Las condiciones de vida que nos impuso la pandemia nos recordaron que la reorganización de las estructuras en las que trabajábamos y nos relacionábamos nos fue posible porque somos flexibles
Por Liliana García Ruvalcaba, Karina Vázquez Garnica y Gabriela OrtizMichel
Académicas, académicos, estudiantes y personal del ITESO hicieron, en el Otoño del año pasado, un alto en el camino para reflexionar sobre las lecciones aprendidas en el tiempo que se llevaba de pandemia. Estas reflexiones se procesaron y sus productos se comparten con las y los lectores de Cruce, con la invitación a aprovechar esos aprendizajes para construir una universidad más pertinente. Aparecerán en este espacio durante las próximas semanas; esta es la primera entrega.
Entre los que convivimos con gatos y los que hemos visto los famosos videos de gatitos, no deja de asombrarnos la capacidad que tienen los michis para reorganizar la estructura de su cuerpo cuando quieren caber por una rendija o agujero. ¡Qué flexibilidad! Pues así todos, con el advenimiento de las condiciones que nos puso la pandemia, tuvimos que poner en juego nuestra capacidad flexible.
Hasta cierto punto nos vimos obligados a reorganizar las estructuras con las que tradicionalmente veníamos trabajando y relacionándonos. Tuvimos que meternos a explorar y trabajar con formas nuevas, hacer cosas que quizá no estaban en nuestro imaginario, no creíamos en ellas o no nos gustaban. Nos adaptamos a trabajar, estudiar, aprender, investigar, enseñar, interactuar, acompañar y hacer familia de nuevas formas, y pudimos hacerlo precisamente porque somos flexibles.
Pensemos en la flexibilidad
El ser humano, como los gatos, también tiene esta flexibilidad que le permite reorganizarse y adaptarse ante los retos, novedades del entorno, deseos o necesidades. Cuando vemos bailarines o gimnastas, también nos sorprende la amplitud de sus movimientos, y cómo estos se dan de manera orgánica, fluida, bien articulada. En la danza artística, por ejemplo, esta flexibilidad permite comunicar de maneras más diversas.
Cuando volteamos a marzo 2020 y vemos el camino recorrido, tenemos la oportunidad de mirar la puesta en acción que hicimos de nuestra capacidad flexible y preguntarnos, desde ahí, qué tanta amplitud van teniendo nuestros movimientos, hasta dónde nos ayudan a comunicar y hacer lo que queremos, de manera bien articulada. Qué facilidad tenemos para fluir cuando requerimos adaptarnos. Qué tan elásticos somos para de-formarnos y re-formarnos, sin rompernos.
¡Elastic Girl! La flexibilidad corporal es la capacidad de los músculos y tendones para elongarse y volver a su forma original. Llevando la metáfora muscular a nuestro ser y hacer universitario, habrá que preguntarnos también a qué nos referimos cuando hablamos de la forma original. Ejercer la flexibilidad no tiene que ver con volver a las mismas formas estructurales simplemente porque sí. Ejercer la flexibilidad, especialmente como universitarios, significa ir con el sentido puesto en la realidad, siempre cambiante, y con el sentido puesto en y con los otros, siempre diversos. Volver a la forma original, es volver a centrarnos en la acción e interacción con sentido en el mundo. Y esta es quizá una de las lecciones más interesantes de la pandemia, recogidas en otoño del año pasado [1]. A continuación, les compartimos otras.
Lección 1. Reorganizarnos, para volver a la forma original.
Ante la descolocación que vivimos con los rápidos cambios en la vida ordinaria y universitaria, tuvimos que relajarnos frente a la pérdida de control y reconfigurarnos. Nuestra brújula fue identificar el sentido profundo de lo que hacemos, lo clave, lo importante. Abandonamos las previsiones originales que ya no se podían sostener, y buscamos desplazar aquello que no aporta, seleccionando mejor y quedándonos con lo que es sustancial al logro de nuestros proyectos, cursos, tareas, búsquedas y apuestas.
Lección 2. Ejercitar los músculos: buscar mayor apertura
El salto obligado nos ha forzado a nuevos estiramientos, a buscar ampliar las estrategias y los medios para aprender y trabajar, considerando que hay muchos lugares y recursos para ello. Las actividades nuevas o diferentes han sido necesarias y hemos aprovechado los recursos tecnológicos que tenemos a la mano.
El ejercicio de la flexibilidad nos llevó a buscar medios alternativos de aprendizaje, algunos por cuenta propia y otros gracias a lo sugerido por alguien más. Hemos aprendido tejiendo redes más amplias, algunas veces participando o creando nuevos espacios en donde hemos encontrado y ofrecido inspiración, así como ayudas oportunas y generosas. Todo esto a pesar del miedo a lo nuevo – sobre todo al manejo de tecnologías – que no nos ha paralizado.
Reconocimos que es posible trabajar y aprender en una diversidad de ambientes, aprovechando lo que ofrece cada uno. Por ejemplo, sacando provecho de la versatilidad en el manejo del tiempo y el espacio que nos da el entorno virtual.
Queriéndolo o no, todos aquellos incrédulos y opositores se vieron obligados a sumergirse en la experiencia virtual o híbrida, eliminando resistencias y constatando que es posible lograr aprendizajes significativos en todos los entornos.
