Palabras, silbidos, discriminación, golpes, abusos sexuales, ablación… La violencia contra el género femenino se manifiesta de muchas maneras alrededor del mundo, y sus cifras aumentan. Este lunes 25 de noviembre, se celebra por iniciativa de las Naciones Unidas el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Según cálculos de la ONU, el 70% de las mujeres en el mundo sufrirá algún tipo de violencia a lo largo de su vida. ¿Qué raíces tiene? ¿Por qué va a la alza? ¿Por qué hay quienes justifican ciertas prácticas violentas? ¿Cómo podemos prevenirla y erradicarla?

Violencia

“Acojo con beneplácito el coro de voces que piden que se ponga fin a la violencia que afecta a alrededor de una de cada tres mujeres a lo largo de su vida. Aplaudo a los dirigentes que están ayudando a promulgar leyes y a hacerlas cumplir, y a cambiar mentalidades”.

Estas son las palabras con las que el coreano Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU, da la bienvenida al sitio oficial del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

La preocupación no solo de la ONU, sino de decenas de organismos e instituciones a lo largo y ancho del planeta –esta universidad incluida, al instaurar diversos ejercicios integrales de reflexión y control después del acoso que sufrieron varias preparatorianas durante la jornada Vive ITESO– no es gratuita.

“Tienen como objetivo sensibilizar, reflexionar, capacitar y formar a la comunidad universitaria para que logre identificar y denunciar actos de violencia. El énfasis de esta agenda, de mediano plazo, no está en la violencia en sí, sino en la equidad de género, porque en este asunto todos estamos implicados” afirma Luis Marrufo, jefe del Centro de Formación Humana (CFH), el cual elaboró el siguiente texto al respecto: Cuando la violencia es invisible.

Fuera de los muros de la universidad, aquí van algunos datos globales:

Entre 500 mil y 2 millones de personas son obligadas anualmente a la prostitución, a realizar trabajos forzados, a la esclavitud o a la servidumbre, siendo las mujeres y las niñas el 80% de esas víctimas; más de 130 millones de féminas, principalmente en África y Oriente Medio, han sido sometidas a la ablación (mutilación de sus órganos genitales); entre el 15% (Japón) y el 71% (Perú o Etiopía) ha sufrido violencia física o sexual por parte de sus parejas; en los próximos 10 años, 100 millones de niñas menores de 18 años serán casadas a la fuerza; anualmente, 14 millones de adolescentes se convierten en madres, y el 90% de ellas vivirá en países en vías de desarrollo… Y la lista sigue y sigue.

Ahora veamos a México:

“Una de las mayores deudas de México es con las mujeres”.- Elena Poniatowska

Prototipo de la mujer fuerte, dominante y decidida, María Félix filmó la célebre película Doña Diabla en 1950… pero “La Doña” no tenía el derecho de elegir a su presidente.

El voto femenino para las mexicanas –el 52% de la población actual de este país, poco más de 57 millones– acaba de cumplir 60 años, y no es ninguna noticia que las prácticas machistas, sexistas y discriminatorias son frecuentes en una sociedad eminentemente patriarcal, en la que en el último lustro se han incrementado en un 68% los feminicidios.

“El 70% de las mujeres asesinadas en nuestro país son encontradas en vías públicas; el 30% de quienes asesinan a las mujeres son sus parejas o un conocido. Si la autoridad no te ve golpeada o no te ve que llegues casi en camilla, no actúa, y ahí entra la valoración discriminatoria. La autoridad valora, según sus prejuicios, si tú realmente estás en riesgo”, denuncia María de la Luz Estrada, coordinadora del área de Violencia y Derechos Humanos de la asociación Católicas por el Derecho a Decidir, y responsable del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio.

Leyes hay, por ejemplo la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, pero no se aplican a cabalidad, tal como lo documentan distintos organismos e investigadores. Herramientas oficiales como el Banco Nacional de Datos e Información sobre Casos de Violencia contra las Mujeres (Banavim) o las Alertas de Género, brindan datos incompletos o sencillamente no se aplican, por temor e indolencia de las autoridades, apunta la misma Estrada.

“La autoridad tiene miedo y hay muy poca información, porque si los estados suben los datos que quieren, ¿entonces tú cómo vas a hacer el diagnóstico nacional?”

Hasta febrero de 2012 (así de desactualizado está), el Banavim había registrado 76 mil 406 casos de violencia contra las mujeres en 14 estados, entre ellos Jalisco, que en 2013 ya sobrepasó el centenar de asesinadas y, a pesar de tener en el Banavim más de 16 mil casos anotados, hasta la semana pasada no había emitido una sola orden de protección. ¿Y los otros 18 estados acaso no tienen ni un solo caso de violencia contra ellas?

