La periodista argentina y activista Liliana Hendel presentó cómo la violencia de género trasciende el feminicidio; también se inserta en diversos discursos mediáticos.


“¿Quiénes ocupan las primeras páginas y en que fotos? ¿Dentro de las estructuras sociales qué parte tomamos las mujeres?”

Esta fue la reflexión con la que la activista, psicóloga, periodista y feminista argentina Liliana Hendel partió para dictar su conferencia, la cual se baso en las investigaciones de su libro Violencias de género, Las mentiras del patriarcado, el 20 de marzo en el auditorio M.

Esta fue gestionada por las carreras del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos, así como Periodismo y Comunicación Pública y la Unión de Sociedades de Alumnas y Alumnos del ITESO.

En su charla, Liliana Hendel abrió con un recordatorio del asesinato de Marielle Franco, concejala en Río de Janeiro, el 14 de marzo de 2018. Su asesinato a balazos se dio en un contexto de creciente violencia y choques políticos de Brasil; ella era una figura de la izquierda joven brasileña y activista por los derechos humanos de las mujeres negras y en situación de pobreza.

“La mataron porque era mujer, negra, lesbiana y no se callaba la boca. Todas las que quedamos vivas estamos para recordarla y seguir en este camino”, expresó Hendel, a la hora de especificar la importancia de tipificar el feminicidio como tal, debido a que responde a un asesinato a una mujer en un contexto social y político determinado.

En 2017, el Monitor de la Violencia registró 4,473 homicidios de mujeres en Brasil, una de las injusticias contra las que luchaba Marielle Franco, así como por la juventud negra sin acceso a educación, que son las principales víctimas de muertes violentas en el país, de acuerdo con el Atlas de Violencia 2017.

“No se puede entrar a este tema sin decir que la violencia que ya está más visibilizada es la de los feminicidios, pero no es la única”, expresó.

La discusión de si el feminismo es lo mismo que el machismo debe dejarse de lado ya, afirmó, al recordar que esta primera es un movimiento político y teórico que cuestiona la desigualdad entre hombres y mujeres; esto se consigue con equidad y perspectiva de género, en una deconstrucción del patriarcado, el cual “no es el hombre malo contra la mujer; también los varones son víctimas de esta cuestión hegemónica. El patriarcado y el machismo no están en los genitales, están en el marco teó- rico”, y en qué tanto las mujeres en democracias como Argentina o México son ciudadanas de segunda clase.

¿Cuántas mujeres hay donde el poder se juega?”, se preguntó, y mostró algunos de los resultados de las investigaciones de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género en Argentina, de la cual es presidenta. Eran fotografías en periódicos de jueces, políticos, artistas, deportistas… todas sin una sola mujer a cuadro.

Y mostró en dónde sí aparecen las mujeres en los medios y cómo: en revistas de sociales, en anuncios publicitarios para reducir tallas, o en encabezados de los llamados “crímenes pasionales”, donde se omiten los nombres de la víctima y se utilizan eufemismos para no mencionar un feminicidio.

También aparecen, afirmó, en las campañas contra la violencia de género o el acoso sexual, con mensajes en los que se les incita a defenderse y denunciar.

“Pero nadie le dice al victimario que no lo haga. Idealizamos el dispositivo de la denuncia y desde los medios insistimos en que las victimas pudieron denunciar. Pero estos sistemas no las protegen porque la justicia se inserta en el sistema patriarcal”, dijo.

También aparecen en los medios y en la opinión social como fanáticas y radicales que pintan las calles tras marchas. O como objetos de deseo en publicidad, y con códigos que imponen una estética que conduce a trastornos físicos y emocionales.

Y también habló de la idealización del amor romántico como forma de opresión. “El amor es clave para instalar las violencias en las mujeres. Ideas como ‘amor todo lo puede’, ‘los que se pelean se aman’ son un acta de defunción”, dijo, y también mencionó cómo la idealización de la maternidad como función primaria de la mujer debe de-construirse, y fomentar el feminismo como ancla para la búsqueda de un piso pareja entre ciudadanos y ciudadanas.

“Nadie se salva sola. Solo encontrándonos podremos tomar conciencia de que las cosas están funcionando mal y tenemos la posibilidad y responsabilidad de cambiarla”, dijo.