En el marco del Día Internacional del Periodista, tres estudiantes de la licenciatura de Periodismo y Comunicación Pública comparten su visión sobre esta profesión

En 1958 se estableció el 8 de septiembre como Día Internacional del Periodista, en honor y conmemoración del fallecimiento de Julius Fucik, escritor y periodista checoslovaco que fue ejecutado por los nazis en 1943. Así, desde hace varias décadas esta fecha recuerda la importancia del periodismo en su labor de buscar la verdad y en defensa de la libertad de expresión.  

En nuestro país, la situación del gremio periodístico no es precisamente prometedora: aunado a la precariedad laboral y a los ataques, en lo que va del año se ha asesinado a 16 periodistas. Pese a este panorama, muchas y muchos jóvenes aún creen en el poder de la labor periodística. Desde la carrera de Periodismo y Comunicación Pública del ITESO, presentamos la reflexión de tres estudiantes – dos de primer semestre y una de quinto – en torno a esta efeméride: los riesgos que viven los profesionales del periodismo en el mundo, el impacto de las tecnologías y las redes sociales digitales en la calidad del periodismo y la visión de un periodismo más allá de las etiquetas, las líneas y los modos de las empresas. Te invitamos a leer y compartir.  

Las perras de Lydia Cacho

Por Alejandra Partida Vital   

Solo podría describir como poético el hecho de que mi primer encuentro con Lydia Cacho, a pesar de que veníamos de la misma ciudad, ocurriera en la FIL de Guadalajara, ciudad a donde terminaría mudándome para estudiar periodismo. Jamás hubiera pensado que en esa conferencia reconocería algo en ella que vería reflejado y que no sabía nombrar. Al igual que tampoco hubiera imaginado cómo escuchar la historia de esta periodista cancunense, resiliencia y empoderamiento encarnados, me causaría una conmoción tan fuerte que, inconscientemente, Lydia se convertiría en el símbolo del inicio de mi propia trayectoria hacia el periodismo.   

En 2005, el huracán Wilma sacudió los cimientos de Cancún. Sin embargo, en ese mismo año, Wilma no sería lo único que dejaría expuestos los cadáveres pudriéndose a escondidas entre la arena y el sol. Lydia Cacho también se encargaría de eso con la publicación de su libro “Los demonios del Edén”, en donde expondría la red de trata infantil protegida por los políticos y magnates del paraíso turístico. Mientras yo jugaba a hacer casitas de arena, Lydia se enfrentaba a las peores atrocidades de la humanidad: niñitas de mi edad que habían sido abusadas por pederastas poderosos como Jean Succar Kuri, el magnate hotelero responsable por la red de prostitución infantil más grande del sureste.    

Lydia pagaría el precio que le cobra nuestro país a los que se atreven a practicar su libertad de expresión para defender los derechos humanos: con un secuestro, tortura y amenazas. Mientras atravesaba el proceso penal para llevar a los responsables de su secuestro a la justicia, Lydia escribió lo siguiente: «Podría irme del país con mi tristeza a cuestas, a contar que mi patria está podrida y no tiene remedio. Prefiero [otra] opción: ganar el juicio y dar la batalla de la vida”.  Lydia ganó la batalla penal contra su secuestrador, y demostró que las que luchamos con nuestra voz sí podemos hacer cambios y marcar un nuevo precedente de justicia, y que es posible salir del paradigma de la impunidad que se vive en nuestro país. La victoria, aunque dulce, es corta, ya que Lydia sobreviviría otro atentado contra su vida que la exiliaría de México. En julio del 2019, Lydia llegó a su casa en Puerto Morelos para encontrarse con que habían asesinado a dos de sus perras mientras la buscaban a ella. Lydia, ahora que ganaste, y que a pesar de todo has tenido que marcharte, ¿cómo hablas sobre tu patria en España? 

Yo no creo que todo esté perdido. La democracia en México es como la mañanera; tarda en llegar al punto, pero hay periodistas dispuestos a pasar por ella para darle sentido. Ser estudiante de periodismo implica asumir el legado de los triunfos y los dolores de nuestros predecesores, los cuales nos han permitido ejercer nuestro trabajo con más seguridad. De igual forma, con eso también asumimos la responsabilidad de heredar un camino erosionado por los pasos de los periodistas del pasado, pero que aún no ha sido pavimentado. Es un camino lleno de baches y obstáculos, pero, al atravesarlo, estamos continuando con el trabajo de las y los que vinieron antes para darles la oportunidad de un futuro a los que vendrán después. Atreverse a seguir haciendo periodismo es demostrarles que, a pesar de todo, nunca podrán matar a las perras hambrientas de historias que llevamos dentro. 

El periodismo y las redes sociales: un arma de doble filo 

Por Fernando Alejandro Hernández Casarín 

 ¿Cómo te informas del mundo? Algunos verán las noticias en televisión, otros las escucharán de camino a su destino mientras el café de la mañana empieza a hacer su efecto, pero una gran parte de la población se informa dentro de las redes sociales. Individuos de todo tipo: estudiantes y maestros, supervisores y obreros, cada uno de ellos buscando aquello que le resulta interesante. 

