La filósofa británico-española-mexicana, visitará la Casa ITESO Clavigero, como parte de la sesión por el 21 aniversario del Café Scientifique para hablar sobre la privacidad en la era de Internet

 Un día sin pantallas para Carissa Véliz está lleno de lectura, de buen café, de buena compañía y de paseos, es un día en el que logra sentirse verdaderamente anónima.

La asociada en la Facultad de Filosofía y el Instituto de Ética en Inteligencia Artificial de la Universidad de Oxford, es una persona que argumenta, en su libro Privacidad es poder (Debate, 2021) –del cual hablará el 2 de septiembre en Casa ITESO Clavigero como parte de la celebración por el 21 aniversario del Café Scientifique–, que necesitamos encontrar formas para escapar de ese estado de hipervigilancia al que estamos sometidos en la vida digital, pues las empresas y gobiernos utilizan nuestros datos personales, nuestros gustos y hasta nuestra localización en beneficio del capitalismo y en menoscabo de la democracia.

“No nos preguntaron; nos robaron nuestros datos sin que nos diéramos cuenta y luego nos contaron la historia de que era parte del trato. (…) Todo mundo tiene mucho que temer, a menos de que seas un masoquista que nunca va a necesitar trabajo, o un préstamo, o seguridad física y financiera, y que tienes ganas de vivir en un régimen autoritario. La privacidad es para protegerse de aquellos que pueden abusar su poder”, expresó.

La académica de 39 años cuenta con la triple nacionalidad, mexicana, británica y española, es miembro tutorial en el Hertford College en Oxford, tiene el grado de filosofía por la Universidad de Salamanca, el máster en filosofía por el CUNY Graduate Center y el doctorado en la misma materia en el propio Oxford.

Su libro Privacy is Power –la primera versión del hoy traducido Privacidad es poder– fue seleccionado por The Economist como libro del año (2020); publicó además The Ethics of Privacy and Surveillance en 2024 y fue editora del Oxford Handbook of Digital Ethics. Es miembro a su vez de Mujeres por una IA Ética de la UNESCO y del Consejo Asesor del Centro de Información sobre Privacidad Electrónica.

Para Carissa, la filosofía “te da la posibilidad de hacerte preguntas fundamentales, de ir al por qué de las cosas, y aún más allá, al por qué de los porqués”. Te permite además “pensar qué hace que una vida sea buena, y cómo llegamos a ella”.

La premisa central del libro es que Internet se financia principalmente mediante la recopilación, el análisis y el comercio de datos esto es, la economía de los datos. Muchos de ellos son personales. Justamente, la compraventa de esa información personal como modelo de negocio se está exportando a cada vez más instituciones de la sociedad, estructurando una suerte de capitalismo de la supervisión.

Esto es preocupante debido a que nos resta poder como individuos y socava la democracia, por lo que la recuperación de la privacidad es la única manera de asumir de nuevo el mando de nuestra vida y de nuestras sociedades. El tema es que esta economía de los datos y de la custodia omnipresente nos tomaron por sorpresa.

Ante la novedad de los avances tecnológicos a escala planetaria, no había un marco normativo para controlarlo, por lo que “las compañías tecnológicas no tuvieron que informar cómo utilizan nuestros datos ni, menos aún, nos pidieron permiso para usarlos”, argumenta en sus páginas Véliz.

Para la filósofa hay datos peligrosos que entregamos a diario sin darnos cuenta, por ejemplo, nuestra localización, “puedes inferir dónde vives, dónde trabajas, cómo conduces, con quién te juntas, a dónde vas, y mucho más”. Incluso, esto se vuelve aún más preocupante con la presencia de la Inteligencia Artificial, porque esta “hace que la vigilancia sea mucho más fácil y barata”.

Entre las recomendaciones que Véliz hace para escapar un poco a esta arquitectura de la vigilancia sugiere meditar si realmente es necesario subir esa foto a redes sociales, o si no tratar de desactivar los metadatos de las imágenes; pedir consentimiento para subir información de otros; preferir dispositivos “tontos” a los inteligentes; recuperar lo analógico en algunas de nuestras actividades, por ejemplo, no abusar del uso de los dispositivos de geolocalización o pagar más en efectivo.

También sugiere cambiar los navegadores, buscadores, correos electrónicos o plataformas de mensajería que pertenecen a los grandes conglomerados y optar por versiones más seguras, con encriptado o que garanticen la no utilización de tus datos personales para fines comerciales o de otra índole. A su vez, llama a consumir verdadero periodismo de investigación sobre el tema y llevar el debate tanto a la esfera pública como a la esfera personal.