Natalia Armienta, cineasta egresada de Ciencias de la Comunicación del ITESO, se ha abierto camino en el cine documental, una industria donde la mayoría de los directores son hombres.

Armienta es cineasta documental, escritora de libros infantiles y guionista. Ha probado su talento en las artes audiovisuales como directora de arte, editora, fotógrafa, productora, asistente de cámara, entre otras tareas. Antes, egresó de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación del ITESO, en 1995, estudió un máster en la Universidad Abat Oliba, en Barcelona, España, y tomó un taller de cine experimental en la ciudad de Nueva York.

Sus documentales que versan sobre problemáticas relacionadas con los derechos humanos, han sido premiados en diferentes festivales del mundo. En Culpables de inocencia (2010) capturó historias de mujeres mexicanas presas, que a pesar de ser inocentes se culparon de diferentes delitos para salvar a sus parejas sentimentales.

Aunque Armienta ha participado en más de 18 festivales internacionales, en países como Francia, España, Argentina, Ecuador y Colombia, en México no  tuvo la proyección que esperaba, “porque se trata de la vida de mujeres”, en un terreno que está dominado por los hombres.

Su trabajo es reconocido no sólo en México, ha recibido propuestas para retratar las realidades de otros puntos del planeta. Compaz de arena (2007) fue filmado en el desierto del Sahara, en África del Norte, éste le mereció el Galardón Moisés Huentelaf en el Festival Internacional de Cine de Pueblos Indígenas de Valparaíso, Chile, y el Premio Especial del Jurado, en Viña del Mar.

Antes de que se tire la sal (2013), es su más reciente producción. Fue filmada en el Salar de Uyuni, el desierto de sal más grande del mundo, ubicado en el suroeste de Bolivia. En la cinta se da cuenta de la explotación de esta reserva de litio, la mayor en el mundo, que representa el 80 por ciento que existe en la Tierra. El elemento es utilizado para la fabricación de nuevos aparatos con tecnología de última generación, como pilas de larga duración, celdas solares, autos eléctricos, teléfonos móviles y tabletas.

“Los pobladores de Bolivia defienden este recurso natural, y creen en la Pachamama (Madre Tierra). Yo me pregunto cómo el gobierno va a defender que se permita explotar el salar sin afectar las creencias de su pueblo”, añade Armienta.

El proyecto actualmente se encuentra en  proceso postproducción y colaboran Venancio Almanza (posproductor de sonido) y Cheshvan Santana (editor), egresados también del ITESO.

Canon escogió este documental como representante en Latinoamérica de su nueva cámara de cine digital, la Cinema EOS 300, lo que le permite a Armienta contar con el equipo de esta compañía para sus futuras producciones, sin costo de alquiler.

Aunque los documentales son su pasión, no rechaza participar en proyectos de corte comercial, porque éstos le permiten tener ingresos para financiar las historias reales que cree deben defenderse y darse a conocer.

En febrero del presente año apareció en cartelera la comedía romántica Siete años de matrimonio, cuyo guion fue escrito por Armienta, basado en estudios grafológicos que comprueban que cada siete años las personas completan un circulo de evolución físico-química en su cuerpo, dato que aprendió tras estudiar grafoscopía y grafología criminal.

La filosofía de Armienta es no rendirse jamás y ser perseverante, sin importar que no confíen en sus proyectos, los rechacen y le digan varias veces no. “Lo más importante en la vida es estar presente ante todo lo que sucede alrededor. Las oportunidades se presentan y a veces se nos pasan porque estamos distraídos. No nos hace falta el despertar de la consciencia, si no de la voluntad, porque en el fondo cada uno de nosotros sabe lo que tenemos que hacer, que nos neguemos a ello es otra cosa. Cuando queremos hacer las cosas inventamos pretextos o echamos culpas”.

Respecto al uso de las nuevas tecnologías para grabar y difundir videos en la red, sin la necesidad de un gran presupuesto ni equipo profesional, Natalia opina que aunque eso propiamente no puede llamarse cine, si se tiene una buena idea y es bien contada, el aspecto técnico queda a un lado.

“Lo que hace falta es el contenido inteligente, la narración, la fuerza de la historia, puede haber películas con un gran presupuesto, con efectos especiales muy buenos y producción de primer nivel, pero si no se sustenta la historia en algo, sales del cine igual que como entraste, no te llega, no te identificas, no te hace reflexionar, reír o llorar”, añade. Texto Fabián Ramírez