De origen valenciano, el padre Javier Bailén radica en Boston, donde dedica su vida a la pastoral deportiva en el Boston College. Su visita a nuestra universidad fue posible gracias a los esfuerzos y la colaboración entre el Centro de Educación Física y Salud Integral, el Centro Universitario Ignaciano y el Departamento de Psicología, Educación y Salud del ITESO.
Durante su estancia en la universidad, Bailén impartió una conferencia dirigida a la comunidad universitaria, además de sostener una charla con las y los entrenadores de distintos proyectos deportivos de nuestra institución.
En ambos espacios, explicó la conexión que existe entre la espiritualidad y el deporte. Compartió que, cuando el deporte se centra en sus bienes internos —el juego, la diversión y la gratuidad—, puede ser una herramienta poderosa para la transformación personal. Al vivir el deporte desde estas tres dimensiones, poco a poco desarrollamos disciplina, esfuerzo, sentido de comunidad, inclusión y valentía: virtudes que nos ayudan en la búsqueda de sentido y autotrascendencia.
Detalló también que, en el deporte, existen bienes externos como la fama, el ego o el dinero, que pueden alejarnos de una práctica transformadora. Estos factores corrompen los valores que hacen del deporte un medio valioso para convertirnos en mejores personas.
Ante estas dos visiones del deporte, Javier Bailén, SJ invitó a deportistas, entrenadores y directivos a una reflexión constante: ¿cómo están viviendo el deporte?, ¿cuáles son las motivaciones que encuentran en el camino?, ¿lo que hacen los ayuda a ser personas más humanas, personas para los demás?, y ¿qué factores los están alejando de ese propósito?
Recalcó que un buen parámetro para saber si vamos por el camino correcto es el gozo que sentimos al hacer deporte. Quienes lo practicamos no debemos olvidarnos de disfrutarlo. Si no es así, vale la pena recordar por qué comenzamos a hacerlo y qué tendríamos que cambiar para volver a disfrutarlo.
Porque, al final de cuentas, el deporte, desde una visión jesuita, tendría que ayudarnos a ser la mejor persona que podamos ser, a ser más humanos y a encontrar, en el camino, el sentido de la vida.