El aire de cientos de ciudades en el planeta supera, y por mucho, los niveles recomendados de partículas nocivas para la salud. Las medidas para contrarrestar este problema que propicia la muerte de millones de personas, tienen la categoría de “Urgentes”.
La primera mañana de 2017, el Valle de México despertó con una capa gris y espesa en el aire. Seis días después, la Ciudad de México se declaró en contingencia ambiental, debido a la alta concentración de partículas PM10 –polvo, cenizas, hollín, cemento o polen– y el registro de 156 puntos IMECA (a partir de 150 unidades, quien respire ese aire sufrirá daños en su salud).
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El cielo de la Zona Metropolitana de Guadalajara también se ha puesto peligrosamente gris y espeso los primeros casi días de este año, teniendo contingencias atmosféricas en Zapopan, Tlaquepaque y Tlajomulco. El 15 de febrero, debido a un incendio en una fábrica del centro de Guadalajara, el panorama empeoró.
El problema se extiende a otras latitudes. A finales de 2016, el smog cubrió casi una sexta parte de todo el territorio de China, afectando a 460 millones de personas.
La contaminación atmosférica no solo daña nuestro clima y nuestros pulmones; según un estudio de la Universidad de Lancaster, en Inglaterra, también el cerebro. Los investigadores descubrieron que pequeñas partículas de un mineral (magnetita) generadas específicamente por el tráfico vehicular, se introducen por la nariz y viajan hasta la corteza cerebral. Esos millones de partículas, publicó la National Academy of Science, “son millones de oportunidades para causar daños».
Los estudios fueron realizados en gente que había vivido y fallecido en Manchester y en la Ciudad de México, una de las más contaminadas del mundo. En Barcelona, un estudio de la Comisión Europea apunta que la mala calidad del aire se asocia con un menor desarrollo cognitivo en niños de entre siete y 10 años.
Dichas afectaciones dependen de muchas variables, pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta que la contaminación mata anualmente a cerca de siete millones de personas.
Autos que dañan lentamente
Los principales culpables de todo esto son los autos: representan el 96% de la generación de agentes contaminantes, según la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet).
“Es un círculo vicioso: el automóvil va generando necesidad de espacios nuevos que van acabando con las zonas de arbolado urbano, vitales para limpiar el aire”, explica Sandra Valdés, profesora del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano del ITESO.
“La contaminación del aire no es solo un riesgo para la salud, sino el factor ambiental más importante que causa millones de fallecimientos por cáncer”
Organización Mundial de la Salud (OMS)
Sin embargo, el transporte privado sigue imperando, y las políticas para mejorar el transporte público no consiguen ni de lejos desincentivar el uso del coche. Para sumarle al problema, el gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, anunció la suspensión de la verificación vehicular como medida contra el gasolinazo.
El Peribús, sistema de transporte que conectaría a través del Periférico a tres municipios, movería con el 15% del valor de la Línea 3 el doble de usuarios; pero el Gobierno de Jalisco dijo en enero que “no era prioridad”.
“La flota vehicular sigue creciendo y no hay transporte público suficientemente bueno que nos haga bajarnos del coche”, lamenta Carlos González, coordinador de Ingeniería Química de la Universidad Jesuita.
“Mientras no exista un proyecto claro de transporte público, seguirá siendo el coche privado el transporte que más se use y más contamine. Y no solo hay que pensar en ciclovías, sino en un transporte masivo, eficiente y seguro”, afirma la profesora Valdés, coordinadora del PAP «Anillo Primavera» junto con Pedro Alcocer.
Soluciones ante las contingencias
No se puede mejorar lo que no se mide. La Procuraduría Estatal de Medio Ambiente suele realizar recorridos para verificar a las industrias y la Semadet intenta regular al sector ladrillero y también echó a andar el Programa de Movilidad Escolar, el cual pretende reducir un 50% los viajes de padres que llevan a sus hijos a la escuela. En agosto esperan tenerlo funcionando en casi 70 escuelas privadas y públicas.
La UdeG tiene el proyecto de Ciudad Inteligente, del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA), que consiste en sensores que miden la calidad del aire y buscan reducir el consumo de energía del campus.
El ITESO, a través “Anillo Primavera” y en coordinación con Jorge Pardiñas, del Departamento de Electrónica, Sistemas e Informática, la Fundación Selva Negra o Extra, AC, ha colocado nodos –van tres y la meta son 21– en distintas áreas del Bosque La Primavera para conocer la calidad del aire en el principal pulmón de la región, monitoreando el dióxido de carbono (CO2), nitrógeno, ozono, humedad y la temperatura.
Impulsada por Carlos González –quien desde el ITESO trabaja con la Semadet y el Instituto Metropolitano de Planeación para elaborar un índice de zonas peligrosas–, existe AireAMG, una aplicación que hace un pronóstico del aire en la capital de Jalisco. Creada desde el PAP “Sistema de predicción para calidad del aire”, fue financiada por la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología y el Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología.
Forestación y movilidad sustentable, dos respuestas
“Antes de sembrar árboles, lo importante es cuidar los que ya tenemos”, afirma Valdés. Además de los PAP relacionados con La Primavera, el ITESO investiga de qué manera la vegetación de su campus puede abonar a la mejora del aire de la región.
El proyecto Jacaranda 83, desarrollado por la Oficina Servicios Generales y el DESI, coloca sensores en los árboles para saber cómo las variaciones de humedad y temperatura los afectan y de paso analizar la cantidad de oxígeno y CO2 que generan. Fotos Luis Ponciano/Archivo