Carla y Susana, egresada y estudiante de Ciencias de la Educación comparten cómo la convivencia en la comunidad de la Sierra Tarahumara las hizo cambiar sus planes profesionales y personales.

El cielo azul brillante, la vista al cerro desde su ventana y la experiencia intercultural que viven en la Sierra Tarahumara fue lo que cambió sus vidas. Carla Sarabia y Susana Rodríguez, egresada y estudiante de último semestre de la Licenciatura en Ciencias de la Educación, respectivamente, tienen en sus planes seguir en la sierra trabajando en la organización Construcción de Mundos Alternativos Ronco Robles, COMUNARR, (comunarr.org), alianza entre ITESO, IBERO México y la organización SINÉ que está en la Sierra Tarahumara.

Ambas llegaron a la Sierra Tarahumara con el Proyecto de Aplicación Profesional “Programa Intercultural y de Comunidades Indígenas” donde hicieron la sistematización de dos años y medio del proceso de la Licenciatura en Ciencias de la Educación que el ITESO ofrece a un grupo de estudiantes de la Sierra.

Cada mes sostienen reuniones en las que, cuenta Susana Rodríguez, los estudiantes reflexionan sobre sobre sus prácticas y así van descubriendo los movimientos que se generan a nivel personal, en la comunidad, en su territorio, el sentido que le dan a su práctica y si esta responde a las necesidades de sus comunidades.

Gracias a su experiencia en la Tarahumara, Susana señala haber encontrado otra forma de vivir el tiempo, “todo es con paciencia y [lo que deba pasar] pasará cuando tenga que pasar. El silencio dice mucho más que a veces el discurso o que la palabra, y está padre el ir reconociendo esas cosas”.

Para Carla Sarabia uno de los aprendizajes ha sido respetar los tiempos y las formas de otros.

A partir de proyectos puntuales como reforestar, hacer tamales o participar en fiestas, de respetar el tiempo y el estilo de vida en la comunidad, Carla se dio cuenta que ella y sus compañeros del ITESO lograron transformar sus conocimientos y hacerlos más complejos “por ejemplo al reforestar pensaba que se trataba de sembrar arbolitos, pero resulta que están reforzando el tejido social o recuperando costumbres”.

Susana Rodríguez destaca que “para la cultura rarámuri es muy importante el compartir, y a mí, por lo menos, me ha cambiado la forma de ver la educación, siendo una palabra muy grande, no te vengo a enseñar y no me vas a enseñar, te voy a compartir y tú me vas a compartir porque tú puedes saber algo que yo no sé o viceversa, para mí ahora tiene más peso la palabra compartir que educación”.

¿Por qué otros estudiantes deberían acercarse a estos proyectos?
Carla – Es una oportunidad muy buena para poner en práctica lo que hemos aprendido o lo que hemos compartido con otras personas en el ITESO. Creo que no venimos, y esa es una idea que puntualizo mucho, a ayudar al pobre indígena. Venimos a un espacio diferente para aprender, para compartir, para ver otras realidades, para cuestionarte, yo creo que el beneficio de estar aquí no es tanto para las comunidades o para la organización o para los rarámuris, más bien es una cuestión personal que te abre nuevos horizontes, tener una visión mucho más crítica, por ejemplo, o en mi caso tengo más argumentos para poder decir que le podemos apostar a otras formas de vida.

Susana – Profesionalmente te forma de una manera impresionante, estás inmersa en la organización 24/7, se vuelve tu día a día, conoces bien a la gente, la cultura, a las comunidades, identificas los huecos que tienes profesionalmente, pero en lugar de volverse un problema es todo lo contrario, es el lugar perfecto para equivocarte, aprender, reaprender y experimentar.

¿Esta experiencia las marca para el futuro?
Carla – Permanezco todavía aquí. Fue una experiencia tanto profesional como personal que me ayudó a decidir el rumbo que quería tomar para el resto de mi vida y suena muy fuerte decirlo así. Escogí trabajar aquí a pesar de que tuve propuestas de trabajo en Guadalajara, decidí quedarme porque yo sí le apuesto a una forma de educación diferente, alternativa.

Susana – Profesionalmente me hizo romper muchos esquemas, tablitas y cuadritos que tenía en la mente. Me hizo cambiar mis planes de vida profesionales, el decidir quedarme acá otro semestre también fue algo difícil rechazar de repente el trabajo que en algún momento dije que era el que quería y que esperaba que me ofrecieran, y decir: “no, me toca irme otra vez y continuar con el proceso”, pues es difícil, es parte de crecer y ser adulta. Está muy loco porque uno no se imagina todas las cosas que pueden pasar en la punta del cerro y a todos nos ha sucedido.

Te vuelves consciente que eres parte de todo y que todo es parte de ti, y que tienes que respetarlo y tienes que aprender a escucharte para poder ver cómo embonas tú en ese todo y cómo puedes tú compartir en ese todo.