Alguien se te cierra y casi chocas. ¿Cómo reaccionas? ¿Te afecta todo el día? ¿Hay estrés bueno y estrés malo? Antes de que llegues a una depresión, conoce los mecanismos de una condición que está causando estragos en la salud y el rendimiento de millones de personas.

PARTE II

Cuando nos topamos con situaciones desconocidas, lo más común es sentir ansiedad, estado que se desprende del “Miedo”, una de las cinco emociones primarias que tenemos los seres humanos.

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“Todos nos tensamos ante situaciones novedosas y circunstancias donde sabemos que de nosotros dependen algunas cosas”, señala Everardo Camacho, profesor del Departamento de Educación, Salud y Psicología de la universidad.

Cursar una materia que implica un sobresfuerzo porque no la dominas; entrar a un equipo deportivo; estudiar una clase que no es en tu idioma o aprender uno nuevo; conservar tu promedio; estar a punto de egresar… son acciones recubiertas de ansiedad, representan un importante gasto de energía para las personas y son un clásico detonador del estrés.

Catalogado como “la enfermedad mental del Siglo XXI” por médicos en varias partes del mundo, el estrés está vinculado directamente con nuestras emociones; de hecho es una manera de afrontarlas. Claudia Vega, profesora de Psicología del ITESO, detalla que hay dos tipos: el eutrés (que se le considera bueno) y el distrés (malo).

El estrés te ayuda a reaccionar ante situaciones imprevistas. Por ejemplo, si un vehículo te cierre el paso bruscamente, el eutrés te ayudará a seguir con tu día, mientras que el distrés prolongará la carga emocional de este acontecimiento y estarás “sobreactivado” todo el tiempo.

“Eso no es saludable”, señala la investigadora, ya que las consecuencias físicas del distrés pueden ser dolores de cabeza, gastritis y colitis.

“Biológicamente no estamos equipados para que eventos intensos duren periodos muy prolongados; nos agotamos físicamente”, agrega Vega, quien en un estudio se topó con que los estudiantes de la Universidad de Zaragoza, en España, sufren menos estrés que los del ITESO.

Lo que hizo Vega fue medir en unos y otros sus niveles de cortisol (la hormona del estrés).

¿Por qué nos estresamos más acá? Algunos puntos relevantes: en España los estudiantes duermen más horas y existen condiciones para que muchos lleguen caminando a la universidad.

Sin embargo, el aspecto más contrastante es el consumo de alcohol, ya que mientras en España la gente acostumbra comer con una copa de vino tinto e incluso se puede comprar cerveza en los campus, aquí la costumbre de los estudiantes es beber mucho durante el fin de semana.

Este dato, señala Vega, es un indicador de que en México acostumbramos dejar todo para el final; de hecho, hay estudios que registran que a las personas les duele más la cabeza en periodos de exámenes finales. Una práctica común es desvelarse estudiando para un examen al día siguiente, pero en el sueño profundo está la etapa de consolidación de memoria, así que desvelarte (por más heroico que te sientas) no es que te ayude mucho.

Si planeas bien tu semestre, sugiere Vega, no tendrás necesidad de meterle a tu cuerpo bebidas energéticas de color azul en las últimas semanas para sobrellevar “el estrés”.

“Todas las drogas, legales e ilegales, tienen efectos distintos en cada persona. Son una forma de afrontar el estrés, de afrontar estas demandas que nos hacen sentir cosas y que nos evocan muchas emociones”, dice Vega.

Los espacios y momentos de interacción que están presentes a lo largo del semestre, como el gimnasio o el terminar una semana de trabajo, inducen estados emocionales, afirma Camacho. Cuando se paga un boleto para ir al cine, lo que se paga es la inducción de estados emocionales.

“Los jóvenes inducen [las emociones] de distintas maneras con drogas, fiesta, claro que buscan pasarla bien”. El profesor apunta que los ‘viajes’ pueden ser tortuosos, puesto que dependen del estado en el que se encuentra la persona.

Come bien, duerme bien, muévete… se reflejará en tus emociones

El bienestar físico tiene importantes repercusiones en las emociones.

