Recuerdos, camaradería, nostalgia, consejos para un mejor futuro… La carrera de Arquitectura del ITESO celebró 50 años de vida en una emotiva ceremonia que reunió a miembros de la primera generación con los estudiantes de hoy. Mira esta fotogalería con fragmentos de su historia. 

Lo que sucedió en el patio del edificio de Arquitectura y Diseño del ITESO la mañana del lunes 2 de septiembre, quedará registrado como una jornada especial en la historia de la universidad.

Allí, nueve de un total de aquellos casi 20 aventureros que en 1963 confiaron casi a ciegas en la incipiente Escuela de Arquitectura del ITESO, abrieron su corazón y compartieron anécdotas, vivencias y sus mejores deseos frente a las decenas de estudiantes, profesores y directivos que hoy en día conforman la Licenciatura en Arquitectura, un programa con más de mil 500 alumnos inscritos.

“Es lo mejor que me pudo haber pasado. Ojalá que sean felices como hemos sido nosotros”, dijo ante el micrófono Eduardo Vázquez Baeza. “Sentí un ambiente que nunca he sentido en otras universidades; seguimos queriéndonos como hermanos”, añadió Rafael Romo. “Era una época heroica. Los profesores trabajaban por un salario incierto y nosotros, los alumnos, no teníamos la seguridad de llegar a obtener un título oficial. Decíamos que más valía un arquitecto sin título que un título sin arquitecto”, complementó a la distancia Alejandro González Gortázar, en una carta leída por Pablo Vázquez, actual coordinador de la carrera.

Y es que lo de “heroica” no se utilizó a la ligera. La Escuela de Arquitectura itesiana nació en tiempos convulsos descritos por la epístola de González Gortázar, quien citó el “golpe de estado” que la FEG le propinó a la Facultad de Arquitectura de la UdeG. Varios de los “despedidos”, entre ellos Jaime Castiello, Nafarrate e Ignacio Díaz Morales, armaron el nuevo proyecto, rebosante de idealismo, moviéndose al ritmo de los Beatles y los Doors, aspirando los humos revolucionarios del 68 y caminando entre milpas y sinuosos caminos para llegar al Edificio A, el único que tenía el ITESO en aquel entonces, cuya matrícula rondaba los 300 alumnos, en contraste con los casi 10 mil que tiene en 2013.

“Más vale un arquitecto sin título que un título sin arquitecto” era la consigna de aquellos aventureros y amantes de la arquitectura que apostaron por el proyecto educativo del ITESO

“[Era] una Guadalajara pueblerina, desinformada, sin libros, revistas, ni discos de afuera. Estábamos aislados, pero aun así tocábamos, cantábamos, soñábamos y nuestra escuela era parte de este mundo en el que todo estaba por construirse”, escribió González Gortázar.

Sentados codo a codo en el estrado, flanqueando al primer director de Arquitectura, Enrique Nafarrate, y a uno de sus primeros profesores, Miguel Andonaegui –quienes serán homenajeados en las venideras Jornadas de Arquitectura– los invitados de honor le entraron de lleno a la dinámica que les propuso Carlos Petersen, exdirector de la carrera, quien encendió la máquina del tiempo, les pidió que se situaran en 1963 y se presentaran uno a uno, explicaran por qué habían elegido al ITESO y contaran cómo se veían a sí mismos en 50 años, el 2 de septiembre de 2013.

“Ojalá pueda seguir caminando, pueda seguir llevando a mis nietos al colegio, trabajar lo poquito que se pueda, pasármela lo mejor que se pueda, ver a los más amigos que pueda… Y en la noche echarnos un vino por ahí”, soltó un sonriente Gabriel Casillas, y las risas en el patio no se hicieron esperar.

Covarrubias recordó cómo fue convencido por su hermano Mito para inscribirse al ITESO, una universidad en la que ha vivido todo tipo de alegrías y tristezas, incluido el fallecimiento de seres queridos y la paternidad. Al final, y no sin antes citar a Pablo Neruda, descorchó una botella de champagne y empezó a llenar las copas de sus contemporáneos al grito de “¡Feliz cumpleaños!”

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Un grupo de arquitectos descansa en el ITESO de los 60

 

Mirada crítica hacia el futuro

Nafarrate, quien prácticamente ha impartido ininterrumpidamente clases en la carrera durante estos 50 años, señaló algunos de los puntos que a su juicio deben resolverse cuanto antes para alcanzar el nivel que tuvo en los 70, cuando ganó premios de talla mundial.

“Una escuela de arquitectura debe tener elementos que sean fijos, inamovibles, que sea aprendizaje en toda su historia”, dijo, citando la teoría y la historia de la arquitectura, o la geometría descriptiva, los cuales para él se han eliminado paulatinamente.

“Una escuela de arquitectura debe vivir la evolución humana… Evolucionar en todo lo que son las tecnologías contemporáneas que no existían hace 50 años; la arquitectura debe incorporarlas en sus planes de estudio. La enseñanza o el aprendizaje arquitectónico van de la mano de lo que es perenne, lo que no debe cambiar [la teoría], y de lo que es cambiable, o sea, la tecnología”.

El coordinador de Arquitectura le aseguró que tanto sus observaciones como las de otros profesores y egresados serán tomadas en cuenta en el rediseño del programa que la carrera tiene planeado echar a andar el próximo año. Texto Enrique González Foto Luis Ponciano 

 

Los primeros de Arquitectura

Va la lista completa de quienes en 1963 fundaron esta carrera en el ITESO: Gabriel Casillas Moreno; Felipe Covarrubias Álvarez del Castillo; Alejandro González Gortázar; José Antonio Hernández González; Manuel Hernández Romo; Jorge Jiménez Aguirre (+); Gilberto Larios Chávez; Miguel Moreno Elortegui (+); José Ortiz Pesqueira (+); Felipe Ramos Salazar (+); Wilfrido Rojas Gutiérrez (+); Rafael Romo Villaseñor; José Manuel Sánchez García; Víctor Silva Contreras; Salvador Torres Enríquez; Eduardo Vázquez Baeza; José Vázquez Buitrón; Jesús Velasco y Orozco y Gabriel Villaseñor Camarena (+).