Los Posgrados del ITESO, desde su primer programa nacido en 1976 –la Maestría en Desarrollo Humano– hasta el más nuevo –Maestría en Derechos Humanos y Paz–, buscan incidir en la sociedad ofreciendo especialización con sentido humano.

En la década de los 70, Juan Lafarga, SJ, regresó a México de su doctorado en Psicología Clínica en la Universidad de Loyola, en Chicago.

PAP

Venía empapado del enfoque humanista en la psicología y de leerse a los autores estadounidenses que tocaban estos temas, como Abraham Maslow y Carl Rogers. Allá había un movimiento, y el jesuita quería encontrar el suyo en tierras mexicanas; pero no había tal.

“Había mucha necesidad de ese punto de vista en la psicología, por eso la maestría tuvo ese despertar exuberante”, relata Lafarga en una entrevista realizada en 2015 (falleció en noviembre de ese mismo año). Él y un grupo de académicos fueron los pioneros del desarrollo humano tanto en la Universidad Iberoamericana capitalina como en el ITESO. En 1976, la Maestría en Desarrollo Humano se convirtió en el primer posgrado de la Universidad Jesuita de Guadalajara.

“Vimos necesaria una filosofía del hombre que contemplara la autodeterminación y la libertad, que integrara todos los conocimientos sobre el desarrollo humano en un solo cuerpo”.

Desde entonces, este posgrado —que además puede presumir de ser el primero en el occidente del país— se ha mantenido en un proceso de actualización constante, “con la finalidad de abrirse a otros campos de aplicación profesional y aportar a la sociedad mecanismos de cambio y transformación hacia el bienestar común”, afirma Lorena Zaldívar, actual coordinadora de la maestría.

En los 70, el ITESO tenía 11 carreras, mientras en México el modelo económico del desarrollo estabilizador (llamado el “milagro mexicano”) apostaba por la preparación de profesionales que se insertaran en ese modelo industrial en auge.

“Sin embargo, en el ITESO siempre hemos querido hacer más que simplemente formar a profesionistas para resolver problemas económicos, sino que tengan una conciencia social y una formación humana más integral. Y se abre para todas las disciplinas: económicas, humanistas o científicas”, dice Catalina Morfín, Coordinadora de Investigación y Posgrado.

Incluso 40 años después, y con todos los nuevos programas que el ITESO ha creado en su historia, Morfín señala que este es uno de los posgrados más innovadores.

“Apostó por la interdisciplinariedad y la formación en aspectos que eran desdeñados por las ciencias positivas; en el momento en que nació, solo aquello que era medible y cuantificable era considerado valioso, y esta maestría fue disruptiva”.

Su reto en este tiempo ha sido adaptarse a la exigencia profesional, manteniendo una propuesta de formación diferente desde los aspectos más profundos del ser humano.

“Pienso que los egresados de Desarrollo Humano pueden hacer un aporte importante para la comunidad profesional y académica mexicana e internacional, ocupando espacios de trabajo de forma competente y humana”, afirma Virginia Moreira, doctora en Psicología Clínica por la Pontificia Universidad Católica de São Paulo, quien será invitada al aniversario de la maestría. La entrevista completa a Moreira la puedes encontrar en el número 451 de la revista Magis.

Educación para incidir

La influencia jesuita y su preocupación por la formación humana han trazado la línea educativa del ITESO y, por ende, la dirección de sus posgrados.

Las humanidades y las ciencias sociales eran los temas más fuertes en un inicio, por lo que a Desarrollo Humano le siguieron las maestrías en Comunicación y Educación Cognoscitiva, aunque ahora, entre las 18 maestrías, cuatro doctorados y tres especialidades que ofrece el ITESO, conviven la tecnología, la innovación, la ciencia y la cultura, la economía, la sustentabilidad, los derechos humanos o las ciencias de la ingeniería.

“En el ITESO hemos querido que los profesionales tengan una conciencia social y una formación humana integral”

Catalina Morfín, Coordinadora de Investigación y Posgrado

El crecimiento del abanico de posgrados tiene mucho que ver, en opinión de Morfín, con la planta de profesores, quienes han de ser: “una masa crítica que se especialice y tenga la capacidad de no solo repetir los autores clásicos, sino de producir conocimiento nuevo; estos son los elementos con que cuenta el ITESO”.

La diversificación de aspirantes ha crecido tanto como las opciones de posgrado: de acuerdo con un estudio elaborado por la Dirección de Relaciones Externas en enero de 2015, el 60% son hombres y el 40% mujeres; el grupo de edad mayoritario en las aulas tiene entre 26 y 30 años (representan el 35%) y le siguen el de 31 a 35 (el 25%).

Hoy, la universidad cuenta con nueve programas dentro del Programa Nacional de Posgrados de Calidad del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), siendo la universidad privada puntera en el occidente del país.

“Queremos tener una incidencia mucho mayor en la toma de decisiones de los temas que les competen a nuestros posgrados; queremos que el ITESO sea un referente, que piensen en nosotros para opinar o resolver problemas especializados de la región”, subraya Morfín. Fotos Luis Ponciano/Roberto Ornelas/Archivo