Lección 3. Ganar en versatilidad de movimiento permite mayor libertad
Al reorganizarnos, soltar el control de lo que no podemos gobernar y dejar las estructuras rígidas y probar la extensión de nuestros músculos, empezamos a explorar. Descubrimos capacidades quizá dormidas o nuevas a partir de tener espacios más amplios de acción. Podemos danzar más libremente. Depositamos más la confianza en los demás, cambiamos prácticas de fiscalización por otras en las que abrimos oportunidades para la toma de decisiones en tramos que antes controlábamos, para la autoorganización, para la responsabilidad compartida. Todos nos hemos reconocido más capaces de enfrentar desafíos de lo que suponíamos, nos hemos incluso sorprendido de nuestra capacidad para aprender y nos hemos sentido satisfechos por ello. Y esa sorpresa ha sido grata, ¡bailamos más libremente!
Lección 4. En la vulnerabilidad nos descubrimos flexibles frente al otro
Hemos pasado por situaciones complejas en muy diversos sentidos, desde pérdidas humanas, enfermedad y fragilidad de la infraestructura tecnológica; ha habido cambios en las situaciones laborales, económicas, familiares que han impactado el estado emocional de muchos de nosotros. Como la gimnasta que se prepara, nos lesionamos en el camino y aprendemos de ello. Nos hemos descubierto más sensibles, empáticos y pacientes sabiendo que hay situaciones que nos rebasan, estamos más conscientes que cada persona reacciona ante los problemas de forma particular y la empatía nos ha hecho abrir espacios para conocer y procurar, el bienestar del otro u otra.
Frente al reconocimiento de la diversidad de entornos y situaciones personales de los demás, hemos replanteado el peso de normas y disposiciones rígidas establecidas. Un ejemplo concreto, preocuparse menos por las calificaciones y más por los procesos de aprendizaje y por la persona. Nos ha quedado claro que no podemos ignorar la vulnerabilidad y el estado emocional personal como si estuviera al margen de la actividad de aprendizaje, académica y laboral.
¡Haz posible el movimiento!
La realidad que vivimos es incierta y cada vez más compleja, más injusta, más dura. Enfrentarnos a este mundo y, desde nuestra vocación universitaria, ser con y para este mundo, requiere mucha capacidad para movernos y reorganizarnos de manera ágil, articulada y con sentido. No podemos hacerlo con rigidez, inmutabilidad, resistencia al cambio, ni siquiera con una estabilidad, siempre tan buscada, cuando no es clara en lo esencial.
La flexibilidad no genera movimiento por sí misma, pero lo posibilita. Sigamos ejercitándonos, continuemos el impulso de los movimientos logrados y sigamos preguntándonos y experimentando. Por ejemplo, preguntémonos sobre aquellos aprendizajes clave para un mundo extremadamente cambiante e incierto, exploremos además cómo lograrlos mediante usos innovadores de recursos y espacios que ahora ya nos resultan conocidos. Seamos creativos en estrategias y en formas de acompañamiento para lograr actuaciones competentes, pero también más autogestionadas y con disfrute en la ejecución. Sigamos buscando las maneras de ampliar las prácticas de cuidado, ayuda mutua y de aprendizaje entre pares, que nos han ayudado a no rompernos ante las dificultades y sobrellevar los desafíos en colectivo.
La flexibilidad permite la transformación, con elasticidad y a la vez firmeza, en la medida en la que siempre tengamos claro que la forma original no son las estructuras, sino la brújula que nos mantiene en búsqueda para ser y actuar con sentido en este mundo complejo.
Hemos constatado que podemos ser flexibles. Quizás para algunos ha sido más fácil y para otros más difícil, a algunas cosas nos podemos aproximar muy rápido, otras nos llevan más tiempo, y como siempre, identificamos otras por seguir construyendo y explorando. Es tiempo de ejercitar y entrenar nuestra flexibilidad para enriquecer nuestro ser universitario, para ser con y en el mundo, sabiendo que esto requerirá de nuestro esfuerzo y compromiso sostenidos. Recordemos ¡los bailarines no lo logran a la primera!
¿Qué ejercicios, situaciones, oportunidades consideras que podríamos explorar para enriquecer nuestra capacidad flexible como universitarios?
[1] En otoño 2020 hicimos un alto en el camino para reflexionar sobre las lecciones aprendidas en lo que llevábamos de la pandemia. Los estudiantes contestando una encuesta y los académicos y equipos, algunas preguntas que llevamos a conversaciones.
- Dirección General Académica. Coordinación de Innovación Desarrollo y Exploración Académica (2021) Documentación sobre la experiencia en la emergencia por COVID 19: La voz de los estudiantes. ITESO, México
- Dirección General Académica. Coordinación de Innovación Desarrollo y Exploración Académica (2021) Documentación sobre la experiencia y los aprendizajes en la emergencia por COVID-19 para enriquecer nuestro quehacer académico. ITESO, México
FOTOS: Luis Ponciano y Roberto Ornelas
Liliana García Ruvalcaba
Profesora Titular del Departamento de Psicología Educación y Salud. Coordinadora de la Maestría en Educación y Convivencia. Interesada en el estudio del aprendizaje, así como de los ambientes y las mediaciones que lo favorecen.
Karina Vázquez Garnica
Profesora adscrita a la Coordinación de Innovación, Desarrollo y Exploración Académica (CIDEA). Interés en la investigación y análisis de datos desde metodologías de cualitativas.
Gabriela Ortiz Michel
Profesora Titular de planta en la Coordinación de Innovación, Desarrollo y Exploración Académica (CIDEA). Apasionada del estudio y observación de las relaciones entre las personas, los grupos, las tecnologías red y sus algoritmos, especialmente en el campo de la acción universitaria, la producción colectiva y la acción social en red.