Emociones II

“Nuestras emociones son súper distintas cuando dormí bien a cuando estoy desvelado, no importa que no esté crudo, simplemente tuve una mala noche o  no dormí las horas que debía, (entonces) soy menos tolerante, es muy fácil que me exacerbe con un estímulo”, explica Vega.

Hidratarse, alimentarse bien (que no es lo mismo que llenar el estómago con chimichangas) y hacer ejercicio harán que tu organismo tenga nutrientes de calidad, tus células se oxigenen mejor y puedas poner mayor atención, el énfasis que hace la académica es que si se cubren ciertos aspectos biológicos será más fácil responder a las demandas del ambiente.

Hacer ejercicio o actividad física no implica que se deba hacer en un nivel profesional o dentro de los equipos representativos de la universidad.

Manejo de estrés y mejora en el auto concepto de la persona son un par de beneficios que enumera Alejandro Pliego, coordinador de Actividad Física y Salud del Centro de Educación Física y Salud, al hablar de algo tan sencillo como lo es salir a caminar, no necesitas equipo o instalaciones especiales para realizarla.

“La mejor manera de canalizar las emociones positivamente es siendo físicamente activo al nivel que quieras. ¿Tiene que ser un deportista competitivo? No”, enfatiza Pliego.

Lo que sucederá en tu cuerpo mientras estás activo es que tu temperatura corporal se elevará por el movimiento físico, lo que tendrá un efecto relajante. Al terminar el cuerpo liberará endorfinas, que el especialista en medicina del deporte define como “una morfina propia del organismo que te produce una sensación de euforia”.

La constancia es clave en este punto, para que comiences a notar los efectos de estar activo físicamente tendrás que ejercitarte de 3 a 5 días por semana durante media hora al menos, calcula Pliego.  Los primeros cambios que se presentan son los emocionales antes de los físicos como la sensación de sentirse bien.

Refiere que se ha desarrollado una rama de investigación que está enfocada en determinar qué es lo que sucede en el cerebro cuando se realiza una actividad física, “normalmente la presunción es el cerebro lo controla todo, pero ese que controla todo se ve retroalimentado a su vez con eso que haces” y el ser activo físicamente lo hace más eficiente en procesos de memoria, por mencionar uno que te puede ser útil para este ciclo escolar.

Más allá de la biología

Claudia Vega aclara que no se puede responsabilizar totalmente de las emociones a la parte biológica “no es que yo necesite una estimulación cerebral para ser feliz, yo tengo que hacer cosas para evocar esas emociones, no tiene que ver con un asunto exclusivamente biológico, sino qué hago en la interacción con el ambiente que va a hacer que esa estructura en mi cerebro se active” afirma.

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En las emociones, dice Camacho también tienen que ver con eventos de tipo psicológico-social, es decir las experiencias vividas condicionan tu estado de ánimo.

“Las emociones las tenemos los humanos y el resto de los animales, la cuestión es que los humanos, dado que somos verbales, la manera en que verbalizamos los estados emocionales es lo que produce los sentimientos, o sea los sentimientos son la elaboración verbal de las emociones”.

Para hacer un manejo inteligente de las emociones, es decir, que no se conviertan en una carga, el académico señala que primero se debe reconocerlas a través del lenguaje, a partir de las preguntas ¿cómo estoy ahora? y ¿a qué se debe?, se puede comenzar a regular las fuentes que generan ciertos estados emocionales que pueden afectar tu desempeño.

“Aprender a regularlas nos permiten funcionar, por supuesto que cuando uno está en su proporción de vida constantemente ansioso uno pierde la capacidad para disfrutarla, cuando uno está continuamente triste pierde capacidad, cuando uno está continuamente enojado pierde capacidad”, dice.

Sin embargo, ninguna emoción puede calificarse como negativa, “tienen su función y es sobrevivir, todas en términos darwinianos. En ese sentido valorarlas como buenas o malas, es totalmente relativo desde donde lo estás viviendo”. Foto Luis Ponciano