El más reciente incendio en el Bosque La Primavera nos devela su vulnerabilidad y demanda mayores esfuerzos para protegerlo. El ITESO realiza acciones para conservarlo y la ciudadanía puede participar en el cuidado.

POR ADRIANA LÓPEZ-ACOSTA Y JUDITH MORÁN

El 12 de abril, el Bosque La Primavera amaneció en llamas; más de 3 mil hectáreas se incendiaron (esto es 10% de la superficie de la zona protegida), lo que provocó una alerta de contingencia ambiental y casi 40 horas de combate realizado por cerca de 500 elementos de distintas corporaciones, según informes del Gobierno de Jalisco.

El incendio provocado afectó principalmente la zona conocida como Cerro de San Miguel, de afuera hacia adentro del polígono protegido, cerca de invernaderos cercanos a la población de Cuxpala. Fue contenido con más recursos de los que antes se habían utilizado para incendios en el bosque, con cuatro helicópteros y brigadas de 13 dependencias, incluidos el ejército, a pesar de ello no se pudo evitar que ardieran más de 3 mil hectáreas.

“Fue un incendio muy virulento y explosivo, porque esta zona está llena de hojarasca —que son las hojas que se van acumulando a lo largo de los años— y este es material muy inflamable”, dijo Pedro Alcocer, coordinador de proyectos de la asociación Civil Anillo Primavera y profesor del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano. La asociación, que también es un Proyecto de Aplicación Profesional, está en contacto con el bosque-escuela de la Universidad de Guadalajara, donde parte del polígono a su cargo fue afectado.

“Lo cierto es que se pudo haber evitado esta virulencia si hubiera habido un programa de incendios preventivos, por una parte, y limpieza de la hojarasca que se va acumulando”, dijo el profesor del ITESO. “La campaña de prevención de incendios se enfocó en la zona norte, que es el polígono que se ha incendiado reiterativamente. Este incendio fue en de las zonas mejor conservadas del bosque porque no se había incendiado en los últimos 13 años”.

El análisis de imágenes satelitales revela que, con respecto a otros polígonos, las condiciones de vegetación sí mejoraron en el predio del ITESO, luego del incendio de 2008.

La zona donde se inició el incendio tiene crecientes actividades agroindustriales, con cada vez más invernaderos para el cultivo de berries, lo cual ocasiona presiones fuertes a la zona boscosa por un cambio del uso de suelo.

“Ni Tala ni El Arenal cuentan con planes de gestión del territorio, y están en la zona del macro libramiento, lo cual provoca que estas presiones de actividades agroindustriales se vayan hacia el interior del polí- gono de protección”, dijo Sandra Valdez, asesora y coordinadora del PAP Anillo Primavera y presidenta de la asociación civil.

Los últimos informes que tiene Anillo Primavera es que algunos invernaderos ya se comieron 100 metros del polígono protegido, “pero no hay una delimitación específica”, afirma Pedro Alcocer.

“Nuestra salud y nuestra sobrevivencia depende del bosque, así como de la calidad de agua y del aire”, afirmó Lydia Hernández, profesora del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales. “A largo plazo, corremos el riesgo de padecer problemas respiratorios que podemos reproducir, y los niños pueden desarrollar enfermedades que se destapen hasta la vida adulta”.

La profesora explica que el suelo de La Primavera, debido a los constantes incendios, es frágil. “Cuando los árboles con su raíz extraen nutrientes y los transloca a las hojas que caen, aportando entonces nutrientes (al suelo)”, Lydia Hernández explica que cuando se quema el suelo basta una primera lluvia y algo de viento para acabar con la materia orgánica que tardó años en acumularse.

Además del daño que el incendio provoca a la flora, hay que considerar los impactos medioambientales de la fauna que habita el polígono.

“Las especies grandes —el venado, el zorro, el lince, los jabalíes, el puma— tienen la capacidad de correr a otras zonas y no son inmediatamente afectados; pero todos los reptiles, insectos y mariposas se vieron tremendamente afectados y quedan muy pocos rastros de ellos. La recuperación del ecosistema es indispensable con ellos, ya que las mariposas y abejas completan el ciclo del ecosistema”, dice Pedro Alcocer.

Una lenta recuperación

Desde 1996 el ITESO cuenta con un predio de 7.7 hectáreas que le fue donado por Cástulo Romero, quien cedió un terreno a varias instituciones educativas con fines de preservación.

La zona fue afectada por un incendio de 2008 y diez años después todavía pueden verse huellas de los daños aún cuando se realizan labores de restauración.

Los trabajos en La Primavera iniciaron, recuerda Lydia Hernández, de manera incipiente con la Oficina de Servicios Generales, dos profesores y un par de estudiantes.

Los esfuerzos de Bosque Escuela ya presentan avances en la restauración de vegetación y suelo. Álvaro Monroy, estudiante de Ingeniería Ambiental, presentó evidencia de ello en un proyecto de investigación realizado como parte de uno de los escenarios del PAP “Desarrollo Tecnológico para la Sustentabilidad Ambiental” que lideran, además de Lydia Hernández, Hugo de Alba y David Rizo.

El análisis de imágenes satelitales revela que, con respecto a otros polígonos, las condiciones de vegetación sí mejoraron en el predio del ITESO; Lydia Hernández señala que con la reincorporación de especies como agave esperan que en 10 años las semillas ayuden a que se reproduzcan en los predios vecinos.

¿Qué hacer?

“Podríamos pensar en un bosque recién incendiado como un enfermo que está en terapia intensiva; es decir, lo mejor es que si se quiere reforestar, lo mejor es buscar zonas alrededor del bosque, al exterior del polígono, así como zonas de corredores biológicos que no están protegidos. Y que se hagan con las especies adecuadas para continuar con la flora del bosque”, dijo Sandra Valdez.

“Nosotros como ciudadanos podemos comenzar a limitar y evitar nuestra visita al bosque en temporada de secas y primavera”, dice Sandra Valdez.” En las secas, por los incendios, y en primavera porque es la temporada de reproducción de las especies. No solo ponemos al bosque en peligro con el riesgo de incendios, sino que —con las cámaras de foto-trampeo que hemos puesto— hemos observado que la presencia humana y de ganado hace que la fauna se aleje de sus hábitats”.

El resto de las temporadas, procurar reducir el impacto de nuestra visita cambiando los hábitos; cambiar los medios de transporte para reducir nuestra huella ambiental y erosión de los caminos, y respetar las zonas protegidas.