“El Estado tiene la obligación de proteger a sus ciudadanas”, señala Olga Aikín, académica e investigadora del ITESO. Explica que la violencia que estas sufren tiene diversas aristas que son asumidas por la sociedad en distintos niveles: un poder desigual entre ellos y ellas, la presencia de un género dominante y la sumisión del género femenino respecto al masculino.

Dichos aspectos se cristalizan cotidianamente en frases del tipo: “Es que me lo merecía”, “es que yo lo provoqué” o “¿ibas vestida de manera provocativa?”

Estados como el mexicano, apunta Aikín, tardan mucho en cumplir o acatar las recomendaciones y sentencias elaboradas por organismos internacionales, lo cual ha sucedido en varias ocasiones con México, cuyo gobierno fue señalado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos como responsable directo de la muerte de tres mujeres en Chihuahua en 2001, el caso que se conoce como “Campo algodonero”.

La ONU define la violencia contra las mujeres como “todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico…”

Esta violencia no es natural

Mucho antes de un ojo morado, de una estudiante acosada o de un cuerpo inerte en la vía pública, hay numerosos antecedentes.

Para la psicóloga Ana Paola Aldrete, académica del Departamento de Economía, Administración y Mercadología del ITESO, medir la violencia contra la mujer en la cantidad de golpes que recibe es simplemente ver la punta del iceberg.

“Está la violencia física, que es la más evidente, pero también está la violencia sexual, la violencia económica —porque dar o no dar dinero y controlar los gastos, también es violencia—, la violencia emocional y la violencia por omisión”, dice Aldrete, quien recuerda que en ocasiones la familia, las amistades y los entornos sociales “naturalizan” y “normalizan” la violencia contra las mujeres.

“Socialmente la carga está puesta en la mujer. Ella parece ser la responsable de lo que sucede con el otro: ‘¿Por qué te dejó, qué le hiciste, por qué te chifló, qué traías puesto cuando lo hizo?’ Hay construcciones sociales e históricas que hacen que las mujeres piensen –de manera consciente o inconsciente– que si no hay una violencia física o de control de sus parejas, es por falta de amor: ‘Si no me cela no me quiere, si no me sobreprotege, no me quiere’”.

httpv://www.youtube.com/watch?v=maKPnotJGkk

Pedalear sobre los obstáculos

Son incontables los ámbitos en los que una mujer puede ser violentada, y una ciclista en la calle es un blanco común para los ataques verbales o físicos.

“¿Cómo convencer a las mujeres de que la calle no es tan insegura, de que pedalear por las avenidas no es riesgoso si yo sé que lo es, si lo escucho, lo veo y lo vivo cada día? Si tenemos a la mitad de la población insegura de salir a la calle por una cuestión de género, entonces no tenemos espacios públicos”. La que habla es Miriam Moreno, activista social, estudiante de Psicología e integrante del colectivo Movilidad ITESO.

“En la última rodada del semestre [martes 26 de noviembre], levantaremos la voz para reclamar espacios democráticos en los medios de transporte y en los cuerpos que los mueven. Reconocemos los cotidianos actos de violencia como las puntas del iceberg de un sistema disfuncional, abusivo y nocivo tanto para hombres como para las mujeres. Invitamos a las mujeres, y también a los hombres a que se atrevan a salir a las calles, a apropiarse de ellas, porque sobre todo, son nuestras”, señala Moreno.

Para Mónica Márquez, profesora del Centro de Formación Humana del ITESO (CFH), detrás de cada acto agresivo y violento contra una mujer, subyace un problema antiquísimo: la misoginia. “La violencia contra la mujer se trata de actos caracterizados por la misoginia, esto es, el desprecio por lo que las mujeres son, sienten y piensan, en tanto objetos pasivos de la mirada y la posesión masculina”.

De los más de 7 mil millones de seres humanos que habitan el planeta, el 49.6% son mujeres. Las que tienen entre 15 y 44 años, corren mayores riesgos de ser violadas o maltratadas en su hogar que de sufrir cáncer, accidentes de auto, guerras o malaria, según el Banco Mundial

Y cuando alguien es testigo de uno de estos actos, ¿cómo reacciona? Eneyda Suñer, profesora del propio CFH y también del Departamento de Filosofía y Humanidades del ITESO, explica que no es infrecuente que los testigos –mujeres incluidas– se conviertan en sujetos inmunes o cómplices, y perciban la violencia como algo natural.

“La agresividad puede ser simbólica y estar escondida en bromas, chistes y expresiones que pueden ir subiendo de tono y convertirse en faltas de respeto agresivas. La filosofía tiende a cuestionar lo que una época o una sociedad ve como normal y natural, porque naturalizar hace que pensemos que así tiene que ser”, señala Suñer.

Aldrete agrega que estos patrones y cargas sociales, en ocasiones hacen difícil que los hombres sean conscientes de la violencia no física que ejercen.

“La cultura de la paz es encontrar otras maneras de abordar conflictos, ponerse en los zapatos del otro. Si queremos solucionar la violencia contra las mujeres, hay que verla a la par. ¿Qué sucede con las mujeres para que acepten este maltrato? Pero también, ¿qué sucede con los hombres?”

La escritora mexicana Elena Poniatowska, galardonada la semana pasada con el Premio Cervantes por su vasta obra literaria, contaba en una entrevista con el periódico El País que en su época “las mujeres casi no íbamos a la universidad”, situación que sí ha ido a mejor, con universitarias ocupando más de la mitad de la matrícula en México.

4 y 5 Gráfica 2

Sin embargo, ámbitos como el político siguen rezagados, a pesar de la discriminación positiva que se ha aplicado durante años, tal como lo apunta el informe “Mujeres. Participación política en México 2012”, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

De 1980 a 2012, 24 mujeres han ocupado una Secretaría de Estado mexicana (el cargo más alto al que ha llegado una fémina); ha habido solamente cinco candidatas a la Presidencia en toda la historia de la República Mexicana; en 1958, había un 6% de mujeres en la Cámara de Diputados, por el 28% de 2012; seis estados han sido gobernados por una mujer, y de los dos mil 440 municipios y delegaciones en el país, 156 eran presididos en 2012 por alguien del sexo femenino.

El documento muestra que una mayor presencia de mujeres en los poderes legislativos –tanto en México como en el resto del mundo– se refleja en el incremento de iniciativas en materia de equidad de género, familia y derechos sociales.

Cada entrevistada, cada estudio y cada análisis serio sobre este tema, coinciden en dos puntos: 1) La violencia contra ellas, sea cual sea su grado de intensidad, no es natural ni mucho menos normal, bajo ninguna circunstancia, y 2) La labor de prevención (en la escuela, en la casa, desde las iglesias o la acción gubernamental) es fundamental si se quiere, realmente, eliminarla. Texto Enrique González, con información de Adriana López-Acosta y Fabián Ramírez Fotos Luis Ponciano Gráficas: www.womanstats.org

 

Enlaces de interés:

Banco Nacional de Datos e Información sobre Casos de Violencia contra las Mujeres: www.mujereslibresdeviolencia.gob.mx

Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y la Trata de Personas: http://goo.gl/qhp3Wy

Día Internacional de la Erradicación de la Violencia contra la Mujer: http://goo.gl/IiJ2A0

Informe “Mujeres. Participación política en México 2012”: http://goo.gl/IiJ2A0

Red de Género en el ITESO: herobledo@iteso.mx

Sitio Feministing: http://feministing.com/

Mujeres en Igualdad. Manuales para prevenir la violencia de género: http://goo.gl/wGOaPl

Católicas por el Derecho a Decidir: www.catolicasmexico.org

 

A LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA DEL ITESO

«Vivir sin violencia es un derecho»

Red de Género del ITESO

Hace años y aún ahora, por desgracia, mujeres que caminan solas, “sin un hombre” por las calles, reciben múltiples miradas de varones, desde las que desaprueban “tu forma de vestir”, hasta las que “prácticamente te desvisten con la mirada”, llenas de contenido marcado por la creencia en que las mujeres “deben ser” o “deben comportarse” de acuerdo a como lo marca su pertenencia a su género: sexys, bonitas, recatadas, maternales, tiernas y un largo etcétera que define “ser femenina”.

En muchos casos, esta invasión al espacio íntimo y vital de las mujeres, no se detiene ahí, sino que muchos de ellos se atreven a soltar una frase, la mayoría de las veces con contenido sexual dirigida a alguna de las partes del cuerpo de las mujeres: “Qué senos tan lindos”, “en esa cola si me formo”, “por qué tan solita”, “mamacita”, y uno escuchado recientemente: “chichis pa’ la banda”. Es un repertorio extensísimo que fácilmente se puede recopilar en cualquier lugar del mundo donde distintas formas de acoso sexual se presenten.

