En esta entrevista, José Morales, SJ, Rector del ITESO para el periodo 2014-2018, traza algunas de las señas de identidad de lo que será su gestión, en la que la confianza en los jóvenes y la calidad docente serán piedras angulares.
A José Morales Orozco, SJ le habría gustado servir en la Misión jesuita de la Sierra tarahumara; con esa ilusión entró a la Compañía de Jesús el 14 de agosto de 1963. Pero su primera encomienda fue la de Rector del Instituto Libre de Filosofía y Ciencias en Guadalajara, al mismo tiempo que fungía como Superior del Filosofado de la Compañía de Jesús en México.
También le habría gustado seguir dando clases, como las que impartió en el ITESO a partir de su ordenación, y fue algo que le costó dejar cuando en 1989 fue nombrado Provincial de la Compañía de Jesús en México.
Recién terminado su tercer periodo de rectorado en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, solicitó su primer año sabático, pero el actual Provincial en México, Francisco Magaña, SJ, le dio la misión de ser Rector del ITESO, cargo que asumió el viernes 14 de noviembre, como sucesor de Juan Luis Orozco, SJ. En sus más de 50 años de caminar jesuita, Morales entiende el valor de su disposición a la hora de afrontar esta nueva misión apostólica.
“No se trata de entrar a la Compañía de Jesús para que tú te realices en ella, sino para realizar la misión que tiene la Compañía, y es una misión corporativa; esto implica que estés dispuesto a ir a cualquier parte del mundo, porque la misión es universal”, declara el nuevo Rector de la Universidad Jesuita de Guadalajara.
Y la misión de Morales, efectivamente, ha tenido tintes globales. Vivió en Quebec en su último año de formación jesuita; su magisterio fue en Estados Unidos; su doctorado en Teología lo estudió en la Universidad Pontificia de Comillas, en España; en 1996 fue llamado a Roma para ser consejero del entonces Prepósito general, Peter Hans-Kolvenbach, SJ, y antes de permanecer 11 años en la Ciudad de México estuvo a punto de partir a África. Ahora, el jesuita nacido en Atotonilco en 1947 comienza su periodo como Rector en la ciudad en la que creció.
“Con esa actitud y con lo que he aprendido pretendo aportar al ITESO, con confianza en los jóvenes; yo creo mucho en ellos”.
“La excelencia académica es un camino sin fin; logras una meta y hay posteriores y superiores”
Considera que todos sus años de formación y apostolado le han dado las herramientas necesarias para desempeñarse en su nuevo cargo; ha aprendido a escuchar, a confiar en las personas, a respetar el principio de subsidiariedad, a tratar de sacar lo mejor de cada persona, a saber reírse de sí mismo y, lo que más trabajo cuesta, a tomar decisiones. A esto le añade una cuota de sentido del humor, la capacidad de saber reírse de sí mismo.
Modelo ignaciano en las aulas
Las encomiendas que ha recibido son varias e incluyen continuar con el plan quinquenal del ITESO, que concluirá en 2016, lo cual implica vincular a la universidad con empresas y organizaciones ciudadanas, promover el emprendimiento en los jóvenes y consolidar la excelencia académica en todas las carreras y posgrados.
“La excelencia académica es un camino sin fin; logras una meta y hay posteriores y superiores. Implica una mejor selección de los profesores, pertinencia en los programas académicos, mayor exigencia, mejores evaluaciones; implica la equidad, eficiencia y eficacia; es un proceso complejo que no tiene límite. Y tenemos que buscar cómo situar al ITESO en las grandes ligas desde el punto de vista internacional”.
Otro de los encargos, uno en el que Morales pretende trabajar arduamente, tiene que ver con profundizar la formación en el ITESO al estilo ignaciano. Explicitar y vivir este modelo dentro del ambiente universitario es para el nuevo Rector clave en la formación integral de los estudiantes.
