Como parte de las actividades de la iniciativa Lifelong Learning (LLL), el director nacional del Instituto para la Economía y la Paz, Carlos Juárez Cruz, presentó resultados del Índice de paz México 2024, y conversó sobre la crisis humanitaria que se vive en el país, los feminicidios y la falta de articulación en las políticas de combate a la violencia
A decir de Carlos Juárez Cruz, director del Instituto para la Economía y la Paz (IEP) en México, una de las fallas en el tratamiento de la violencia y el fomento a la paz en nuestro país ha sido que no hay una táctica orquestada, es decir, abundan los esfuerzos aislados que no están pensados desde una política integral. En ese sentido, el gran reto de la administración de Claudia Sheinbaum es articular esa estrategia y ofrecer resultados concretos.
Esto fue parte de un extenso análisis mostrado durante la conferencia «Retos y perspectivas en materia de paz y violencia, y sus impactos en la economía y la democracia en el siguiente sexenio», realizada en el marco de la iniciativa Lifelong Learning (LLL), en la que el ponente presentó algunos de los resultados del Índice de Paz México 2024.
“En el sexenio anterior hubo un intento por darle una integralidad al abordaje de las violencias: surgen programas sociales, apoyos universales y estrategias de bienestar, y se dijo en las narrativas que era para atender las causas profundas de la violencia. Lo que ya no vemos es cómo se interconectan y articulan las instituciones con los programas para tener una lógica de orquesta, en la que cada sector de gobierno toque un instrumento distinto. Uno de los desafíos de la nueva administración es dar continuidad —y ese es un desafío presupuestal— a los programas sociales, pero no sólo mantenerlos, sino articularlos y conectarlos con otras estrategias”, afirmó el también egresado de la Maestría en Política y Gestión Pública por el ITESO.
Durante la charla, moderada por Giovana Ríos Godínez, coordinadora de la Maestría en Derechos Humanos y Paz, Juárez Cruz apuntó que, dada la abrumadora mayoría del partido en el poder en el Congreso de la Unión, no hay forma de que a la administración en curso se le niegue un presupuesto ni de que la oposición “meta las manos en nada”, por lo que tendría que haber resultados extraordinarios y no hay excusa para no lograrlos.
El investigador explicó que en México las violencias son complejas, multidimensionales y suceden de forma simultánea en diferentes áreas geográficas, por lo que las respuestas de construcción de paz tendrían que ir en el mismo sentido.
“Necesitamos de una estrategia multidimensional que aborde un problema desde muchos ángulos y varias disciplinas, que diagnostique el problema y lo construya a partir de escuchar a las poblaciones que lo padece”, declaró.
Como datos relevantes del Índice de paz, Juárez Cruz destacó que en México hay más de 60 grupos criminales en todo el territorio, y prácticamente todos tienen uno o más puntos de disputa. En términos generales, Jalisco está en la posición 18 de 32 entidades en términos de violencia —aunque sigue siendo el estado con mayor número de desapariciones—, mientras que Yucatán es el estado más pacífico en los últimos 10 años.
“La violencia va cambiando geográficamente, es dinámica, pero hablando de algunas tendencias, vemos que en 2006 había tres grupos criminales (cárteles) que disputaban conflictos donde hacían frontera sus territorios”, mencionó.
El estudio está sustentado en datos oficiales del INEGI y del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública; en él se miden cinco indicadores principales y 12 subindicadores, calificando a las 32 entidades del país con un seguimiento en tendencias de corto y largo plazo. Si bien el indicador con más peso es el de homicidios dolosos, también se incluyen delitos con violencia, delincuencia organizada, delitos con armas de fuego, y la percepción en temas de violencia y seguridad.
“A nivel nacional, en 2023 los homicidios bajaron un cinco por ciento, pero, a nivel general en los últimos nueve años, los homicidios han empeorado 54 por ciento. Estamos mejorando, pero no al ritmo necesario para decir que estamos bien”, sentenció.
Ligado a las desapariciones, Puebla ha sido el estado que más empeoró en el último año con una tasa de crecimiento de 887 por ciento en un año; la mitad de los casos fueron mujeres y 43 por ciento sucedieron en el verano de 2023 en el municipio poblano.
“Decir que estamos mejor porque ‘solamente’ fueron asesinados 25 mil personas en lugar de 35 mil, es no estar entendiendo la crisis que tenemos: esta es una crisis humanitaria de homicidios. Tenemos que hablar de cómo esto nos reconfigura socialmente y transforma nuestra identidad, cómo somos después de una década de más de 100 mil desaparecidos y más de 250 mil muertos con violencia”, apuntó el economista.
En tanto, se registraron otros indicadores en la investigación, como desigualdades, corrupción, pobreza y violencias de género, desde sus modalidades de feminicidio, violencia familiar y violencia sexual.
A pesar de los indicadores negativos, Juárez Cruz señaló que también es importante analizar otros valores que construyan un índice de paz positiva, para abonar a una visión sistémica integral y compleja de los fenómenos. “Hablamos de la paz positiva como un indicador de resiliencia social, es decir, la capacidad de un país, territorio o comunidad de resistir el impacto de una crisis económica, social, por violencia criminal o el ejemplo de la pandemia que recientemente vivimos”, dijo.
Los feminicidios y la polarización bajo lupa
Juárez Cruz argumentó que el fenómeno de los feminicidios tiene que ver con relaciones de pareja, estereotipos de género, y roles a nivel social, familiar y comunitario. Según el Índice de paz México 2024, 26 por ciento de estos crímenes se cometen con arma de fuego, 22.5 por ciento con arma blanca, 45 por ciento por otros medios y de seis por ciento no se sabe.
“El fenómeno del feminicidio tiene dinámicas distintas del homicidio común. Es otra violencia, requiere analizarse y prevenirse de otras maneras. Tiene que ver con la cultura machista, con la forma en que los hombres y las mujeres nos relacionamos, y cómo hemos aprendido a vivir nuestra masculinidad. Pero también tiene que ver con la impunidad, porque si echamos la culpa a la cultura, pareciera que es algo que queda lejano en el tiempo”, dijo.
Sobre el rol que debe jugar la sociedad civil ante la violencia, el académico señaló que el primer paso debe ser salirse de la dinámica de un conflicto de dos bandos, tanto en los gobiernos como en las cúpulas empresariales, los medios de comunicación y los liderazgos sociales.
“Hemos comprado el boleto de la polarización; necesitamos optar por una ética de diálogo, de fraternidad, de respeto, y ser capaces de tener conversaciones incómodas sin terminar en pleito”, consideró.
También señaló que desde la academia es necesario cuestionar la efectividad desde una mirada ética: qué se está haciendo, para qué sirve, o si sólo se articulan inercias que no llevan a nada.
“Mataron a un sacerdote y firmamos muchos posicionamientos, pero no sirvió de nada; marchamos en contra del uso de fuerzas militares en la seguridad pública y no movimos ni un milímetro, ahí están en las calles. Necesitamos cuestionar la efectividad. Desde el entorno académico necesitamos también preguntarnos y reflexionar para qué sirve el conocimiento que estamos generando, a quién le cambia la vida o si ayuda en algo”, mencionó.
FOTO: Zyan André