La protección ambiental a bosques, por ejemplo, no impide el crecimiento económico, la prueba está en la sierra norte de Sevilla, España, donde una “debilidad” la convirtieron en una oportunidad.

“Cambiemos el chip” dijo Javier Sánchez-Rivas García, profesor del Departamento de Análisis Económico y Economía Política de la Universidad de Sevilla, ante la tesis de que la protección supone que se merma las fuentes de ingreso y generación de empleo.

Durante la conferencia “La riqueza medioambiental como recurso principal del desarrollo socio-económico sostenible de un territorio protegido. La sierra norte de Sevilla”, Javier Sánchez-Rivas habló de la transformación del sector económico de esta región que fue protegida por primera vez hace 30 años y desde entonces se han agregado otras 11 figuras más de protección.

El Parque Natural de la Sierra Norte de Sevilla tiene casi 200 mil hectáreas con atractivos como las cascadas de Huéznar o el Cerro del hierro. Es una región donde en verano el calor supera los 40 grados, pero hoy en las arboladas vías verdes del parque la temperatura apenas llega a los 15 grados.

En un primer momento, la protección ambiental causó un estancamiento económico, incluso su población se llegó a reducir a casi un tercio. La estrategia, según lo que narró el académico, fue “terciarizar el primer sector”, es decir, transformar actividades como la agricultura y la ganadería en un atractivo turístico.

Los gobiernos locales pusieron los instrumentos necesarios para el emprendimiento. Y los cortijos (haciendas) que estaban en el abandono se restauraron y hoy, además de producir aceite de oliva, ofrecen experiencias turísticas entorno a este producto.

“El aceite ya no solamente es cultivado para que venga un gran empresario, compre a bajo precio la aceituna y luego se lo lleve a Italia y lo etiqueten como italiano. Nosotros cultivamos nuestra aceituna, la procesamos y la vendemos y nuestra utilidad turística son las catas, hay toda una cultura de oleoturismo” contó Javier Sánchez-Rivas.

Otros sitios, como el Palacio de San Benito se transformaron en hoteles que en promedio tienen 90 por ciento de ocupación.

En los últimos cuatro años, aumentaron mil por ciento las plazas hoteleras de la región, lo que deja 11 millones de euros en ingresos turísticos.

Javier Sánchez-Rivas señaló que los retos, además de mayor inversión privada y pública, es incrementar la formación empresarial de las personas de la localidad.

La charla fue organizada por el Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano a través de los Posgrados de Sustentabilidad que son la Maestría en Ciudad y Espacio Público Sustentable y la Maestría en Proyectos y Edificación Sustentables, en conjunto con la Academia de Planeación Urbana y la carrera de Diseño Urbano y Arquitectura del Paisaje.