista una organización feminista difícilmente se va a combatir esta violencia”, concluyó.
Itzelin Mata expresó que en el ámbito universitario las problemáticas que se viven son diferentes en distintos niveles y que habría que definir primero qué es lo más urgente para atender. “Me parece urgente que se sepa qué es la violencia de género, qué hacer, a quién acudir, con quién trabajar”.
Antes de comenzar la charla, la profesora Karina Hermosillo presentó el Protocolo de atención a la violencia de género en el ITESO.
Karina Hermosillo dijo que el protocolo es un esfuerzo institucional que contó con la participación de estudiantes y profesoras y que consta de varios puntos, como los antecedentes, el marco normativo, los principios de aplicación general, las condiciones y criterios para su aplicación y los agentes e instancias universitarias implicadas en el cumplimiento del protocolo, además de medidas cautelares y sanciones.