Académicos de diferentes instituciones acudieron al ITESO para analizar el ejercicio que se realizará por primera vez en México el próximo 10 de abril. Coincidieron en que, en teoría, es una práctica democrática, pero también señalaron que el país tiene vicios por los cuales se trata, más bien, de un ejercicio de propaganda

En teoría,la revocación de mandato es un ejercicio de democracia participativa mediante el cual las y los ciudadanos pueden cambiar a un funcionario por pérdida de confianza en su desempeño; en teoría también, ese ejercicio debería empoderar a los ciudadanos, al permitirles quitar a un gobernante electo también democráticamente. En la práctica, o al menos por lo que se ha visto, la consulta de revocación de mandato puede ser usada por el régimen en el poder como un mecanismo de movilización para medir fuerzas. Y, según académicos de diferentes universidades, parece que eso va a ocurrir el próximo 10 de abril, cuando la ciudadanía asista a las urnas para expresar si quiere que Andrés Manuel López Obrador concluya o no su periodo presidencial.

Las opiniones sobre la próxima consulta de revocación han dado mucho de qué hablar. Para tratar de arrojar luces sobre el tema, el ITESO fue sede del foro «Revocación de mandato», organizado por el Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos (Dsoj). Judith Lozano, representante de la delegación Jalisco del Instituto Nacional Electoral (INE), abrió la conversación explicando que la revocación de mandato «es un instrumento de participación que se realiza a solicitud de la ciudadanía para la conclusión de la presidencia a partir de la pérdida de confianza».

Azul Aguiar, académica del ITESO, señaló que herramientas como la revocación de mandato «completan la democracia participativa, ya que los ciudadanos se involucran en una votación para destituir al presidente. Es un ejercicio complementario del proceso a través del cual ese presidente fue elegido». Sin embargo, añadió, conlleva una serie de riesgos, sobre todo relacionados con el tema de la sucesión. Por ejemplo, en el caso de México, no se especifica quién ocuparía el cargo en caso de que el ejercicio resulte vinculante.

Para Andrea Bussoletti, académico de la Universidad de Guadalajara (UdeG), uno de los principales problemas del ejercicio en México es su poca representatividad. De entrada, para que tenga efecto jurídico se contempla que 40 por ciento más uno de los participantes esté a favor de la revocación, cuando en otros países se contempla el 50 por ciento más uno. «Esto nos habla de que se prevé poca participación, lo que puede derivar en que se vea como un ejercicio débil, no real», dijo el académico.

«En México este ejercicio es innecesario, ilógico y hasta sospechoso. No estamos hablando de una revocación, sino de algo totalmente distinto», dijo Alberto Olvera, profesor de posgrado en el ITESO, quien añadió que esta herramienta de democracia directa debe reservarse «para momentos realmente críticos», algo que no ocurre en nuestro país. En ese sentido, comentó Alberto Arellano, académico de El Colegio de Jalisco, «no es casualidad que la revocación se haya implementado en países como Bolivia y Venezuela, donde fue usada como mecanismo de movilización. En México nadie estaba pidiendo el ejercicio, que ha sido empujado por el presidente y sus seguidores y parece más bien una ratificación, un ejercicio de campaña».

Laura Aritmética Jaime, de la UdeG, señaló que «en términos estrictos, no es una revocación sino una ratificación». La académica señaló que en México las instituciones tienen dos caras: la formal, que se apega a la Constitución, y la informal, en la que los partidos hacen uso de las instituciones a su conveniencia. «En el país lo más común es lo informal, y vemos a funcionarios usando la ley y las instituciones. En este caso, la revocación puede servir para incrementar los poderes no constitucionales del presidente».

Olvera advirtió que las experiencias disponibles en Bolivia, con Evo Morales, y Venezuela, con Hugo Chávez, permiten entrever otras intenciones con la aplicación del ejercicio de revocación. En esos casos sirvió, dijo, para cambiar la Constitución de ambos países. «Hay tres objetivos detrás: uno, denostar al INE y decir que está tomado por los partidos. Dos, distraer a la ciudadanía de un gobierno en crisis y con un desempeño desastroso. Tres, abrir la puerta para que, en un referéndum, pueda ponerse en la mesa el tema de la reelección. Es un ejercicio inmoral».

De distinta manera y con distintos tonos, las y los participantes coincidieron en que lo que ocurrirá en México el próximo 10 de abril es una medición de fuerzas de cara al proceso electoral de 2024, medición con la que incluso la oposición se verá beneficiada.

Cuestionados acerca de cómo hacer para blindar este tipo de ejercicios, las opiniones se dividieron. Aguiar expresó que es importante formar a la ciudadanía en la cultura política y cívica. Lozano invitó a participar en el ejercicio «para que nadie tome una decisión por ustedes». Olvera dijo que «aunque es una herramienta con intenciones nobles, en este momento es peligrosa. Nos está mostrando la peor cara de este gobierno: la cara priista. Es un retroceso monumental en el que estamos viendo cómo operaba el Partido Revolucionario Institucional (PRI) hace años».

Olvera llevó su comentario más allá al advertir que «la democracia en México está en riesgo porque se desvirtuó un instrumento que podía ser bueno. Lo mejor será abstenerse y mostrar desinterés por el uso de los instrumentos democráticos».

FOTO: Roberto Ornelas