Alumnos y profesores de la Licenciatura en Gestión Cultural, realizaron un viaje de para adentrarse en la riqueza cultural y natural de la cuna de la Guelaguetza.

Oaxaca es “un estado multicultural que cuenta con 570 municipios (25% de los existentes en el país), 10 mil comunidades indígenas y 16 lenguas vivas. También es uno de los estados con más biodiversidad y mayor territorio natural sin ser intervenido por el hombre. Conviven 18 etnias originarias y muchas existen desde el periodo Preclásico”, afirmó la especialista en restauración y conservación Margarita Maass, académica de la UNAM, quien junto a la coordinación de la carrera de Gestión Cultural del ITESO, diseñó el viaje de estudios emprendido del 11 al 15 de marzo por profesores y estudiantes.

Acompañado por Mass, el contingente de 40 alumnos exploró la Oaxaca multicultural; aprendió sobre proyectos de restauración y conservación del patrimonio de la región y vio cómo la colaboración entre iniciativa privada y gobierno ha permitido a la entidad desarrollar una comunidad estructurada y sostenida.

Se visitaron las zonas arqueológicas de Monte Albán y Zaachila; exconventos dominicos que forman la ruta de los 110 edificados durante la Colonia desde la Ciudad de México hasta Guatemala.

Los estudiantes vivieron de cerca los procesos de elaboración del mezcal, la grana cochinilla, el chocolate y los tapetes de Teotitlán del Valle y visitaron recintos como el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca y proyectos de arte social impulsados por Francisco Toledo, como el Centro de las Artes de San Agustín o el Centro Cultural Santo Domingo –otro exconvento dominico– ejemplo de restauración en el país. La delegación itesiana también convivió con alumnos y profesores de la Licenciatura en Gestión Cultural y Desarrollo Sustentable de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca.

El recorrido gastronómico incluyó además las tlayudas, los moles negro, amarillo y colorado, los chapulines, la sal de gusano, la cecina enchilada, el tasajo, el  atole de panela, el nicoatole, el pan de yema o el téjate. Texto Tanya Piña y María José López Foto Fabiola Núñez