¿Y los periodistas? Marco Rodríguez, periodista de grupo ACIR Radio en Guadalajara, contestó así a esta pregunta: “El espíritu del periodismo se basa en informar a su comunidad algún hecho que los afecte directa o indirectamente”. Es decir, son partícipes de forma prioritaria. 

En el gremio periodístico, hay opiniones muy variadas respecto al uso de las redes sociales. Leila Guerriero, periodista y editora argentina, se refirió a ellas durante una charla en el ITESO como una causa de desconcentración y citó una frase del documental biográfico de la escritora Fran Lebowitz: “No es que no tenga redes sociales porque no sepa lo que son, no tengo redes sociales porque sé lo que son”. Mientras, el ya mencionado Marco Rodríguez las destaca como una gran ayuda en la cobertura de la inmediatez, sin olvidar los peligros de la desinformación, que abundan para aquel que no sepa buscar fuentes oficiales. 

En redes como Twitter, Instagram o Facebook la desinformación es frecuente. Elmur Souza, periodista deportivo con más de 15 años de experiencia, las considera un “cáncer de la información”, al referirse a quienes, ocultos bajo la máscara del anonimato, buscan contaminar el canal con noticias falsas o manchadas de tintes políticos, sociales o religiosos, de manera consciente o inconsciente. 

Entonces, ¿son las redes sociales una herramienta? Totalmente, pero solo si sabes cómo usarlas. Un martillo en manos de un niño podría conducir a un pulgar roto. Al igual que una cuenta de Twitter que se dedica a distribuir información sin la garantía del profesionalismo periodístico: se trata de un concepto peligroso para aquellos que buscan enterarse de las noticias de manera sencilla y sin tener que molestarse en comprobar datos. Por eso son importantes, pero de cuidado para quienes son periodistas: una noticia falsa puede acabar con sus carreras, en las cuales lo más importante es la responsabilidad con la verdad. 

El periodismo no es sinónimo de los medios de comunicación 

Por Mariana Parra 

Las y los periodistas no son sinónimo de los medios de comunicación. Nombrar la diferencia es importante para reconocer sus intereses públicos y sociales. El 8 de septiembre, Día Internacional del Periodista, es un momento clave para cuestionar las prácticas informativas que se realizan o dan por hecho en la vida social cotidiana. 

El periodista se encarga de tejer información para transformarla en un relato que explique los sucesos de la vida pública. Parte de su labor implica un compromiso con observar, describir, documentar, además de analizar acontecimientos, declaraciones, discursos políticos y cualquier propuesta que pueda afectar a la sociedad. 

Por otro lado, los medios de comunicación son actores de una industria que tiene sus propias agendas, alimentada por su capacidad de participar en el juego social, cultural, económico, y por sus propios intereses comerciales. 

Las personas profesionales del periodismo se mueven, pues, entre la oportunidad de atender sus agendas personales, la necesidad de trabajar en empresas con agendas propias y la responsabilidad de cumplir con la labor social de informar e indagar en las problemáticas de interés público. 

En el fondo, esta última motivación implica que deben mirar más allá de los objetivos comerciales y de las agendas mediáticas. Y entonces tienen que tomar decisiones como profesionales, no solo en relación con las políticas de la empresa para la cual trabajan. 

Pero lo importante es que el periodista no es lo mismo que los medios en los cuales trabaja, pues el fundamento de su trabajo es su compromiso social.  

Dalia Souza, directora del medio independiente Zona Docs, reconoce al periodismo como una profesión determinada por su honestidad hacia la sociedad y la ciudadanía. Al mismo tiempo, plantea la posibilidad de que los medios de comunicación puedan manifestar abiertamente su postura y hacerla de conocimiento de todas las personas. 

De acuerdo con la académica Raquel Rodríguez Díaz, autora de “Teoría de la agenda setting” (2004), la realidad que se discute en el debate público es una construcción, ya que está mediatizada: las agendas de los actores sociales, que señalan qué temas son importantes, producen la idea de realidad a la que tenemos acceso. “Es importante distinguir esa diferencia. Será clave para entender cómo la agenda periodística y la agenda mediática no siempre coinciden”, menciona el periodista César Ruiz, colaborador en el medio digital Tercera Vía. 

Dentro y fuera de los medios, cada periodista tiene la labor de informar y construir sentido a partir de los acontecimientos de la vida pública: brindar herramientas para entender los acontecimientos. En cualquier caso, dice Dalia Souza, es importante que cada periodista cumpla con esa labor, que implica garantizar un bien público que permite a las personas tener información para ejercer sus derechos. 

Y aunque hoy en día casi cualquier persona es capaz de generar y difundir contenido, “generalmente carece de la capacidad de aportar datos, cotejar la información, verificar si es real, contrastar fuentes y hechos, aportar información que sea útil o valiosa”, señala César Ruiz, quien resalta que el tema no es quién puede o no ser periodista, sino quién genera información de calidad. 

 

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