El gobierno estatal comenzó con la reapertura de negocios para reactivar la economía, justo en el momento en el que se prevén rebrotes. Las y los estudiantes del PAP “Mirar la ciudad con otros ojos”, se preguntan si vale la pena sacrificar la salud pública por la salud financiera, o si vale la pena sacrificar la economía mientras se controla la pandemia.

POR JESSICA DANIELA RAMÍREZ RENTERÍA Y DANIELA DANAE MEDINA AGUILA

Don Beto tuvo que cerrar su papelería porque no la pudo mantener. Lilia está preocupada por su tienda, cuyos ingresos disminuyen al mismo tiempo que la economía del pueblo. Fernando perdió su trabajo cuando sus patrones ya no pudieron pagar los sueldos de sus trabajadores. Daniela está recortando sus gastos pues redujeron su salario a la mitad.

No es ningún secreto que una de las principales preocupaciones del Estado ante la pandemia es precisamente la economía. ¿Qué tienen en común estas personas? Todas están preocupadas, todas tienen familias, todas tienen necesidades y todas fueron afectadas por el covid–19, aun cuando no hayan sido contagiados por este virus.

Esta es la historia de miles de mexicanos, que nos resulta más cercana de lo que muchos se imaginan —si no es que se trata de nuestra propia historia. Este es el tema que investigamos en el PAP “Mirar la ciudad con otros ojos”, la brecha de la desigualdad económica que se acentúa durante estos días de pandemia.

Debido a la propagación del nuevo virus fue necesario cerrar las puertas de muchos negocios que las autoridades consideraron “no esenciales” y trasladar cuantas operaciones fueran posibles a una modalidad de manera remota, lo que ha afectado la economía de miles de familias, creando incertidumbre y, en algunos casos, desempleo.

Sin embargo, desde el 18 de mayo de este año se han reactivado paulatinamente algunas actividades económicas; en junio se sumaron negocios “no esenciales” a la lista, con un “distintivo” otorgado por el gobierno de Jalisco para poder operar bajo las normas de higiene y salubridad estipuladas por el propio Gobierno de Guadalajara. El Gobierno de Zapopan permitió la reapertura de negocios aun sin el distintivo (Romo, 2020).

Esta noticia fue un alivio para cientos de empresarios que se encontraban en la línea de supervivencia, pues desde hace dos meses no generaban ingresos o los habían disminuido de manera drástica. Tal parece que muchos no pudieron contener la alegría ni seguir las medidas de salubridad para evitar el contacto con personas o las aglomeraciones, pues desde entonces ha habido un notorio repunte en los contagios en el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG). Una enfermera del Centro Médico dijo que tan sólo en la última semana de mayo se han destinado dos pisos más al tratamiento exclusivo del covid–19, sumando así al menos cuatro de los doce pisos del hospital para esa finalidad. El martes 2 de junio fue el día más letal para Jalisco, con 322 nuevos infectados y 16 muertos (Ríos, 2020).

De cualquier modo, es una realidad que el rebrote no se dio solamente por la reactivación que comenzó el 1 de junio; debemos remontarnos quince días antes, que son los que tarda la enfermedad en manifestarse. El gobernador, Enrique Alfaro, dijo en su conferencia del 3 de junio que los contagios son resultado de que nuestra sociedad “aflojó” en las medidas de seguridad, desde los que visitaron a sus madres el 10 de mayo y los que salieron en el puente del día 5, hasta los que simplemente salieron a las calles, hartos de la cuarentena: “He aquí las consecuencias”, dijo Alfaro.

Escenas como esta son parte de la «nueva normalidad» en los establecimientos.

Si bien no podemos decir que exista una relación causa–efecto entre estos dos acontecimientos, podemos al menos reconocer que Jalisco no se encontraba preparado para una reactivación tan repentina de las actividades económicas, lo que representa un riesgo para la salud de los habitantes que optaron por soslayar las condiciones sanitarias.