“Se piensa que por insistir en la formación más de tipo humanista e integral de la persona se descuida la académica, y no. Yo digo que la pertinencia social del ITESO como institución jesuita —o sea, que responda a las necesidades no solo de crecimiento económico, sino de desarrollo y de justicia— es parte de la calidad de la institución, y es lo que le da un valor agregado”, afirma el jesuita.
Hombres y mujeres para los demás
Buena parte del apostolado del padre Morales ha sido en instituciones educativas, tanto de escolares jesuitas como de laicos. Subraya que le gusta trabajar con jóvenes y le pesa no poder estar más cerca de ellos por la naturaleza administrativa de los puestos que ha ocupado.
Pero al mismo tiempo ha constatado cómo sus propios aprendizajes dentro de la Compañía— discernimiento espiritual, el magis ignaciano y el compromiso con los más necesitados— están trasplantados en el modelo de educación jesuita, y como consecuencia, en los alumnos.
Los jesuitas no pueden militar o apoyar a ningún partido político o convertirse en servidores públicos; pero los estudiantes sí, refiere.
“Ellos son factores de unidad. Los jóvenes pueden hacer la diferencia de manera activa. La dimensión afectiva, ética y espiritual es el valor agregado que da el ITESO a sus alumnos y que no pueden ofrecer otras instituciones, además de la excelencia académica”.
“Los jóvenes pueden hacer la diferencia de manera activa”
En su experiencia, la formación de los jóvenes debe darse a partir de sus inquietudes, sus alegrías, sus tristezas y la cultura en la que se desenvuelven, y así, “formarlos en la línea que quiere el ITESO: hombres y mujeres capacitados académicamente, con valores de responsabilidad, compromiso social, respeto a la diferencia, inclusión, solidaridad, participación ciudadana; que busquen trascender al éxito individual y pongan al servicio de los demás lo que han recibido en su paso por el ITESO”.
Cuando fue Rector de la Ibero, presenció un despertar político de algunos estudiantes a partir de la visita del entonces candidato a la presidencia Enrique Peña Nieto, en mayo de 2012, la cual fue el germen del movimiento Más de 131.
Libres para transformar
El padre Morales estuvo presente en el paro activo en solidaridad con Ayotzinapa que esta Casa de estudios realizó el 5 de noviembre. Le parece que este tipo de experiencias de concientización y solidaridad son fundamentales y transformadoras; pero son solo el primer paso.
“El reto es cómo pasar de esta emoción— este deseo que las cosas cambien, este rechazo a la violencia, a la injusticia y a la manipulación de los medios— a la propuesta. No se vale protesta sin propuesta, siempre lo he dicho”.
Dos de las vías que considera que el ITESO propone para encausar la transformación social son los Proyectos de Aplicación Profesional (pap.iteso.mx) y los voluntariados del Centro Universitario Ignaciano (cui.iteso.mx).
“Ese contacto con situaciones de dolor e injusticia transforman a la gente. Yo pienso que una persona que hace un semestre o tres meses su PAP en una zona indígena o marginada, al darse cuenta de la situación en la que vive comienza a reflexionar: ‘¿Y por qué se da esto, cuáles son las causas y qué puedo yo hacer?’. La solidaridad empieza por esa experiencia, pero una solidaridad ilustrada, como decía el padre Kolvenbach”.
Morales es consciente de que no todos los estudiantes del ITESO tienen ese interés por la justicia social o por los valores de inspiración ignaciana, pero enfatiza que se les deben dar los medios para que cada uno elija con libertad cómo aprovecharlos, porque confía que años después de egresar, esos valores saldrán a flote y se verán reflejados en su vida y su trabajo.
“Una institución como el ITESO es valiosa no solo porque logre sus objetivos planteados; lo más importante y lo que hace más valioso al ITESO es lo que sus egresados lleguen a hacer el día de mañana”. Fotos Luis Ponciano Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús