El mundo lo recordó hace algunos días en el aniversario de su muerte, ocurrida el 31 de julio de 1556. El 6 de agosto, el ITESO celebrará a San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, con una misa al mediodía. Para conocerlo un poco mejor, lo mejor tal vez sea acercarse a sus escritos. 

“No satisface el saber mucho, sino el sentir y gustar internamente de las cosas”, escribió San Ignacio de Loyola.

¿Hay mejor manera de conocer a una persona y desvelar su intimidad que adentrándonos en sus cartas o incluso en su diario espiritual? San Ignacio de Loyola ya no está en este mundo, lo dejó en Roma hace varios siglos, el 31 de julio de 1556, pero uno de sus tesoros más preciados, sus escritos, están al alcance de todos, invitándonos a abrirlos y descubrir la intimidad del fundador de la Compañía de Jesús, una de las órdenes religiosas más importantes del mundo.

Lo que sentía, lo que vivía, lo que pensaba, su personalidad, su existencia y su peregrinación interior: todo está ahí, plasmado en letras. Los escritos más conocidos, en especial para los integrantes de la Compañía, son los Ejercicios Espirituales y las Constituciones de la Compañía de Jesús, aunque tiene otros tesoros como su Diario espiritual, su Autobiografía (dictada al padre González de Cámara) y su legado de cartas a miembros de la Orden, a amigos íntimos como Inés Pascual y a diversas personalidades, entre ellas el Rey de Portugal.

“En todos sus escritos siempre hay como una experiencia de gran gratitud y confianza enorme a la gracia divina, a Dios. [Plasman] cómo Ignacio ve al ser humano de una manera muy integral. Él ponía siempre esa petición en muchas de sus cartas de poder encontrar a Dios en todas las cosas. Todos son escritos que reflejan aspectos de su personalidad muy profundos”, señala Arturo Reynoso, SJ, jefe del Departamento de Filosofía y Humanidades del ITESO.

 

Las cartas personales

Para el jesuita, las cartas de San Ignacio son “un tesoro” al que debemos adentrarnos; leerlas es una “maravilla”, dijo. Comenzaron a recopilarse en el Siglo XVIII y fue a finales del XIX cuando se publicó la Monumenta histórica, compuesta por 7 mil cartas divididas en 12 volúmenes. Las primeras datan del año 1524 y las últimas son de poco antes de su muerte.

“Es un legado importantísimo […] Es Ignacio entero en muchos aspectos de su vida y de su experiencia interna. Ignacio plasma todo en sus cartas, son de asuntos diversos, pero ahí se refleja mucho su manera de ver la realidad, la historia, al ser humano, y en el fondo transmitir la experiencia que él va recibiendo de Dios […] Ignacio fue un hombre que consideraba el contacto y la comunicación como algo fundamental, sobre todo para los miembros de la Orden, y les pedía que también ellos escribieran, que contaran cómo les iba, cómo era el lugar donde estaban, qué estaban viviendo”, explica Reynoso.

 

Una mirada a sí mismo

La Autobiografía es otra de las obras más personales de San Ignacio, aunque en realidad se trata de un dictado que le hizo padre González de Cámara, luego de la insistencia de miembros de la orden para que contara cómo Dios lo había guiado a lo largo de su existencia. La narración comienza poco después de su adolescencia y se detiene en periodos intensos de la vida de San Ignacio como su estancia en Manresa –en su camino a Jerusalén–, donde comienza los primeros esbozos de los que serían los Ejercicios espirituales.

“Es un periodo muy intenso en donde Ignacio hace una especie de revisión del sentido de su vida, de sus errores y aciertos, de las gracias de Dios, en fin, son momentos de mucha agitación interna, hay momentos de desesperación, que lo llevan casi al suicidio, así momentos de más claridad, momentos de muchísima iluminación”.

 

El diario de un santo

El Diario Espiritual de San Ignacio tiene una fuerte vinculación con su autobiografía. Se dice, incluso, que pueden considerarse las dos caras de una moneda, pues representan la proyección exterior y la dimensión interior de San Ignacio. En él habla de su peregrinación interior y plasma sus discernimientos espirituales como superior general de la naciente Compañía de Jesús.

“En la misa he tenido continuamente lágrimas y en mayor abundancia que el día pasado, y he perdido el habla. También alguna o algunas veces he sentido inteligencias espirituales de la santísima Trinidad, hasta el punto que me parecía entenderla de tal manera, que casi no había más que saber en esta materia”, escribió San Ignacio de Loyola en su diario, el 20 de febrero de 1544.

Las Constituciones de la Compañía y los Ejercicios Espirituales

Son quizá los dos textos más conocidos y famosos de San Ignacio. Son más “básicos”, “directos” y “parcos”, pero incluso así una “joya espiritual”, considera Reynoso.

Las Constituciones son normas, leyes, mientras que los Ejercicios Espirituales son “un método con el que Ignacio trata de transmitir aquello que le ayuda y que cree que puede ayudar a otros a tener esa experiencia de Dios […] Los Ejercicios no se leen, se entra en ellos”.

“Propio es de Dios nuestro Señor y de sus ángeles en sus mociones dar verdadera alegría y gozo espiritual, quitando toda tristeza y turbación…”, reflexiona San Ignacio de Loyola en esta obra.

Todos estos textos están disponibles en la Biblioteca del ITESO o en la Colección de Libros Raros y Antiguos. Si te interesa la Autobiografía de San Ignacio, la puedes encontrar con el código 255.53 MAN V.2, mientras que el Diario espiritual lo encuentras con el 255.53 MAN V.3. Los Ejercicios Espirituales los puedes encontrar en diversas ediciones, y una de ellas está con el código 255.53 LOY. Para la Monumenta histórica u otros textos antiguos, debes contactar a Alejandro Strozzi, coordinador de Servicios a Usuarios de la Biblioteca, extensión 3262.

 

FESTEJO EN EL ITESO

Para celebrar el Día de San Ignacio, el ITESO, a través del Centro Universitario Ignaciano (CUI), ofrecerá una misa el martes 6 de agosto a las 12:00 horas, en el Auditorio Pedro Arrupe, SJ.

Texto Natalia Barragán Foto Luis Ponciano