Martín López Calva, académico de la UIA Puebla, reflexionó sobre la importancia de formar profesionales que incidan en el cambio de estructuras sociales, para que su desarrollo no contradiga los ideales con los que fueron formados.

El deber ser no siempre coincide con la realidad profesional. Las universidades deben repensarse como espacios para reflexionar acerca de la ética laboral desde las aulas. La cultura moldea nuestra percepción de los valores.

Calva

Esas fueron algunas de las ideas que destacaron en el conversatorio “La propuesta desde la complejidad para la ética de las profesiones”, en el que López Calva dirigió esta reflexión llevada a cabo en el Auditorio M del ITESO el miércoles 10 de junio. La actividad fue organizada por los centros de Formación Humana (CFH) y de Investigación y Formación Social (CIFS) del ITESO.

De acuerdo con el doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala, la ética busca una buena vida humana, y el bien se entiende como el equilibrio de justicia y felicidad.

López Calva se rigió en el conversatorio por su propia publicación, Ética profesional para la sociedad planetaria, y los textos del pensador francés Edgar Morin.
En la ética de la complejidad, añadió, existe el cuestionamiento continuo y diversos escenarios de su aplicación, tales como el ambiente profesional.

“La profesión es social y moralmente mucho más que un medio individual de procurarse el sustento. Es una actividad social, cooperativa, cuya meta interna es proporcionar a la sociedad un bien específico e indispensable para su supervivencia”, explicó.

López Calva agregó que “la ética no es una posición del deber ser. La ética trata de formar a la gente para que no tengamos que padecernos, sino disfrutarnos”.
Académicos del CIFS y del CFH, así como profesores, estudiantes e integrantes del Centro Universitario Ignaciano (CUI) y el Centro Universidad Empresa (CUE) se unieron a la conversación con inquietudes en relación con la responsabilidad de la universidad de formar profesionales con ética, en medio de dificultades como la competencia y la falta de oportunidades de crecimiento.

López Calva insistió en la importancia de formar profesionales que incidan en el cambio de estructuras sociales, para que su desarrollo no contradiga los ideales con los que fueron formados. Se cuestionó también la conformación de las universidades y sus métodos de enseñanza, y cómo éstos se adecuan a las necesidades éticas en el medio laboral.

“¿Cuál es la universidad del Siglo XXI? Tenemos que reflexionar sobre las tensiones que existen entre lo que se enseña en términos de justicia y solidaridad, y las presiones externas de mercado e incertidumbre, y pensar en cómo debe ser una universidad jesuita de este siglo”.

Foto Roberto Ornelas