Gissette Mendoza, estudiante de quinto semestre de Ingeniería Industrial, nos comparte sus impresiones sobre el “Tour del horror” e invita a lectoras y lectores de Cruce a trabajar por convertirse en una sociedad consciente del medio ambiente y en la que las empresas actúen con ética y dejen de ignorar los graves problemas ambientales que causan sus desechos
Cuando era pequeña, recuerdo que visité un circo que tenía un espectáculo de magia. Estaba segura de que era verdadera magia, que los objetos los teletransportaban a otro lado y así parecía que desaparecían. Jamás he tenido tantas ganas de ser maga para desaparecer tanta basura que después de haber realizado la visita a la Cuenca del Ahogado. Durante 20 años he vivido aquí en Guadalajara y no fue hasta que realicé esta visita, que quedé aún más impresionada que al ver la función de magia de pequeña.
En cada uno de los lugares que visitamos me pude imaginar lo bellos que eran antes, como el caso de la Presa de las Pintas, que considero que alguna vez fue un lugar lindo, pero que después de oler y observar la basura, ver cadáveres de perros flotar y las burbujas de gas en el agua en las distintas ubicaciones, me di cuenta de que hubo un desequilibrio descomunal en cada uno de los pilares relacionados a la sustentabilidad. Tan pronto comenzaron a platicarnos de los problemas de salud que la población aledaña estaba presentando – como cáncer e insuficiencia renal – debido al consumo de agua, no podía controlar mis ganas de que se acabara la excursión.
En la imagen se puede ver con claridad el logo del SIAPA en la camioneta que, irónicamente, estaba estacionada a lado de una montaña de lirio con basura del agua.
Es aquí donde comienza mi crítica ante la burla de la sustentabilidad. En este espacio es clara la afectación al pilar ambiental y la falta de responsabilidad en el pilar político. Las empresas de hoy en día aseguran que “ayudan” al planeta, que están participando “activamente” con la sociedad para “protegerlo” y sólo llego a pensar en los payasos del espectáculo del circo que se burlaban del público. Me sentí verdaderamente abrumada después de ver tantas empresas grandes en esta visita y que pareciera que todas se burlaban del espacio en el que están instaladas como si fuera un chiste.
En cuanto al pilar ambiental, tanto en esta ubicación como en La Presa del Ahogado, fue repugnante observar vacas tomando agua llena de espuma, desechos humanos, más lirio y una mezcla de desechos tóxicos de las industrias. Esta agua contaminada circula y la toxicidad se pasa de un animal a otro hasta llegar a la población que va en una cuerda floja por su vida sin siquiera saberlo.
Estas vacas beben del agua llena de desechos tóxicos.
Por último, el pilar social y de nuevo, el político. Fluye una cantidad de agua sorprendente con una fuerza increíble y vuelan espumas de aguas contaminadas como si fueran confetis del acto final del horrendo espectáculo.
El hecho de que la representante de la asociación Un Salto de Vida haya comentado todas las peleas con el gobierno, las promesas falsas, acuerdos inventados de varios representantes políticos y que las condiciones durante años no hayan cambiado solo me provocó molestia y decepción. ¿Qué se sentirá ser responsable de la muerte de miles de personas? Saben que la gente se enferma, saben lo peligroso y riesgoso que es y, aun así, nada ha cambiado. No se hace nada ni por la propia gente. Tanto los representantes del gobierno como de las empresas parecieran haberse convertido en domadores de las vidas de los demás.
Juanacatlán y la cascada de agua contaminada.
La sustentabilidad en Guadalajara está aún detrás del telón. No se presenta claramente en el ámbito de la gestión de agua limpia y hay una gran área de oportunidad para implementarla. Por el lado social, en estas comunidades existen personas que ruegan por agua limpia mientras que otra gran mayoría no conoce lo que están viviendo. Guadalajara tiene muchas empresas mexicanas e internacionales presentes, es una ciudad que está siendo llamada el siguiente “Silicon Valley”. Sin embargo, si no se realizan fuertes inversiones de recursos como tiempo y dinero; planeaciones de manejo de residuos y de diseño de proyectos ambientales sostenibles, pronto será conocida como “Trash Valley” (Valle de Basura en español).
Tras el tour quedé totalmente sorprendida y decepcionada de mi ciudad, sentí lástima y pena por las familias y los niños que viven en estos lugares. Pero, más que nada, me sentí desesperadamente frustrada. Se debe de concientizar este problema, se debe de dar a conocer y exigir que se haga algo al respecto. Necesitamos una sociedad consciente del medio ambiente. Una en donde las empresas se hagan responsables de sus desechos y protejan sus alrededores. La ética se ha dejado de lado al ignorar este problema.
Me mantengo con la curiosidad de conocer proyectos exitosos que hayan ayudado en el mundo y verlos aplicados aquí en Guadalajara. Mientras tanto, las pequeñas acciones que hacemos en casa hacen la diferencia y después de esta visita siento una responsabilidad de continuar realizándolas y convencer a mis amigos y familia que también participen, compartiendo lo que viví y observé. Este no es un show, no es un espectáculo: es un problema real y está sucediendo aquí y ahora en Guadalajara, Jalisco.
Brenda Gissette Mendoza es estudiante de quinto semestre de la carrera de Ingeniería Industrial. Le gusta ir al cine, visitar museos, aprender idiomas, viajar y conocer diferentes culturas y próximamente realizará un intercambio en Corea del Sur.