¿Conoces la historia de cuándo, cómo y por qué se fundó el ITESO? Aquí te la contamos

Por Carlos Luna

 

El 31 de julio —día de San Ignacio de Loyola— de 1957 se firmó el acta constitutiva del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, Asociación Civil (ITESO, A.C.). Integrada por padres de familia del Instituto de Ciencias, el colegio jesuita de Guadalajara, y otros miembros de la iniciativa privada de la ciudad simpatizantes de la labor educativa de la Compañía de Jesús, la asociación se dio como objeto “iniciar, promover, fomentar, estimular, patrocinar o directamente administrar y dirigir toda clase de actividades educacionales, de investigación científica y de difusión de la cultura.” Fue elegido presidente de la asociación el Ingeniero José Fernández de Valle, uno de sus principales promotores.

Según el relato fundacional, la idea de abrir una tercera opción universitaria en Guadalajara surgió un año antes de un grupo de padres de familia del Instituto de Ciencias convocado por el Padre Luis Hernández Prieto, S.J., con el propósito de conseguir fondos para financiar una alberca y otras obras de mejora en las nuevas instalaciones del colegio, recientemente inauguradas sobre la avenida Ávila Camacho en Zapopan.

Guadalajara tenía entonces solo dos opciones universitarias: la Universidad de Guadalajara, de carácter público, con fuertes restricciones de ingreso a estudiantes que provenían de preparatorias particulares, y la Universidad Autónoma de Guadalajara, de carácter privado, cuestionada por diversos sectores de la sociedad tapatía por su bajo nivel académico y en discrepancia abierta con la orientación educativa de la Compañía de Jesús. Más allá de la anécdota y de la conveniencia familiar de que los egresados del Instituto de Ciencias tuvieran mejores opciones para seguir sus estudios en Guadalajara, las mismas condiciones de desarrollo económico y social de la ciudad en esos años exigían ya el enriquecimiento de su oferta educativa de nivel superior.

Con el decidido impulso que dieron Luis Hernández Prieto y otros jesuitas del colegio, la iniciativa arraigó pronto, convocó al entusiasmo y fue cobrando forma. Aunque en la mente del grupo inicial estaba clara la idea de una universidad en el pleno sentido de la palabra, se optó por la fórmula de “Instituto tecnológico…”, siguiendo el camino abierto años antes por el Tec de Monterrey, ante los previsibles obstáculos políticos y burocráticos que podrían interponerse en el camino y en el proceso de incorporación o registro oficial de los estudios.

El primer rector del ITESO fue José Fernández del Valle, presidente también de la asociación civil. Luis Hernández Prieto se incorporó al equipo de trabajo desde el primer momento. El mismo año de la fundación, se ofrecieron los primeros cursos de extensión universitaria: filosofía, matemáticas, construcción y finanzas, entre otros. En 1958, en los altos de los portales de la calle Independencia, a un costado de la Rotonda de los Hombres Ilustres, y otros locales en el centro de la ciudad, se abrieron las primeras carreras: Filosofía, Ingeniería, Economía, Derecho y Ciencias Químicas con un total de 97 estudiantes. Ese mismo año, en calidad de vicerrector, Jorge Villalobos Padilla, de la Compañía de Jesús, se hizo cargo de la dirección académica de la naciente institución. Asumió, de facto, las funciones de rector.

FOTO: De Yoni S.Hamenachem – Yoni S.Hamenachem, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=23499484

Jorge Villalobos Padilla, SJ.

El proceso mismo de su constitución y los primeros años de vida del ITESO fueron difíciles. Sin subsidio público, contribución del gran capital ni flujo significativo de colegiaturas, el ITESO salió adelante a base de créditos, frecuentemente refinanciados, donaciones personales y la desinteresada colaboración de muchos de sus profesores, quienes pospusieron indefinidamente el cobro de su remuneración o renunciaron a ella. La misma Compañía de Jesús en México no estuvo en condiciones, en un primer momento, de comprometer abiertamente el apoyo necesario por la insuficiencia de personal académico de entre sus propias filas, destinado prioritariamente entonces a la consolidación de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México. Pese a las previsiones y empeñosas gestiones ante las autoridades educativas federales, estatales y de la propia Universidad de Guadalajara, el reconocimiento no se logró. Llegaría en 1968, once años después, con la incorporación de los estudios a la Universidad Nacional Autónoma de México. Por lo menos, las primeras diez generaciones terminaron sus carreras sin reconocimiento oficial alguno.

Sin embargo, el principal obstáculo vino de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Decidida a no perder la exclusividad de la educación privada en la ciudad y contraria a la labor educativa de la Compañía de Jesús, esa institución no dudó en usar todos los recursos a su alcance para impedir la fundación y sobrevivencia del ITESO en sus primeros años, desde el libelo periodístico y la intimidación personal, hasta la incitación a la violencia. El 27 de mayo de 1958, un grupo de estudiantes vinculado a esa universidad irrumpió en las instalaciones del ITESO en la calle Independencia, desalojó por la fuerza a quienes ahí se encontraban y destruyó sistemáticamente todo el mobiliario y equipamiento. La abierta y pública condena a ese ataque de parte del Monseñor José Garibi Rivera, arzobispo de Guadalajara, y de otros sectores de la sociedad, representó, al final, un importante apoyo para el ITESO.

Ya en condiciones de una relativa mayor estabilidad, en los siguientes años llegaron otros jesuitas para apoyar las tareas académicas de la institución. Gracias a la presencia educativa que pronto adquirió, el ITESO abrió nuevas carreras y expandió sus instalaciones en diversos lugares de la ciudad, entre ellos la Casa de los Abanicos en la calle de Libertad a unas cuadras de la avenida Lafayette, hoy Chapultepec. El 8 de junio de 1962 se colocó la primera piedra del actual campus en los terrenos donados por el Sr. José Aguilar Figueroa. Lo que siguió es otra historia.

A modo de epílogo. El Edificio W del campus está dedicado a Luis Hernández Prieto, S.J., La biblioteca del ITESO lleva el nombre Dr. Jorge Villalobos Padilla, S.J., Por el ingreso poniente a la explanada del Edificio Central se encuentran sendas estelas de metal en honor de Don José Fernández del Valle y Ancira, Don Roberto de la Torre Castañeda y Don Raúl Urrea Avilés, los primeros presidentes de la asociación civil. Frente al mismo edificio hay una fuente con una cápsula en su interior con los nombres de los fundadores y primeros egresados. Al frente tiene una inscripción que dice “Bienaventurados los que sin ver creyeron. Bienaventurados los que viendo continúan creyendo.”

 

Bibliografía recomendada

Gómez Fregoso, Jesús. La fundación del ITESO. Una versión. ITESO, 2011

Gutiérrez T. Formoso, Alberto. Acontecer histórico del ITESO 1957-1997, Volumen I. ITESO, 1997

Guerrero Anaya, Luis José y Núñez de la Peña, Francisco. Los antecedentes del ITESO en Revista Renglones, número 1. ITESO, febrero de 1985

Relatar con un mínimo de detalle los acontecimientos en torno de la fundación del ITESO y sus primeros años de vida, algunos de ellos suficientemente documentados, otros a la espera de una mayor labor historiográfica e interpretativa, escapa a los objetivos y alcances de esta publicación. Si estas notas mueven a sus lectores a revisar, por lo menos, la bibliografía recomendada, habrán cumplido su propósito.

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