El edificio que fungió como la primera sede de la universidad y el actual campus itesiano, fueron testigos de la cálida reunión de un grupo de viejos amigos. 

El reloj de la Catedral de Guadalajara marca casi las 11 horas y el calendario dice que es sábado 13 de abril de 2013. Decenas de personas elegantemente vestidas ingresan para ocupar sus lugares. Treinta y cinco hombres que rondan los 70 años de edad portan traje y corbata. Están de fiesta. Los acompañan esposas, hijos, hijas, nietos y demás familiares y sus sonrisas los delatan. Celebran los 50 años de haber concluido sus estudios y convertirse en la primera generación de egresados del ITESO, la “nueva” universidad en Guadalajara que había abierto sus puertas en 1958, en el segundo piso del edificio Independencia, ubicado en pleno centro de la ciudad, a unos cuantos metros de la Catedral.

A las 11:07 suena la “Misa de coronación” de Mozart, interpretada en un órgano fabricado hace 120 años en París. Lágrimas empiezan a escurrir de los ojos de los primeros egresados quienes se aprestan a escuchar al Obispo de Saltillo, José Raúl Vera, quien recuerda a los alumnos fallecidos de esa primera generación: Carlos Hernández, Miguel Ángel Pulido, Enrique Martínez y Emilio Ascencio. “El ITESO actual les debe mucho a ustedes”, expresa Jesús Gómez Fregoso SJ, quien fuera su profesor de ética, antes de finalizar la eucaristía.

Entre aplausos y el “Ave María” de Schubert, los exalumnos se encuentran con sus compañeros, estrechan sus manos y cubren sus espaldas con golpes suaves. Poco a poco salen por la puerta lateral izquierda de la Catedral y se acomodan en las sillas dispuestas para que todos sean fotografiados con la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres de fondo y el edificio de su alma máter frente a ellos.

“Recuerdo el sentimiento tan fuerte que había de que lo que estábamos haciendo valía la pena; en ese momento no había reconocimiento oficial, pero tuvimos profesores de primerísimo nivel”, expresa Sergio Ibarrarán, egresado de Ingeniería en Mecánica Eléctrica.

Al preguntarles qué es lo que más recuerdan de su época como universitarios, las primeras alumnas de Psicología ocupan un lugar importante en sus mentes. Dicen que a ellas les sobraban pretendientes, pues casi todo el alumnado eran ingenieros, coquetos e insistentes.

Viaje al pasado y regreso al presente

Un grupo de itesianos sube las escaleras del edificio que albergó su universidad. Era la primera vez que lo hacían desde que concluyeron sus estudios. “Esto está casi igual”, “nunca había vuelto a entrar”, decían al andar por los escalones. Salen al patio y alguien observa que “sigue siendo el mismo”.

“Nos sentimos orgullosos de lo que iniciamos como una escuelita parroquial y termina en una gran universidad, como lo es ahora el ITESO”, afirma Carlos Álvarez de la Peña, egresado de la misma carrera que Ibarrarán. Y hacia allá se dirigen, hacia el verde campus de esa universidad que describe Álvarez, solo que ahora está lejos del centro, sobre Periférico Sur.

“Bienaventurados los que sin ver creyeron, bienaventurados los que viendo siguen creyendo”, dice el Rector del ITESO, Juan Luis Orozco, SJ,  para hacer referencia a quienes, sin tener la garantía de que obtendrían un reconocimiento oficial, decidieron estudiar en la nueva universidad privada de la ciudad. Los egresados escuchan atentamente, sentados bajo un toldo blanco enfrente del edificio de Rectoría.

Salvador Ibarra Álvarez del Castillo, egresado de Ingeniería Civil, menciona ante sus compañeros que el esta institución debe seguir apegada a las orientaciones fundamentales que le dieron vida, es decir, “formar personas de éxito pero con valores y compromiso social para México […] Personas con ética profesional, pero sobre todo con ideales, responsables, humanitarios y con un gran sentido de la igualdad y la justicia, como lo logró con su primera generación”. El convivio durará hasta las 7 de la tarde y las bromas no iban a faltar: “Mejor hubiéramos hecho la fiesta en el panteón, así ya estábamos todos”. Las carcajadas de la primera generación del ITESO resuenan en el campus. Texto Fabián Ramírez Foto Luis Ponciano