Con la apertura de negocios como restaurantes, estéticas y otros muchas personas comenzaron a salir a la calle. Desafortunadamente, el gobierno del estado no tiene los recursos ni la capacidad para asegurar las buenas prácticas de cientos de negocios con los distintivos, por lo que resulta imposible su control. El presidente municipal de Zapopan, Pablo Lemus, dijo que “No habrá cacería de brujas por parte del gobierno de Zapopan”, refiriéndose a que ellos establecen las medidas pero no tienen la obligación —ni los recursos— de asegurar que éstas se cumplan.

Alfaro, por su parte, reconoce que la situación es crítica y que los contagios van en aumento; asimismo, está consciente de la grave situación económica por la que atraviesa Jalisco, por lo que deposita su confianza en la responsabilidad de los jaliscienses: empresarios, trabajadores y clientes. Esto es, por decir lo menos, un movimiento arriesgado, ya que en aras de reactivar la economía está sacrificando la seguridad de la población al delegarle la responsabilidad; desafortunadamente, hemos demostrado que no tenemos la suficiente cultura para actuar por convicción propia, por nuestro bienestar y el de los demás.

Las medidas dispuestas por el gobernador no son equivocadas, pues la reactivación económica es indispensable; sin embargo, no son las adecuadas para una sociedad que ha mostrado indolencia e irresponsabilidad. Alfaro dijo que de manejarse la reactivación de manera irresponsable está dispuesto a dar marcha atrás, lo que no conviene a nadie. De cualquier manera, el hecho de otorgar permisos y luego restringirlos sería algo que causaría aún más incertidumbre, además de un descontento general. Así, las autoridades tienen una complicada decisión que deben tomar de manera rápida antes de tener que afrontar consecuencias más graves.

Por todo esto nos preguntamos, ¿fue una medida prematura reactivar la economía en el mes de mayo? ¿Vale la pena sacrificar la salud pública por la salud financiera? O, por el contrario, ¿vale la pena sacrificar la economía mientras se controla la pandemia?

Nos encontramos en un momento decisivo para la economía del estado y, al mismo tiempo, para la salud de la población. Nuestros gobernantes no tienen una tarea sencilla al tener que tomar decisiones para contrarrestar el rebrote de los contagios. Pausar o disminuir la reactivación económica, al menos a un ritmo que les permita la capacidad de supervisar cada negocio con un distintivo, provocaría un evidente malestar económico en la sociedad, aunque reduciría el riesgo del incremento de los contagios. ¿Será éste el siguiente movimiento del gobierno del estado?

Finalmente, ¿de quién es la responsabilidad por el repunte en los contagios? ¿Del estado, de los empresarios, de los ciudadanos? Todo esto es lo que seguiremos estudiando.

Referencias:

Enrique Alfaro (3 de junio de 2020), Conferencia de Prensa de Gobierno de Jalisco.

Gobierno de Guadalajara (25 de mayo de 2020). “Guadalajara comienza la entrega de distintivos para la reapertura de negocios no esenciales a partir del 1 de junio”. Consultado en guadalajara.gob.mx/comunicados/guadalajara-comienza-entrega-distintivos-reapertura-negocios-no-esenciales-partir-del-1

Julio Ríos (3 de junio de 2020), UdGTV, “Ante peor día de covid–19, Alfaro insiste: ‘Solo salga quién realmente lo necesite’”. Consultado en udgtv.com/noticias/peor-dia-covid-19-alfaro-insiste-salga-quien-necesite/

Patricia Romo (2 de junio de 2020), “Negocios de Jalisco reabren en pleno ascenso del covid–19”. Consultado en eleconomista.com.mx/estados/Negocios-de-Jalisco-reabren-en-pleno-ascenso-del-Covid-19-20200602-0019.html

Jessica Daniela Ramírez Rentería y Daniela Danae Medina Aguila son estudiantes de la carrera de Comercio y Negocios Globales. Este artículo forma parte de la investigación “La acentuación de la desigualdad económica y empresarial en el AMG” que realizan en este periodo de Verano 2020 en el PAP “Mirar la ciudad con otros ojos. Memorias e identidades”.