¿Y qué hacen las mujeres? Algunas enojarse; a otras se les enrojecen las mejillas; hay las que se apenan tanto que rompen en llanto; algunas otras se tuercen el tobillo porque estaban nerviosas y caminaron más rápido, casi corriendo para alejarse; están las que decidieron que no volverían a salir solas a la calle; las que se intentaron convencer a sí mismas que esto era algo “normal” o “un juego”; las que creen que deberían estar muy sexys para gustarle a los hombres y que no importaba si les sucedía a ellas o a otras. Esta violencia va in crescendo y tiene la misma lógica: el desprecio por las mujeres y por lo que ellas son y sienten: son personas y no objetos.

El movimiento de mujeres a nivel nacional e internacional logró que estas formas de violencia y otras fueran reconocidas en tratados internacionales y leyes nacionales. Sin embargo, estas violencias son recurrentes: las mujeres y niñas reciben acoso en las calles, en las escuelas, en el transporte y espacio público y aun en los espacios privados.

Como colectivo Red de Género del ITESO -conformado por estudiantes, maestras y maestros de asignatura, así como por académicas y académicos que nos reunimos de manera voluntaria en nuestros tiempos libres-, manifestamos nuestra indignación porque estas situaciones de acoso y amedrentamiento hacia las jóvenes y niñas preparatorianas (lo sucedido en Vive ITESO los días 24 y 25 de octubre), se presenten en el campus, y que quienes las realizan sean estudiantes universitarios de formación jesuita, con vocación de transformación y sensibilidad social.

Pocas personas al interior del ITESO desconocen que esta práctica de acoso en el campus se ha venido realizando sistemáticamente cada año, en las mismas fechas en que las preparatorianas nos visitan como parte de las actividades de promoción de la institución, con la idea de ser para ellas una opción para sus estudios universitarios. La repetición no hace que algo sea correcto, y considerar estos actos como “tradición”, no los exime de ser actos de acoso y violencia. Como integrantes de la comunidad universitaria y de la Red de Género, nos manifestamos a favor de evitar que este tipo de actos se sigan presentando.

En épocas anteriores, las mujeres y niñas tenían que soportarlo al no contar con ninguna herramienta legal que les permitiera su defensa, pero este no es el caso actual: México ha signado los tratados internacionales en la materia: la Convención para Eliminar Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y la Convención para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención Belém do Pará).

A nivel federal, México cuenta con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (2007) y con la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres (2006). Por su parte, el estado de Jalisco promulgó la Ley Estatal para la Igualdad entre Hombres y Mujeres (2010), y la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del Estado de Jalisco (2008). Estos instrumentos jurídicos definen que: “…Violencia contra las Mujeres es: cualquier acción u omisión, basada en su género, que les cause daño o sufrimiento psicológico, físico, patrimonial, económico, sexual o la muerte tanto en el ámbito privado como en el público”.

De la misma forma se define al acoso sexual “…como una forma de violencia en la que… hay un ejercicio abusivo del poder que conlleva a un estado de indefensión y de riesgo para la víctima, independientemente de que se realice en uno o varios eventos”.  En este contexto legal, estos actos son violatorios de dichas leyes, ya que transgreden los derechos de las mujeres jóvenes y niñas contenidos en ellas.

Ante ello, instamos a las autoridades, docentes y alumnado del ITESO, a generar las acciones correspondientes para que no se repita cualquier acto violatorio de los derechos humanos de las mujeres en la universidad. Por lo tanto, deben quedar plasmadas en el reglamento interno de esta escuela acciones contundentes para la prevención, atención y sanción a quienes incurran en este tipo de conductas y a quienes las fomenten.

Es necesario impulsar una cultura de respeto a los derechos de las mujeres en la universidad, ya que vivir sin violencia es un derecho, y el respeto mutuo incide en una sociedad más democrática, más solidaria y más incluyente. Porque sino, ¿qué futuro nos espera como sociedad si las y los profesionales de esta universidad no egresan con esa formación de respeto por los derechos de las personas más vulnerables, como en este caso jóvenes y niñas?

El ITESO, como en ocasiones anteriores,  puede ser punta de lanza en acciones positivas para la libre convivencia  entre hombres y mujeres, creando un espacio libre y seguro para las mujeres que día a día estudian y trabajan en la universidad. Si deseas sumarte a este colectivo o recibir más información, escríbenos a generos@iteso.mx.

Guadalajara Jalisco, 11 de noviembre de 2013

Firmantes: 

Agustín Verduzco
Ana Georgina López
Ana Paulina Cerdán
Ana Sofía Torres
Carmen Díaz
Catalina Gonzalez Cosío
Claudia Patricia Cárabes
Cristina Rojas
Elsa Ivette Jiménez
Gabriela Oyarzábal
Gerardo Pérez
Héctor Eduardo Robledo
Iliana Martínez
José de Jesús Ibarra
Sofía de la Peña