En un país con desapariciones y feminicidios sucediendo todos los días, ¿cuál es la responsabilidad de periodistas y comunicadores? Profesores del ITESO comparten cómo informar desde la ética y compromiso social
Por Andrea Cajiga
En las últimas semanas, medios de comunicación y periodistas han colocado la mira en el caso de desaparición y presunto feminicidio de Debanhi Escobar, una joven regiomontana de 18 años que fue hallada sin vida en la cisterna de un hotel tras 13 días de su búsqueda.
Su familia, amistades, el contenido de sus redes sociales, la ropa que llevaba y los últimos momentos en el que se le vio con vida se han convertido en información pública que ha derivado en suposiciones y teorías de conspiración que generan confusiones y desinformación alrededor del caso.
En conversación con Iván González y Darwin Franco, periodistas y profesores en la licenciatura en Periodismo y Comunicación Pública, responden cómo informar desde la ética y compromiso social de las y los comunicadores.
«Como periodistas tenemos la responsabilidad de generar nuevas narrativas sobre lo que ocurre. Los feminicidios, en términos de cobertura, pueden construirse desde narrativas que apuesten por contar alejándose morbo y desde el plano de la justicia, bajo una perspectiva de género y de derechos humanos que coloque el hecho al centro y se interese por el derecho a la verdad que tienen la víctima y sus familiares», apuntala Darwin Franco.
Darwin Franco, periodista y coordinador de Zona Docs
Para el profesor, al tratar temas de violencia lo que importa es dar cuenta del hecho, y para eso la denuncia periodística siempre debe señalar las condiciones contextuales e históricas vinculadas a él.
Por su parte, Iván González, coordinador de la licenciatura, subraya que el periodismo es un servicio público, y como tal, debe estar al servicio de las y los ciudadanos. «Un profesional siempre se debe preguntar cómo ofrecerle al público todo lo que necesita en relación con el caso y para qué sirve esa información. Es la lógica de la responsabilidad, como la llamaba Javier Darío Restrepo».
En esto coincide Darwin al mencionar que, «la clave está en pensar el para qué. Siempre hay que cuestionar si la respuesta abona a explicar el hecho o a la búsqueda de justicia. Si lo que queremos informar solo abona al morbo, eso no es periodismo», apunta el coordinador del portal Zona Docs.
Para ambos, el trabajo de los medios de comunicación en la cobertura del caso de Debanhi Escobar ha sido un ejemplo de lo que no se debe hacer. La velocidad y la búsqueda de rating han propiciado que la rutina se imponga a la responsabilidad que se tiene con el público, no solo de informar, sino de informar con compromiso. Darwin e Iván coinciden en que muchos medios suelen ir más rápido y no más profundo, y que prefieren mantener estimulada a la audiencia en lugar de ayudarle a tomar decisiones con base en información más útil.
En la cobertura del caso de Debanhi se abrieron muchas vertientes que intentaron responsabilizar a las amigas o cuestionar por qué su papá no fue a recogerla. Darwin reitera que estas narrativas no solo revictimizan a la persona, sino que «permiten que el Estado se quite responsabilidad respecto a la averiguación sobre el hecho».
«¿Qué clase de verdad construimos si nos ponemos a interrogar si el papá era el papá biológico y qué ganamos difundiendo lo que traía en su bolsa?», cuestiona Iván González.
Iván González Vega, coordinador de Periodismo y Comunicación Pública.
En el caso específico, Iván considera que podría buscarse otro enfoque útil a la información, «a lo mejor no es sobre ella y la tristísima situación de su familia. A lo mejor es sobre cómo están viviendo las mujeres el transporte público en las noches, sobre qué significa ser una mujer de 18 años y tener miedo de salir de tu casa, sobre cómo responden las autoridades investigadoras y policiales a las denuncias de feminicidios, a lo mejor es sobre qué podemos hacer los varones del país al reconocer que la llevamos mucho más fácil».
La cobertura de estas violencias debe hacerse con perspectiva de género y de derechos humanos, y sin hacer apología al feminicidio generando narraciones gráficas que no contribuyen al esclarecimiento del hecho o la búsqueda de justicia.
Muchas faltas a la ética ocurren de manera no intencionada por falta de capacitación. Por ello, otra obligación del periodista es conocer el marco legal para entender cuáles son las condiciones de género por las que debemos llamar feminicidio a un hecho violento. Y entender el cómo y para qué las mujeres son desaparecidas, pues no se trata de casos aislados.
«No nos toca convertir un tema público en un caso privado. Cuando construyes una narrativa que responsabiliza a la víctima de lo que le pasó, lo que haces es no crear empatía con la víctima sino generar un tribunal mediático que todo el tiempo la esté juzgando», agrega Darwin.
A los periodistas no les toca juzgar en términos de moralidad las acciones de las personas, su responsabilidad es dar cuenta del hecho y sus irregularidades. Desde la narrativa que construyen los medios se define quién es la víctima y quién el victimario. Por eso, gran parte de la responsabilidad social de un profesional de la información implica hacerse consciente de sus propios prejuicios.
«Un dilema ético es cuando uno como periodista pone sobre la mesa las implicaciones que pueden tener sus decisiones en la vida de otros. Entonces, si nosotros no somos conscientes de la vida de las otras personas, nunca vamos a tener dilemas éticos, porque lo asumimos todo desde nuestra postura personal», finaliza Darwin.