Egresada del ITESO en 2009, Fabiola Anaya Aragón acompaña a víctimas de violencias de género desde la psicoterapia e impulsa el ejercicio de la profesión en beneficio de la salud mental, el bienestar y la justicia para las mujeres 

Para algunas, es empuñando un pañuelo verde y marchando; para otras, es enseñando maneras distintas de entender las masculinidades en el aula y los hogares. Para otras tantas, es exigiendo cada día la igualdad de oportunidades y derechos en sus espacios laborales. El feminismo tiene tantas maneras de vivirse como mujeres hay en el planeta.  

Fabiola Anaya Aragón vive y predica feminismo mientras acompaña a quienes le comparten sus historias en el diván de su consultorio, pero también como divulgadora y creadora de contenidos en redes sociales, como perito en los juzgados y como conferencista y tallerista. 

“Soy feminista y muy feminista”, dice de sí misma Anaya Aragón, psicoanalista y egresada de la Licenciatura en Psicología del ITESO. Y es que serlo es una necesidad, considera ella. “A las mujeres nos están matando; nos están violando cada 18 segundos. La mujer que no está de este lado aún es porque no ha abierto los ojos”, afirma. 

Formación académica

Aunque creció cercana a la psicología —su papá es también psicoanalista—, el camino para hacer de esta disciplina su profesión no fue obvio. Tras tomar una pausa para viajar al terminar sus estudios de preparatoria, la joven empezó a estudiar Relaciones Internacionales. Dos años más tarde, luego de sincerarse consigo misma en cuanto a sus aspiraciones profesionales, entró al ITESO a estudiar la Licenciatura en Psicología. 

De su experiencia en la universidad rescata su participación en la primera generación del Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) “Manejo psicológico del dolor y cuidados paliativos”, que dio pie a que más adelante se desenvolviera en el área de la psicología clínica hospitalaria. “El ITESO facilitó los escenarios y la oportunidad para conocer la práctica de la psicología clínica; creo que la universidad dio la oportunidad de comenzar a afianzar conocimientos y gustos desde diferentes espacios”, recuerda. 

A pesar de ello, reconoce que antaño la carrera no contaba con un enfoque que satisficiera todas sus inquietudes académicas, además de que, a su parecer, hacía falta un elemento más contundente de compromiso social y enfoque de género.  

Al poco tiempo de egresar, Anaya Aragón obtuvo apoyo del Fondo para el Desarrollo de Recursos Humanos (FIDERH) para irse a estudiar una maestría en psicología clínica y medicina conductual, con especialidad en psicooncología, a la Universidad Autónoma de Barcelona. Tras cinco años de estudiar y ejercer en España, Fabiola se topó con una crisis en sistema hospitalario que ya no le ofrecía oportunidades de crecimiento y decidió regresar a su natal Guadalajara en 2014. 

Ya de vuelta en México, estableció su propia clínica. La invitaron a participar en una entrevista en la radio, tras lo cual le ofrecieron un programa de radio que terminaría coconduciendo por un año. Esta exposición le dio un impulso importante a su consultorio y, para acompañar de mejor manera a sus pacientes, buscó complementar su formación con una segunda maestría, esta vez en el Instituto Mexicano de Psicoterapia Cognitivo Conductual. 

“El ITESO facilitó los escenarios y la oportunidad para conocer la práctica de la psicología clínica; creo que la universidad dio la oportunidad de comenzar a afianzar conocimientos y gustos desde diferentes espacios.” 

En contra de la violencia de género

Alrededor de 2017, a su consultorio empezaron a llegar muchas pacientes con casos de violencia familiar. Muchas de ellas habían iniciado los procesos legales correspondientes y confiaban a Fabiola los martirios por los que debían pasar para intentar obtener justicia. Coincidió que, alrededor de la misma época, la psicoterapeuta comenzó a colaborar con una penalista que litigaba defendiendo mujeres del mismo perfil. 

Se decidió entonces a prepararse en temas de psicología jurídica y forense para evitar que las mujeres denunciantes fueran revictimizadas en los procesos de evaluación psicológica de las fiscalías. “Muchas de mis pacientes víctimas de algún delito regresaban conmigo destrozadas, porque el ministerio público o hasta los mismos psicólogos de la fiscalía las revictimizaban y dictaminaban que no había afectación psicoemocional en sus casos. Eso les volvía a destrozar la vida porque invalidaban completamente todo lo que les había pasado […] y era muy probable que el resto de las pruebas se cayeran”, recordó. 

Sabedora de que los dictámenes periciales en psicología tienen un peso importante en los juicios, se acreditó como perito ante los órganos del Poder Judicial de la Federación y se certificó bajo el Protocolo de Estambul, que se refiere a víctimas de tortura y otros tratos inhumanos y degradantes.  

“Empecé a colaborar con abogadas, a rendir dictámenes periciales con perspectiva de género, y a hacer muchos cambios, desde cómo se le da contención a la víctima y la parte de la psicoeducación; hacerles entender que no es su culpa el ciclo de la violencia, y sensibilizar a las mujeres en el violentómetro de conductas súper normalizadas que tenemos —que, sin embargo, no son normales”, explica. Al día de hoy, la psicóloga tiene más de cuatro años de experiencia emitiendo dictámenes para despachos privados y distintos juzgados. 

Su trabajo como perito la acercó a la actriz Fabiola Campomanes, con quien se asoció para crear el pódcast ADICTA, hecho con la intención de dotar de herramientas a mujeres que han vivido violencia de género.  

A partir de la mancuerna con la actriz, su clínica creció exponencialmente, especialmente entre el público latino radicado en Estados Unidos, por lo que las consultas en línea eran ya cotidianas para cuando llegó la pandemia por covid-19.  

“El pódcast tuvo mucho éxito y empecé a tener mucha exposición en redes sociales, divulgando información sobre salud mental, feminismo y la búsqueda de bienestar. Una cosa llevó a la otra; me empezaron a invitar a programas de radio y televisión y a hacer proyectos con otras empresas”, comparte la psicoanalista. 

Actualmente, la clínica virtual da empleo a nueve psicólogas, siete de las cuales son egresadas del ITESO. Fabiola sigue supervisando los casos de sus colaboradoras, en quienes reconoce un brío feminista que mucha falta le hace a la juventud mexicana.  

En adición a sus dos maestrías, al momento está cursando una especialidad en línea en psicotraumatología y tiene planeado doctorarse en perspectiva de género en los próximos años. “Si estás trabajando con conductas humanas te tienes que actualizar todo el tiempo”, afirma. 

 

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